viernes, 5 de marzo de 2021

Series CBE: La Montaña Donde Ascienden Las Luces (XI)






Ambivalencia ante la pérdida de Tristán Medina-Sidonia. Transcripción del discurso de Guijarro por Maximiliano Ravidabia, y persiste la búsqueda de la Montaña donde ascienden las luces.


Dejamos el pueblo con el lucero mayor en la cumbre del firmamento. Reinaba sobre nuestros hombros la tristeza. Sin precisiones expliqué al resto del grupo que aquella casa era igual que una de las entradas que vislumbró el hermano Alighieri en su comedia.

Dios otorgó buena voluntad a través de Guijarro que nos cedió bestias para montar. Habiendo encontrado en el pueblo mediana resolución a lo figurado desde un inicio para la cruzada, dispuse permanecer en el viaje hasta alcanzar el lugar donde se elevan las luces. Esta persistencia es efecto de mis ligeras conversaciones con Guijarro de camino a la casa del demonio, a la que deseo mantenerme fiel y dejar aquí su transcripción. No se debe olvidar que hice promesa a nuestro anfitrión de no revelar información sobre nuestro paradero. 

Guijarro me dijo estas cosas,

Ahora que vos me has jurado preservar el secreto y que solo harás uso de la información que procura la salida de vuestra nave, encuentro oportuno dejar al descubierto la razón de cosas que ya has visto desde tu llegada, y de cosas que podrás ver hasta el fin del camino. Sabed que esta tierra es extraña, pues aún para nosotros hay cosas sobre las que la sabiduría, ciencia y filosofía no ha podido dictaminar origen o explicación. Aquí en nuestra tierra compartimos la vivienda con criaturas que sus rasgos y obras nos recuerdan a nosotros mismos. Esta es tierra ha sido cristianizada, pero has notado que la buena nueva ha venido, o se ha hecho aquí, de forma extraña, pero no contraria al espíritu de lo que vos ya me has compartido. Sobreviene, con el mensaje de salvación, otras cosas que no sabemos si son de origen divino o de origen diabólico, pero bien sabemos que los demonios conocen la semblanza de divinidad; porque una serpiente puede andar en cuatro patas, luego andar con dos para andar como el más alto de los hombres; y el cielo, cuando ve conveniente, asume su inverso. Pero estas cosas a las que me refiero que no conocemos no son de hombres, pero su existencia o movimiento atañen por completo a los hombres. Habéis sido testigo de estos seres, y estos han sido gentiles con vos y con los tuyos, pero no todos son prestos a la bondad o al desinterés. De avanzar en estas tierras encontrareis más pueblos como el nuestro, donde habrá hospitalidad o repudió, y en todos estos lugares siempre negaran su nombre, así como el mío. Sin importar las vicisitudes habrá al menos uno, que siempre preste ayuda como hoy yo no dude en otorgar. En el camino serán testigos de seres que deben de tratar con precaución, respeto y distancia. A pesar de que posees el don del saber y la fuerza para ejercer sobre estas cosas tu voluntad, debes de preservar este dictamen: el poder no es condición de actuar, ya que debe prevalecer el temor de que todo lo extraño es remanente de los días primeros, días de los que aún sobreviene la sorpresa y el gozo original. En esta tierra hay recuerdo de lo que alguna vez fue. En lo que respecta a la montaña y las luces, sabed que ahí es el punto más alto de nuestra tierra, y debes entender la altura no como tema del terreno sino también como materia del espíritu. De los nuestros nadie la ha visitado, pero nos han venido historias de vecinos y forasteros, de que en esa montaña es posible ver el fin del mundo. Se dice que en esta montaña hay un guardián, pero nadie logra precisar su naturaleza o su imagen; sólo se conoce que demanda ofrenda para el ingreso a la montaña. También se dice que en la parte superior de la montaña se escuchan susurros que viajan en el viento, y que estos flotan, así como cuando están dispuestos a la caza las águilas y los halcones. Todas las noches suben a los cielos las luces, que se creen son un dios menor, otros aseguran que las luces son espíritus malignos y otros que son ilusión de la altura, del frío o de la locura. Habré escuchado cuantiosas explicaciones sobre la naturaleza de la luz. Han hablado de dones, han hablado de la voz de Dios o que es Dios mismo el que desciende a la tierra en forma de árbol; pero los más radicales juran que las luces son parte de un espacio inacabado de la creación. Días antes de que ustedes llegaran, escuché de miembros de nuestro pueblo que vieron pasar a más de una decena de extranjeros que no pidieron ni comida, cobija o dirección. Uno de ellos fue cuestionado y este respondió que iban a la montaña por la que tú te interesas. Es seguro que hay algo ahí para quien busca, y puedo brindarte trayectoria, pero la búsqueda en esta montaña no se premia con alegrías, pues puede el recorrido ser infructífero y mortal. He llegado a pensar que el viaje se ha de hacer con el sentimiento a muerte.




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