Leer a los autores clásicos activa el cerebro
Entre otros datos curiosos, explica que las estructuras semánticas complejas de los clásicos disparan la actividad cerebral.
Yo hace años que estoy fascinado por la forma de escribir de los clásicos: esas frases gramáticalmente complejas y llenas de metáforas, que parecen un árbol frondoso con ramas oblicuas. Me parecen mucho más estéticas e interesantes que las frases sencillas y lineales que usamos los modernos.
Hoy leí una de estas frases complejas en inglés y quería compartirla con ustedes. Espero traducirla bien.
En esa frase, Solón le dice a Creso (el hombre más rico de su época) que no debe enorgullecerse de su felicidad pues el futuro puede despojarle de todas sus riquezas. La frase exacta de Solón es la siguiente:
La observación de las numerosas desgracias que asisten a todas las condiciones nos prohíben enorgullecernos de nuestros placeres presentes o admirar la felicidad de un hombre que puede todavía, con el transcurso del tiempo, sufrir cambio. Ya que el porvenir incierto está todavía por llegar, con toda variedad de futuro; y sólo a aquel a quien la divinidad ha garantizado continua felicidad hasta el fin, se le puede llamar "feliz".
Creo que los medios audiovisuales han destruido nuestra capacidad de construir (y, en cierta medida, entender) frases tan complejas. La gente pierde el hilo antes de acabar la oración. Los discursos de Lincoln estan llenos de este estilo de frases. El siguiente libro alude a este problema:
Amusing Ourselves to Death
En el artículo de Wikipedia que se acaba de enlazar, se puede encontrar este párrafo, que me parece especialmente aclarador:
He also repeatedly states that the eighteenth century, being the Age of Reason, was the pinnacle for rational argument. Only in the printed word, he states, could complicated truths be rationally conveyed. Postman gives a striking example: The first fifteen U.S. presidents could probably have walked down the street without being recognized by the average citizen, yet all these men would have been quickly known by their written words. However, the reverse is true today. The names of presidents or even famous preachers, lawyers, and scientists call up visual images, typically television images, but few, if any, of their words come to mind. The few that do almost exclusively consist of carefully chosen soundbites.
¿Qué les parece? ¿Están de acuerdo? ¿Alguien se atreve a construir una frase como la de los clásicos? Yo voy a intentarlo más tarde.
Entre otros datos curiosos, explica que las estructuras semánticas complejas de los clásicos disparan la actividad cerebral.
Yo hace años que estoy fascinado por la forma de escribir de los clásicos: esas frases gramáticalmente complejas y llenas de metáforas, que parecen un árbol frondoso con ramas oblicuas. Me parecen mucho más estéticas e interesantes que las frases sencillas y lineales que usamos los modernos.
Hoy leí una de estas frases complejas en inglés y quería compartirla con ustedes. Espero traducirla bien.
En esa frase, Solón le dice a Creso (el hombre más rico de su época) que no debe enorgullecerse de su felicidad pues el futuro puede despojarle de todas sus riquezas. La frase exacta de Solón es la siguiente:
La observación de las numerosas desgracias que asisten a todas las condiciones nos prohíben enorgullecernos de nuestros placeres presentes o admirar la felicidad de un hombre que puede todavía, con el transcurso del tiempo, sufrir cambio. Ya que el porvenir incierto está todavía por llegar, con toda variedad de futuro; y sólo a aquel a quien la divinidad ha garantizado continua felicidad hasta el fin, se le puede llamar "feliz".
Solón ante Creso.
Creo que los medios audiovisuales han destruido nuestra capacidad de construir (y, en cierta medida, entender) frases tan complejas. La gente pierde el hilo antes de acabar la oración. Los discursos de Lincoln estan llenos de este estilo de frases. El siguiente libro alude a este problema:
Amusing Ourselves to Death
En el artículo de Wikipedia que se acaba de enlazar, se puede encontrar este párrafo, que me parece especialmente aclarador:
He also repeatedly states that the eighteenth century, being the Age of Reason, was the pinnacle for rational argument. Only in the printed word, he states, could complicated truths be rationally conveyed. Postman gives a striking example: The first fifteen U.S. presidents could probably have walked down the street without being recognized by the average citizen, yet all these men would have been quickly known by their written words. However, the reverse is true today. The names of presidents or even famous preachers, lawyers, and scientists call up visual images, typically television images, but few, if any, of their words come to mind. The few that do almost exclusively consist of carefully chosen soundbites.
¿Qué les parece? ¿Están de acuerdo? ¿Alguien se atreve a construir una frase como la de los clásicos? Yo voy a intentarlo más tarde.
Este es un intento que hice rápidamente, pero los clásicos lo hacían mejor:
ResponderEliminarLa observación de las numerosas relaciones que se dan en el club a que asistimos, acabando con el tiempo en el vínculo conyugal, hace pensar que más que un Club de Lectura formamos parte, en forma sustancial, de un grupo de citas o una agencia matrimonial que se haya creado para juntar personas de las mismas inquietudes relacionadas con la lectura, pues, aunque la literatura es el nutriente del cerebro humano, no hay que olvidar que "no sólo de libros vive el hombre", sino también de la satisfacción de sus instintos naturales, la cual encuentra un cauce aceptable social y legalmente en el sagrado vínculo del matrimonio.
Muy interesante información, muchas gracias Vicent.
ResponderEliminarEn una época en que la imagen se impone sobre la palabra y las nuevas generaciones han aprendido a comunicarse con la economía verbal que impone el límite de 140 caracteres, cuando la inmediatez de la llamada y el chat reemplazaron por completo la devoción redactora del remitente y la paciente espera del destinatario de una carta; es evidente (y muy triste) que la modernidad nos condiciona, cada vez más, a trasladar las palabras en lineas tan fulminantes y expresas como los medios de transporte y comunicación de estos años de trenes bala, aviones supersónicos y fibra óptica.
Los clásicos, en cambio, abundaban en detalladas descripciones y profundas reflexiones, en largas frases y conexiones que daban continuidad y contigüidad, compleja, sí, pero también armónica a sus escritos. Eran tiempos de largas cartas y eternos viajes en barco. Hoy en día viajar es tan rápido que casi ni nos enteramos. El viaje transcurre fugazmente mientras nuestros ojos permanecen absortos en televisores, laptops, móviles y tablets: nuestras prótesis en forma de interfaz y pantalla. En otros tiempos, (y comienzo aquí mi burdo intento por construir una frase "a la clásica"), viajar era como hacerse a la mar, trazar la ruta y fijar el rumbo sin dejar de ver jamás al cielo, esa fuente inagotable de información y guía para los navegantes, donde quién sabe qué manos poderosas y sabias (que aun en estos tiempos de modernidad) siguen encendiendo el alba y apagando el ocaso, mientras en el ínterin dibujan paisajes hechizantes que cambian y se mueven, o escriben portentosas señales que anuncian la llegada de la tormenta y el cambio de estación; donde, afirmados en sus puestos desde tiempos inmemoriales, se muestran los astros que referían su posición al viajero y revelaban si la dirección tomada había sido decidida con buen tino o era momento de ajustarla; donde aun hoy se gestan caprichosos influjos atmosféricos que dan a luz los vientos que ya desde entonces soplaban con autoridad e inflaban las velas de las embarcaciones, ignorando tantas veces la voluntad del navegante y empujándolo antojadizamente por las enigmáticas corrientes del vasto océano magnifico, insondable, apabullante, misterioso, temible y a la vez maravilloso.
Viajar era así en aquellos tiempos y escribir no podía ser distinto, porque escribir, al igual que leer o vivir, es la misma cosa que hacer un viaje. Y es así como yo mismo llegué hasta este lugar construido de libros y fundado en sólidas bases de palabras escritas, donde más que un grupo de personas con quienes compartir mi interés por la lectura, he conocido buena gente, verdaderos amigos; donde más que una excelente compañía para conversar el jueves de cada semana, encontré una compañera para todos los días de todas las semanas de toda la vida, para leer mil libros mientras escribimos juntos nuestra propia historia. Y creo que has observado muy bien mi estimado Vicent, porque estoy convencido del hecho de que más que un club...hemos encontrado buena estrella. ;)
Interesantes reflexiones... a petición de la señora coordinadora, pongo aquí también, el comentario que les compartí por e-mail.
ResponderEliminarAprovecho para decir: qué alegría y qué regalo más grande, pertenecer a este estupendo club de lectura ;)
=D
Muchas gracias por compartir este artículo, bien interesante Vicent, a mí, en lo muy particular, me ha hecho pensar en que, actualmente, no sólo es la capacidad de construir (o entender) frases complejas la que ha cambiado, es que también ha cambiado la forma en que se vive y se lee todo eso que pasa en el mundo, más cerca, más lejos... ¡Igual! Como si hubiésemos ido "de lo complejo a lo simple" en todo, y así, se construye cada vez más y más, relaciones muy simples (y con poco compromiso) entre la gente. Sería interesante saber si, "activando el cerebro", se nos activa también el corazón, el compromiso y la empatía... jejejeje (Perdón por el comentario un poco "mafaldezco", pero de vez en cuando se me sale esa "Mafaldita" que llevo dentro...
Lo dicho, muchas gracias y felices lecturas para todas y todos durante esta semana!!
Ma. Ofelia
Vicent, gracias por compartir este artículo tan interesante y, sobre todo, por abogar de alguna manera a la lectura de los clásicos y de la poesía.
ResponderEliminarYo insisto en que la escritura descriptiva, por ser más rica en imágenes, es mucho más atractiva y logra mejor los objetivos de “realizar el viaje” del que nos habla Henry. Por supuesto que en esto, como en todo, tienen que ver tus inclinaciones, tus gustos y tus hábitos adquiridos.
Es cierto también que al enfrentarnos a formas de escribir más complejas, nos concentramos mejor y nos esforzamos por no “perder el hilo”. Ojalá que alguna vez nos animemos a leer poesía en el club.
Comparto el sentir de Henry de que el club es muchísimo más que un grupo de personas compartiendo un interés común. Aquí hay una energía única que nos reúne, nos compacta, nos enamora, nos hace vivir.
Tienes mucha razón Ofelia, es un gran regalo pertenecer a este club! Me siento muy orgullosa de lo que estamos construyendo. Así que sigamos adelante y felices lecturas para todos!
Muy buenas aportaciones las de todos. Y buenas frases "clásicas" de Henry. ¡Me quito el sombrero!
ResponderEliminarCon su permiso voy a abundar en el tema que estamos discutiendo. Parece evidente que la mente moderna no está cableada como la antigua. El cerebro es un organismo eminentemente flexible y se adapta a su entorno. Las anteriores generaciones vivían en un mundo de escasa información y abundante tiempo. Esto fomentaba que se detuvieran en el detalle, en la observación minuciosa y la reflexión profunda. Uno de los blogueros que sigo ocasionalmente, Bruce Charlton, sostiene que en la Edad Media es cuando se alcanzó la cima de la reflexión humana. Con tanto tiempo a su disposición, los hombres medievales tenían tiempo de llegar a reflexionar profunda y completamente un tema y llegar a un nivel de comprensión máximo. Por el contrario, los hombres modernos están inundados de tanta información que deben procesarla rápidamente, antes de que venga una nueva. Esto hace que se procese rápido y de forma superficial. No se llega al fondo de las cosas y, sobre todo, con el arribo de la Internet se está creando una generación de gente superficial ("The Shallows" - los superficiales - es un libro de Nicholas Carr que trata este tema).
Maria Ofelia va más allá y cuenta de que hemos de "lo complejo a lo simple", en todo. No puedo estar más de acuerdo. Dejando a parte algunos campos específicos (la ciencia, la tecnología, la esperanza de vida), me parece que vivimos en una época de profunda decadencia y retroceso. Toda la civilización occidental (de la que El Salvador forma parte) está en una crisis profunda, consecuencia de la evolución del pensamiento los últimos siglos. Yo estoy fascinado por este proceso en que una civilización se está suicidando (de ahí mi interés en Roma) y ahora estoy leyendo un libro sobre el mismo ("The Theological Origins of Modernity" de Allen Gillespie).
Sería muy difícil resumir las causas de una involución semejante, pero, en mi opinión, es importante de que el hombre moderno ha querido eliminar los tabúes y prohibiciones que regían en épocas pasadas. Estos tabúes eran feos, pero eran los pilares que sostenían la civilización. Derribados todos los diques de contención, el hombre moderno sigue sus instintos, que son los de un animal adaptado a la vida nómada del Paleolítico. Por lo que, por ejemplo, las relaciones modernas se parecen más a las de la Edad de Piedra que a las que se dieron entre el Neolítico y el siglo XIX (por ejemplo). vamos para atrás.
ResponderEliminarComo ustedes deben saber, nuestro cerebro está formado de tres partes: el hipotálamo (que aparece en los reptiles y que regula el estátus, la agresión, el sexo, el alimento), el sistema límbico (que aparece en los mamíferos y regula las emociones y sentimientos) y el neocórtex (que es donde se producen los pensamientos y que aparece en los primates, aunque las partes más superiores - el lóbulo frontal - aparece en los homínidos).
Bien, cuando estuve en Estados Unidos, me di cuenta que era una civilización totalmente reptiliana, del cerebro reptil. Sólo se preocupaban del sexo, del dinero y del estátus y lo otro les importaba bien poco. Todo en Estados Unidos es básico: la comida (fast food), los vestidos, las ciudades (sin la menor estética), la vida interior de la gente (muy limitada), la cultura (relegada a unas élites muy minoritarias). Las relaciones de pareja se reducen a un intercambio de dinero por sexo, disimulado de forma muy deficiente. Es lamentable que la cultura dominante de nuestra era sea tan poco evolucionada y que exporte sus modelos primitivos al resto del mundo.
Creo que las personas de siglos pasados se afanaban en intentar conseguir lo más elevado: buscar la verdad, a Dios, el amor verdadero, el honor, la cultura. Una civilización que produjo la música de Bach. Ahora estamos en una carrera a ver quien se rebaja más. Una civilización que produce la música de Daddy Yankee.
(El clásico "The Closing of the American Mind" explora este proceso, pero no he tenido aún tiempo de leerlo.)
Es interesante leer el artículo del periódico, Sí no es que es más contradictorio que interesante, puesto que el joven - digo joven, por llamar de alguna forma al autor anónimo - que con sus económicas palabras, las pocas que no son frases de otros que se reflejan entre comillas, nos sugiera, confirme y reprenda con animarnos a que nuestro cerebro se dispare, cuándo "él" no tuvo la gentileza de marcar con su humanidad, hacer florido, vistoso o con referencias locales, el artículo que hoy nos hace llegar.
ResponderEliminarProbablemente no sea su anonimidad, ni su economía de palabras las que me agravian, sí no que con todas sus conclusiones - las suyas amigos míos - me muestre evidente y desnuda como una lectora "moderna".