martes, 8 de enero de 2013

Leopoldo Brizuela en El Salvador

Luego de recibir el premio Alfaguara y en el marco de promoción de Una misma noche, Leopoldo Brizuela visitó El Salvador el 26 de Julio de 2012. Puesto que nuestro club ha establecido que cada mes de enero hemos de leer el libro ganador de dicho premio, y en vista de nuestro gran interés en toda actividad relacionada con la lectura, asistimos a la presentación del libro organizada por Prisa Ediciones. Ahí pudimos escuchar de boca del autor un poco de sus motivaciones para escribir sobre los temas centrales del libro: el terrorismo de estado, la confusa y convulsa época de las dictaduras militares de los años setenta en la República Argentina y en el resto de América Latina, y su visión personal de la manera en que los ciudadanos comunes solemos reaccionar ante momentos y situaciones que, por converger en determinada coyuntura histórica, nos corresponde vivir. 

Brizuela asegura, sin embargo, que por sobre todos los temas abordados se yergue el de la memoria, ese ejercicio de discriminación de recuerdos borrados, negados o atesorados según el peso que le dimos en su momento a cada una de nuestras experiencias de vida. Sus argumentos para insistir en revivir la época de las dictaduras, un tema que para muchos resulta bastante trillado, son tan simples como auténticos: “Escribo sobre esto porque quiero. Este era un tema que debía tratar en un libro que debía escribir.” 

Y esa fue también mi impresión de Leopoldo Brizuela: un tipo auténtico que no parece disfrutar tanto del premio y de la atención captada por haberlo ganado, como del placer de escribir sobre lo que le apasiona. Más allá de su saludo y sonrisa amables, de que se fotografiara con los miembros de nuestro club de lectura, y de que firmara y dedicara nuestros ejemplares de Una misma noche con algún texto simpático que ahora reviste un valor especial para algunos de nosotros; el escritor se mostró como un tipo mesurado en sus respuestas, siempre prudente sin dejar de ser directo. Sobre todo por el hecho de haber sido expuesto a una entrevista conducida terriblemente por la anfitriona del evento, y a una serie de preguntas mal formuladas (algunas de las cuales ni siquiera fueron interrogantes, sino comentarios cuasi declaraciones de conocimiento) por parte de la audiencia.


Y bueno, no siempre se presenta la oportunidad de fotografiarse con un escritor reconocido, menos aun mientras este se encuentra en medio del ruido que genera alzarse con un premio como el Alfaguara.

He aquí algunas imágenes de la experiencia:





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