viernes, 10 de mayo de 2019

Chesterton el detective (I)

El hombre que sabía demasiado, título que no deja de buscar a Hitchcock,* es una pequeña colección de relatos detectivescos publicados en 1922 por el periodista Gilbert Keith Chesterton. Este libro forma parte del amplio trabajo y disfrute de Chesterton por el género policial o de detectives, en el cual encontró los ejercicios espirituales de la poesía, moral, razón y fe. A Chesterton le interesan dos asuntos: explicar el relato de detectives y defender el relato de detectives. Mi intención es presentar la perspectiva chestertoniana del género policial o de detectives, previo a la lectura del libro de junio, la cual debería ser contrastada no solo con los grandes íconos del género, sino con la naturaleza humana y la realidad misma para calificar a Chesterton de acertado o errado. 

En el ensayo Defensa de las novelas de detectives, Chesterton encuentra necesario remover a la novela de detectives de las categorías "popular" o "impopular", y el vínculo que estas guardan con la capacidad literaria. Para él, existe la idea de que al populacho le gustan las novelas policiales por el simple hecho de que a ellos les gusta la "mala" literatura. Esto podría explicar el tremendo éxito comercial que han experimentado algunos relatos policiales o detectivescos -como los libros de Agatha Christie-, los cuales tienen de base la persistente explicación de que son mala literatura y carecen de sutilezas artísticas.

Para Chesterton los policías y detectives, son poesía 

Chesterton encuentra en el género policial “la primera y única forma de literatura popular en que se expresa algún sentido de la poesía moderna” (p. 343). Chesterton indica que el detective que busca resolver el misterio de un crimen, atraviesa la ciudad entre callejuelas, humo y la diáfana niebla vespertina -dicho sea de paso, una imagen muy londinense-, y evoca un sentido de lo poético que se sobrepone a la perspectiva clásica que insiste en la naturaleza y lo salvaje como ideal terreno de la poesía. En nuestros tiempos, aún persiste la idea de que arrancar una rosa, resulta más poético que regalar un azulejo roto del piso de un hotel. 

Chesterton se vale de una desmitificación de la naturaleza -cosa que solo la alcanza a través de la figura de San Francisco de Asís, ya que el legado franciscano es revelar la hermandad que existe entre la humanidad y la naturaleza, contrario al sometimiento parental propuesto por el paganismo-  y alza la condición humana como una cosa consciente y voluntaria. Cito “pues mientras la naturaleza es un caos de fuerzas inconscientes, la ciudad es un caos de fuerzas conscientes”. (op.cit) La novela de detectives se mueve dentro de los códices, jeroglíficos y enigmas que se circunscriben en la ciudad, en lo frío del cemento, en lo gris de la ciudad. En la novela policial, Chesterton nos dice que todas las cosas están hablando, ya que estas se convierten en símbolo de algo, marcas de un secreto; el libro faltante, la mancha en la alfombra, el lápiz quebrado, la puerta entreabierta, son signos que hay que interpretar. Este proceso de representación, donde una cosa puede asumir la forma de otra, es para Chesterton el carácter poético de las novelas policiales. 

El ‘caos de las fuerzas conscientes’ tiene una profundidad cristiana para Chesterton, ya que remembra la figura de Adán, figura de rebelión y separación, para explicar que los humanos, su civilización, son un sistema de separación y rebelión. La silueta del crimen, las manchas de sangre sobre el adoquinado, son recordatorio del mundo caótico y sin manubrio en el que nos encontramos. La poesía vuelve a encontrar una nueva manifestación, y es, según Chesterton, en el policía, el detective, ya que este se opone a la impasible y conservadora posición del criminal plácidamente dormido sobre los caballos desbocados de la civilización. La poética de Chesterton, en el semblante del detective y el policía, sería: “la moralidad -cuyo agente es el policía- es la más oscura y atrevida de las conspiraciones” (p. 345); esta idea, ya la había desarrollado en El hombre que fue jueves, donde su intención era oponerse al caos, a través del orden, en una rebelión dirigida a la rebelión misma. De esta manera Chesterton rescata la prosaica justicia a la que había sido sometido el detective y el policía, concebido como sujeto vulgar y carente de sutilezas literarias y poéticas.

Sobre este plano, no pasa desapercibido que para Chesterton resulte más interesante y complejo Chevalier Auguste Dupin de Edgar Allan Poe, que el Holmes de Conan Doyle. En su ensayo, Sherlock Holmes, Chesterton enfrenta estas dos figuras clásicas del género y concluye que:
Pero el mayor error de concepto de Sherlock Holmes sigue sin señalarse: me refiero al error de presentar al detective como alguien indiferente a la filosofía y la poesía, lo que parecía implicar que la filosofía y la poesía no eran buenas para el detective. En eso es eclipsado de un plumazo por el cerebro más osado y brillante de Poe, quien cuidadosamente declara que Dupin no solo admiraba y confiaba en la poesía, sino que era él mismo un poeta. Sherlock Holmes habría sido mejor detective si hubiera sido un filósofo, si hubiera sido un poeta, e incluso su hubiera sido una amante (p. 331). 

Para Chesterton, la poesía y la filosofía tienen un carácter artístico, estético -y definitivamente ético- ambas permiten: interpretar, significar y afrontar la realidad apañados de los detalles que configuran el mundo y que entraman un crimen. 

No solo es Holmes interpretado por Downey Jr. o el de Cumberbatch, es también el Holmes de Sir Arthur Conan Doyle que tiene un problema que solo la poesía puede solucionar: ayudar al más grande detective a encontrar las diferencias entre un esposo y un abogado, entre una divorciada y una viuda, entre una mujer enamorada y una mujer desnuda. 

Continuará.

* Alfred Hitchcock dirigió dos películas con el título del mismo libro de Chesterton. La película de 1956, es un remake de la versión de 1934.

** Para la siguiente entrada, me he valido del libro Correr tras el propio sombrero (y otros ensayos) de G. K. Chesterton, de Editorial Acantilado, 2010. 

2 comentarios :

  1. Belleza pura Alex. Ya quiero que llegue el libro de junio para tenerte como moderador!! Saludos!! =)

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  2. Espero que todos lo disfruten!! Gracias por comentar Ma. Ofelia! Un abrazo.

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