
No soy un gran fanático de la literatura y el cine de terror como se conciben actualmente, lo admito. Quizá mi reticencia derive de alguna experiencia inexplicable que, sin llegar a convertirme en un desertor del pensamiento escéptico, al menos me ha obligado a tomar prudente distancia de algunos cultos, ritos y conceptos que no paso como mero entretenimiento. Y no obstante, puedo consumir sin traumas ni pesadillas cualquier material relacionado...