sábado, 4 de octubre de 2014

Los psicoanálisis del club




Parece que el 2014 será para el Club de la Buena Estrella un año bastante psicológico, partiendo desde Anna Karenina que a pesar de ser una "historia de amor", nos invitaba a estudiar la psicología de sus personajes; y siguiendo con los psicoanálisis de Zeno y Leonor, protagonistas de los libros de Julio y Septiembre respectivamente, que nos introducen a ese mundo de introspecciones y recuerdos del personaje que normalmente más problemas nos da a los seres humanos, nosotros mismos.
Es curioso como ambos inician escribiendo sobre sus vidas por instrucciones de sus respectivos doctores (nada discretos por cierto) para que, por medio de ese desahogo, puedan encontrar la cura de sus males, la adicción al tabaco del primero y la crisis nerviosa sufrida por la segunda.

Como lectora puedo decir que ambos libros me parecieron interesantes, aunque el primero por su extensión, perdió mi atención dentro de tantas palabras que no decían nada nuevo (por lo menos para mí) en oposición al segundo que en mucho menos páginas me contó mucho más cosas.

Creo que lo mejor es ir en orden y tomando como pretexto el psicoanálisis me permitiré opinar de los dos. 

Un Zeno sin conciencia


Este libro para mí inició muy bien, buena narrativa, un cinismo muy bien manejado que me encantó y que se mantuvo durante todo el libro pero, al final, las cosas escritas por Zeno eran más interesantes por la forma en que las contaba, que por el verdadero contenido.

Zeno es un personaje extremadamente simple, y lo que en un principio fue interés de leer, al final se convirtió en fuerza de voluntad para no dejarlo a medias, para terminar un libro del cual tengo la certeza que no volveré a abrir.





Algunos libros del Club no los he podido terminar, pero tengo el firme propósito de hacerlo cuando tenga tiempo. Sin embargo, con Zeno no podía correr ese riesgo, o lo terminaba ahora o no lo hacia nunca, y terminarlo tuvo el costo de no leer el libro de agosto el cual pasó a mi fila de los "pendientes". 

Por lo anterior parecería que Zeno y su conciencia fueron una tortura, pero no fue así, simplemente sentía que me estaba contando lo mismo una y otra vez, aderezándolo con personajes distintos, con situaciones o lugares un poco diferentes pero al final era lo mismo. Zeno es un egocéntrico que ha tenido la vida resuelta siempre, nunca ha tenido que tomar una decisión en su vida, no sabe como hacerlo y tampoco quiere averiguarlo, deja que los otros decidan por él y eso se le antoja demasiado cómodo para cambiarlo y hacer algo por sus propios medios; por lo mismo, no terminó ninguna carrera, eso supondría asumir que "sabe hacer algo" y para las personas cómodas es mejor que los demás los crean incompetentes, así no esperan nada de ellos.

Además de la narrativa y lo bien escrito que está, me gustó mucho el final, ya que Zeno eternamente lleno de achaques, de esos que las personas que no hacen nada adolecen o mejor dicho se inventan, empieza a sentirse vivo en medio de la guerra, una guerra que lo alejó de todo lo que lo protegía: su familia sus empleados, etc. Y para mi fue una tenue luz al final del túnel ver que ya entrado en años Zeno por fin se hacia cargo de su vida, sus negocios y que no lo hacia tan mal, con lo que finalmente pude decir, ¡al fin se nos creció el bicho!.


Una ladina muy (a)compleja(da)


Lo que tiene de simple el personaje de Zeno, lo compensa con creces la complicada Leonor de "Corazón ladino". Esa personalidad acomplejada y sufrida, logra despertar el interés en todo el libro. La pobre Leonor no encaja (o no quiere encajar)  en ningún lugar, los blancos la desprecian por su parte india y los indios no la aceptan por su parte blanca, es demasiado para Jacinto pero muy poco para Gustaf, no puede lucir orgullosa un traje regional porque no lo siente suyo, pero pareciera que tampoco está cómoda con la ropa de la capital, no tiene ninguna amiga en el pueblo, ya que nadie es de su nivel, pero este nivel no le alcanza para ser amiga de Johanna. En fin, pareciera que Leonor vive en una especie de limbo que la protege del infierno sin permitirle ver el cielo.

A Leonor le pasan tantas cosas internamente que no necesita tener grandes aventuras para ser un personaje interesante, que nos muestra como una educación y cultura opresoras, pueden dejar a un individuo a la deriva, sin saber donde pertenece, sin sentirse dueño de su vida, deseando ser la primera suicida de un pueblo que nunca ha tenido uno.

Algunas conclusiones sobre ambos libros

  1. Es interesante ver como sin importar la época y la cultura, se pretende en la mayoría de las veces, resaltar la sumisión de la mujer, no importa que Augusta la esposa de Zeno, sea rica, fina y educada, se somete a su esposo casi con la misma humildad que se somete al suyo la madre de Leonor, que proviene de indígenas y cuyo protagonismo es tan limitado que ni siquiera se nos permite conocer su nombre. Ambas mujeres parecieran estar en deuda con sus esposos por casarse con ellas a pesar de no merecerlos del todo, una por fea y la otra por indígena.

  2. También me llama la atención como en lugares y tiempos diferentes, consideran la belleza de la mujer como un requisito indispensable para ser completa.
    La amante de Zeno en una confusión, cree que la esposa de éste es su bella cuñada Ada y enseguida se siente mal por causarle dolor a una mujer tan hermosa, y Zeno tiene la plena seguridad de que Augusta no hubiera sido capaz de provocar ese sentimiento, como si ésta por ser poco agraciada no tuviera derecho a la fidelidad de su esposo.
    En Corazón ladino, por su parte, lo que más le duele a Leonor sobre la amante de Andrew (a quien no ama) es que sea fea y poco femenina. Es decir, que si hubiera sido bella estaría justificada la infidelidad, según la lógica de la protagonista.

  3. A Zeno le rescato que por lo menos es capaz de amar a Augusta, a su manera, pero la ama. Leonor no tiene esa capacidad, no sabe quien es, no tiene claro ni qué siente por ella misma como para poder decir que sabe amar a otra persona, no creo que ame a Gustaf, ni siquiera estoy segura de lo que siente hacia sus padres, la personalidad de Leonor para mí, está completamente mutilada.
Por otro lado, es curioso que exceptuando uno, ningún personaje de ambos libros me gustó o me disgustó, quizás porque los vi como personajes en una consulta de médico, no me permití desarrollar por ellos ninguna antipatía o aprecio, Zeno es muy simple y Leonor es producto de su educación, no puedo decir que me caigan bien o mal, el único personaje por el cual sentí algo es por Andrew, y lo que sentí fue miedo, está demasiado perturbado para odiarlo, creo que debería estar internado, tiene muchos problemas y es un ser muy retorcido.

Ya para finalizar esta larga reflexión, la pregunta de rigor ¿volvería a leer algo de estos autores?

De Ítalo Svevo sí, con la reserva de verificar antes la extensión del libro, si es muy largo no creo que me entusiasme mucho.

De Yolanda Consuegra un definitivo y mayúsculo SI, es muy gratificante ver que en nuestro país tenemos tanta calidad.

1 comentario :

  1. Hola Stephanie! gracias por tus comentarios. Yo también noté la similitud del método para comenzar a contar una historia personal. Eso de escribir tus memorias parece ya estandarizado por los psicoanalistas!!! ¿verdad?...

    Comparto con vos algunas de las conclusiones que sacas. Que suerte hemos tenido de que estos libros han permitido hacer discusiones tan bonitas en el club. Gracias por estar cerquita aunque no siempre podás llegar a las reuniones.

    A mí el personaje de Zeno me pareció pusilánime pero brutalmente honesto. Es como escuchar a alguien hablándose permanentemente a sí mismo, con la confianza de que nunca nadie podrá saber todas sus miserias. Algo parecido a las Memorias del Subsuelo de Dostoyevski.

    Por supuesto que en ese ejercicio saldrán cosas de las que no nos vamos a enorgullecer, pero nos ayuda a ver quienes somos en realidad y de lo que somos capaces de hacer. A mí ese libro me gustó muchísimo.

    Con Corazón ladino tengo otro tipo de consideraciones. El personaje de Leonor es tan claro como aquellas pinturas de indígenas que uno puede comprar en Panajachel o en Antigua. Con una sencillez atractiva. Siempre en medio del paisaje y de volcanes. A mi me pareció cuando leí el libro, estar viendo uno de estos cuadros mientras me imaginaba la historia de la chica dibujada. Me evoca un montón de sensaciones al recordarme a mi misma caminando en alguna calle empedrada llena de flores y neblina. De ahí para allá, la historia es una suerte de decisiones que enredan la historia, pero que por distintas razones nos pueden suceder a cualquiera, con otros matices y otros motivos, pero que es la maraña de la vida.

    Ojalá que ya hallas empezado a leer "El ladrón" y nos compartas tus comentarios por aquí.

    Un gran abrazo.

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