Albert Camus nació en Mondovi, Argelia (colonia francesa), el 7 de noviembre de 1913 y fue un novelista, ensayista, dramaturgo, filósofo y periodista. Precisamente este año se celebra el centenario de su nacimiento.
En su variada obra desarrolló un humanismo fundado en la conciencia del absurdo de la condición humana. En 1957, a la edad de 44 años, se le concedió el Premio Nobel de Literatura por «el conjunto de una obra que pone de relieve los problemas que se plantean en la conciencia de los hombres de hoy».
Biografía
Albert Camus nació en una familia de colonos franceses (pieds-noirs) dedicados al cultivo del anacardo marañón*, en el departamento de Constantina. Su madre, Catalina Elena Sintes, nacida en Birkadem (Argelia), y de familia originaria de Menorca, era analfabeta y casi totalmente sorda, fue quien enseñó a Albert Camus tanto el español como el catalán, idiomas ambos que dominaba perfectamente. Su padre, Lucien Camus trabajaba en una finca vitivinícola, cerca de Mondovi, para un comerciante de vinos de Argel, y era de origen alsaciano, como otros muchos pieds-noirs que habían huido tras la anexión de Alsacia por Alemania tras la Guerra Franco-Prusiana. Movilizado durante la Primera Guerra Mundial, es herido en combate durante la Batalla del Marne y fallece en el hospital de Saint-Brieuc el 17 de octubre de 1914, hecho que propicia el traslado de la familia a Argel a casa de su abuela materna.
De su progenitor, Albert sólo conserva una fotografía y una significativa anécdota: su señalada repugnancia ante el espectáculo de una ejecución capital. Ubicados en Argel, Camus realiza allí sus estudios, alentado por sus profesores, especialmente Louis Germain, en la escuela primaria, a quien guardará total gratitud, hasta el punto de dedicarle su discurso del Premio Nobel; y también Jean Grenier, en el instituto, quien lo inició en la lectura de los filósofos, y especialmente le dio a conocer a Nietzsche.
Comenzó a escribir a muy temprana edad: sus primeros textos fueron publicados en la revista Sud en 1932. Tras la obtención del bachillerato, obtiene un diploma de estudios superiores en letras, en la rama de filosofía. La tuberculosis le impide participar en el examen de licenciatura.
En 1935 comenzó a escribir El revés y el derecho que fue publicado dos años más tarde. En Argel funda el Teatro del Trabajo que en 1937 reemplaza por El Teatro del Equipo. En esos años, Albert Camus abandona el Partido Comunista por serias discrepancias, como el Pacto germano-soviético y su apoyo a la autonomía del PC de Argelia respecto al Partido Comunista Francés.
Entra a trabajar en el Diario del Frente Popular, creado por Pascal Pia: su investigación La miseria de la Kabylia tiene un resonante impacto. En 1940, el Gobierno General de Argelia prohíbe la publicación del diario y maniobra para que Camus no pueda encontrar trabajo. Camus emigra entonces a París y trabaja como secretario de redacción en el diario Paris-Soir. En 1943, trabaja como lector de textos para Gallimard, importante casa editorial parisina, y toma la dirección de Combat cuando Pascal Pia es llamado a ocupar otras funciones en la Resistencia contra los alemanes.
El anarquista Andre Prudhommeaux lo presentó, en 1948, por primera vez, en el movimiento libertario, en una reunión del Círculo de Estudiantes Anarquistas, como simpatizante que ya estaba familiarizado con el pensamiento anarquista. Camus escribió a partir de entonces para publicaciones anarquistas, siendo articulista de Le Libertaire (precursor inmediato de Le Monde libertaire), Le révolution proletarienne y Solidaridad Obrera (de la CNT). Camus, junto a los anarquistas, expresó su apoyo a la revuelta de 1953 en Alemania Oriental. Estuvo apoyando a los anarquistas en 1956, primero a favor del levantamiento de los trabajadores en Poznan, Polonia, y luego, en la Revolución húngara. Fue miembro de la Fédération Anarchiste.
Su enfrentamiento con Jean-Paul Sartre tiene lugar en 1952 tras la publicación en Les Temps Modernes del artículo que éste encargó a Francis Jeanson, donde reprochaba a Camus que su rebeldía era «deliberadamente estética» expresada principalmente en la obra de Camus El mito de Sísifo. En 1956, en Argel, Camus lanza su «Llamada a la tregua civil», pidiendo a los combatientes del movimiento independentista argelino y al ejército francés, enfrentados en una crudelísima guerra sin cuartel, el respeto y la protección sin condiciones para la población civil. Mientras leía su texto, afuera, una turba heterogénea lo injuriaba, y pedía su muerte a gritos. Para él, en aquella guerra, su lealtad y su amor por Francia, no impedía el cabal conocimiento de la injusticia que vivía el pueblo argelino, depauperado y humillado, como tampoco podía impedir su amor por Argelia que se reconociera deudor de una lengua, una cultura y una sensibilidad política y social indisolublemente unidas a Francia.
Existen corrientes de opinión que afirman que esta ruptura nunca tuvo lugar realmente. La confusión entre las cartas a Sartre enviadas en la década del 1932 al 1954 fue el indicador de que Camus negaba su influencia, achacándola a 'malentendidos intencionados'. Futuras indagaciones siembran dudas sobre la autoría real de esas cartas.
Tumba en Lourmarin
Al margen de las corrientes filosóficas, Camus elaboró una reflexión sobre la condición humana. Rechazando la fórmula de un acto de fe en Dios, en la historia o en la razón, se opuso simultáneamente al cristianismo, al marxismo y al existencialismo. No dejó de luchar contra todas las ideologías y las abstracciones que alejan al hombre de lo humano. Lo definió como la Filosofía del absurdo, además de haber sido un convencido anarquista, dedicando parte importante de su libro "El hombre rebelde" a exponer, cuestionar y filosofar sobre sus convicciones, y demostrar lo destructivo de toda ideología que proponga una finalidad en la historia.
Camus murió el 4 de enero de 1960 en un accidente de coche cerca de Le Petit-Villeblevin, sobre cuyas causas se han publicado posteriormente especulaciones no confirmadas. Entre los papeles que se le encontraron, había un manuscrito inconcluso, "El primer hombre", de fuerte contenido autobiográfico y gran belleza. Camus fue enterrado en Lourmarin, pueblo del sur de Francia donde había comprado una casa.
Comentarios de quienes lo conocieron de cerca
Era un hombre intenso y austero, cálido y tenso, sensual y puritano, capaz de completar sus frases, alguien de la familia de Montaigne, Pascal y Nietzsche, un intelectual más ejemplar que doctrinario, más testigo que juez, más contagioso que persuasivo. Supo decir no al espíritu de una época cuya herencia llena todavía los periódicos: la del colonialismo, los totalitarismos y el terrorismo: "Sólo siento aversión", decía, "hacia esos servidores de la justicia que piensan que únicamente podemos prestar un buen servicio entregando varias generaciones a la injusticia".
(Jean Daniel, periodista y amigo de Albert Camus)
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Descubro después de un prólogo tan largo y gratuito que casi no me queda espacio para hablar de lo que me ha apasionado, de un libro de papel que voy a guardar como una joya cuando el acto de leer solo sea coto privado de una máquina. Está dedicado a un fulano que se parecía a Bogart. No solo por lo bien que le quedaban las gabardinas y por fumar con estilo. Pero no era un complejo canalla. Era fundamentalmente honrado, profundo, terrible, lírico, magnético y de verdad. Se llamaba Albert Camus, estaba desoladamente convencido de que “no existe amor a la vida sin desesperación”, de que “los hombres mueren y no son felices”, de que “nosotros hemos desterrado a la belleza, mientras los griegos empuñaron las armas por ella”, de que “no quiero ante este mundo mentir ni que me mientan. Una verdad es algo que crece y se afirma. Es una obra que realizar. Y esa obra es lo que hay que perseguir en el papel y en la vida con todos los recursos de la lucidez”.
Mi padre es un recuerdo luminoso, de un hombre muy vivo, divertido y severo, y tierno. No puedo hablar del escritor, aunque le veía escribir, ni siquiera sabía que era famoso. Comprendí que era célebre cuando murió. A mis 34 años me dijeron que tenía que hacerme cargo de la gestión de su obra. Entonces yo sabía lo que había escrito, lo había leído. Pero además conocía el interior, porque mi padre se parece a su obra. No hay una dicotomía; su obra es tal y como era él. Mi padre fue el hombre rebelde, “un hombre que dice no. Pero aunque rechace su renuncia también es un hombre que dice sí desde el primer acto”. Fue también aquel maravilloso imprudente que aseguró que entre su madre y la justicia se quedaba con su madre.
(Catherine Camus, hija del autor)
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He recibido, enviado por ti, el libro Camus, que ha tenido a bien dedicarme su autor, el señor J.-Cl.Brisville.
Soy incapaz de expresar la alegría que me has dado con la gentileza de tu gesto y no sé cómo agradecértelo. Si fuera posible, abrazaría muy fuerte al mocetón en que te has convertido y que seguirá siendo para mí "mi pequeño Camus".
Todavía no he leído la obra, salvo las primeras páginas. ¿Quién es Camus? Tengo la impresión de que los que tratan de penetrar en tu personalidad no lo consiguen. Siempre has mostrado un pudor instintivo ante la idea de descubrir tu naturaleza, tus sentimientos. Cuando mejor lo consigues es cuando eres simple, directo. ¡Y ahora, bueno! Esas impresiones me las dabas en clase. El pedagogo que quiere desempeñar concienzudamente su oficio no descuida ninguna ocasión para conocer a sus alumnos, sus hijos, y éstas se presentan constantemente. Una respuesta, un gesto, una mirada, son ampliamente reveladores. Creo conocer bien al simpático hombrecito que eras, y el niño, muy a menudo, contiene en germen al hombre que llegará a ser. El placer de estar en clase resplandecía en toda tu persona. Tu cara expresaba optimismo. [...]
He visto la lista en constante aumento de las obras que te están dedicadas o que hablan de ti. Y es para mí una satisfacción muy grande comprobar que tu celebridad (es la pura verdad) no se te ha subido a la cabeza. Sigues siendo Camus: bravo. [...]
(Carta dirigida a Albert Camus por su maestro de la escuela primaria, Louis Germain Martin)
Temáticas de sus obras
Entre sus principales obras se encuentra "El extranjero", novela en la que describe las vicisitudes de un individuo incapaz de expresar «sentimientos» o de forjarse una «moral» acordes, que vive la escisión entre razón-sensación-emoción, y reacciona sin razón ni motivo aparente.
En otra de sus obras, El mito de Sísifo, ensayo literario de esencia filosófica que describe «El sentimiento del Absurdo», el reconocimiento profundo de la inanidad, y la intrascendencia del hombre enfrentado al cosmos, a su destino y a la historia, sólo rescatado cuando actúa «como si» pudiera cambiar el universo.
Principales obras
Novelas y relatos
La muerte feliz (La mort heureuse) (1937), publicada por primera vez en 1971 ya que Camus la abandonó para escribir El extranjero.
El extranjero (L'étranger) (1942)
La peste (La peste) (1947)
La caída (La chute) (1956)
El exilio y el reino (L'exil et le royaume) (1957)
Obras teatrales
Calígula (Caligula) (1944)
El malentendido (Le malentendu) (1944)
Estado de sitio (L'état de siège) (1948)
Los justos (Les justes) (1950)
Los posesos (1959)
Ensayos
Bodas (Noces) (1939)
El mito de Sísifo (Le mythe de Sisyphe) (1942)
Cartas a un amigo alemán (Lettres à un ami allemand) (1948)
El hombre rebelde (L'homme révolté) (1951)
El verano (L'Été) (1954)
Reflexiones sobre la guillotina (Réflexions sur la guillotine) (1957)
Otras obras
El revés y el derecho (L'envers et l'endroit) (1937)
El primer hombre (Le premier homme) (inconcluso, publicado por su hija en 1994)
¿Cultivo del anacardo? Esto en el Pulgarcito se llama "marañón". Es en España, que se llama "anacardo". Por favor, corrige esas palabras de esos conquistadores que vinieron y nos huevearon el oro, dejándonos espejitos. De ellos no queremos ni los nombres.
ResponderEliminarhttp://es.wikipedia.org/wiki/Anacardium_occidentale
Errare humanum est (et humor est sanus):
ResponderEliminar* Se reemplaza la palabra "anacardo" y en su lugar se escribe "marañón", atendiendo la queja manifestada por el amigo Chent, honorable integrante de nuestro club de lectura, porfiado profeta de la no ficción, e ilustre español que no desciende de los conquistadores de América y que por el contrario ha abrazado el salvadoreñismo hasta volverse más guanaco que las pupusas. ;)
Pues sí, la verdad es que como soy más salvadoreño que los tamales pisque exigía el término de marañón.
ResponderEliminarLo curioso es que los marañones no existían en España hasta hace unos diez años, después de que yo llegué de El Salvador. Ahora, cuando mi familia en España dice que va a comprar "anacardos", me dan ganas de gritarles: ¡se llaman marañones, crts! jaja
Que rico haber leído nuevamente y con detenimiento este post. Leer lo que opinan los que estuvieron cerca de un hombre brillante es inspirador. Sobretodo por el relieve de la parte humana señalada en la opinión de todos. Gracias Henry =)
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