En Francia, el debate por mantener el control de Argelia, entonces hogar de un millón de colonos europeos, debilitó al país y casi condujo a la guerra civil. En 1958, un año después del premio Nobel de Camus, la cuarta república Francesa, débil e inestable, llevó a la Quinta República, que se apoya en un fuerte poder ejecutivo. Charles de Gaulle mantuvo el país unido mientras que toma el camino al extremo de la guerra.
La guerra de independencia de Argelia (también llamada Guerra de Argelia o Guerra de Liberación de Argelia) tuvo lugar entre 1954 y 1962 y fue un periodo de lucha del Frente Nacional de Liberación de Argelia (FLN) apoyado por habitantes originales del país en contra de la colonización francesa establecida en Argelia desde 1830.
Tras la Primera Guerra Mundial, en la sociedad argelina empezó a crecer el sentimiento de la independencia. Muchos militares argelinos que habían colaborado en liberar Francia, se vieron frustrados por el trato que la metrópoli daba a los ciudadanos nativos.
Después de la guerra de Indochina, fueron bastantes los soldados argelinos que empezaron a considerar que era el momento de obtener la independencia para Argelia. La guerra se llevó a cabo en forma de lucha de guerrillas y enfrentamientos contra el ejército francés y las unidades adicionales de origen local llamadas Harkis. Hoy en Argelia el término Harki se utiliza como sinónimo de traidor.
Los civiles de origen europeo y argelino fueron desde el principio blanco de atentados terroristas por parte tanto del FLN como de las organizaciones terroristas armadas pro-francesas OAS. Hubo varios episodios muy sangrientos como el ocurrido en El Alia. Sobre el número de muertos se habla de una cifra de 33.000 franceses y un número superior de argelinos. El FLN habla en torno al millón de muertos, aunque hay autores que rebajan el número de muertos argelinos y recuerdan, que el FLN mató a todo argelino que según ellos colaboró con los franceses. Hay autores que dicen que en 1962 hubo más muertes que en otros años. Los guerrilleros independentistas se autodenominaban djounoud o muyahidines.
El ejército francés respondió por su parte tratando de obtener el máximo de información, en particular utilizando la tortura, para localizar a los responsables de atentados, lo que se agudizó durante la batalla de Argel. El FLN luchó también contra otras corrientes nacionalistas, resultando esta corriente la predominante. La guerra terminó con el reconocimiento, por parte de Francia, a través de los acuerdos de Evian de la independencia de Argelia el 5 de julio de 1962, apenas dos años después de la prematura muerte de Camus.
3. ¿Qué es el existencialismo?
Existencialismo es el nombre que se usa para designar a una corriente filosófica o de pensamiento considerada desde el positivismo como de "corte irracionalista" que tuvo su origen en el siglo XIX y se prolongó más o menos hasta la segunda mitad del siglo XX, aunque el existencialismo en sí atraviesa a toda la historia de la humanidad (por ejemplo en la Epopeya de Gilgamesh se encuentran planteamientos llenos de angustia, esperanza, duelo, melancolía, anhelos de eternidad que luego reiterará siempre el existencialismo) ya que sus temas son los capitales de cada ser humano y de todo el conjunto de la humanidad. No se trata de una escuela homogénea ni sistematizada, y sus seguidores se caracterizan principalmente por su reacción contra la filosofía tradicional. Estos filósofos se centraron en el análisis de la condición de la existencia humana, la libertad y la responsabilidad individual, las emociones, así como el significado de la vida.
Uno de sus postulados fundamentales es que en el ser humano "la existencia precede a la esencia" (Sartre), es decir, que no hay una naturaleza humana que determine a los individuos, sino que son sus actos los que determinan quiénes son, así como el significado de sus vidas. El existencialismo defiende que el individuo es libre y totalmente responsable de sus actos. Esto incita en el ser humano la creación de una ética de la responsabilidad individual, apartada de cualquier sistema de creencias externo a él. En líneas generales el existencialismo busca una ética que supere a las moralinas y prejuicios; en esto al observador neófito puede resultarle contradictorio ya que la ética que busca el existencialismo es una ética universal, válida para todos los seres humanos, que muchas veces no coincide con los postulados de las diversas morales particulares de cada una de las culturas preexistentes.
El existencialismo tiene sus antecedentes en el siglo XIX en el pensamiento de Søren Kierkegaard y Friedrich Nietzsche. También, aunque menos directamente, en el pesimismo de Arthur Schopenhauer, así como en las novelas de Fiódor Dostoyevski. En el siglo XX, entre los filósofos más representativos del existencialismo se encuentran Martin Heidegger, Karl Jaspers, Jean-Paul Sartre, Miguel de Unamuno, Simone de Beauvoir y Albert Camus.
Sin embargo el existencialismo recién toma nombre en el siglo XX y particularmente tras las terriblemente traumáticas experiencias que vivió la humanidad durante la Primera Guerra Mundial y la Segunda Guerra Mundial. Durante estos dos conflictos (que podrían ser calificados por una parte como casos extremos de la estupidez que puede tener la humanidad y por la otra -concordando con Hannah Arendt- como las formas en las que la violencia interhumana llega a su apogeo con una banalización del mal) surgieron los pensadores que en el a posteriori se preguntaron explícitamente "¿qué sentido tiene la vida?", "¿para o por qué existe el ser?", o "¿existe la libertad total?".
El existencialismo nace como una reacción frente a las tradiciones filosóficas imperantes, tales como el racionalismo o el empirismo, que buscan descubrir un orden legítimo dentro de la estructura del mundo observable, en donde se pueda obtener el significado universal de las cosas. En los años 1940 y 50, existencialistas franceses como Jean-Paul Sartre, Albert Camus y Simone de Beauvoir dieron a conocer escritos académicos y/o de ficción que popularizaron temas existenciales del tipo de la libertad, la nada, el absurdo, entre otros. Walter Kaufmann describió el existencialismo como "el rechazo a pertenecer a cualquier escuela de pensamiento, el repudiar la adecuación a cualquier cuerpo de creencias, y especialmente de sistemas, y una marcada insatisfacción hacia la filosofía tradicional, que se marca de superficial, académica y alejada de la vida".
Al existencialismo se le ha atribuido un carácter vivencial, ligado a los dilemas, estragos, contradicciones y estupidez humana. Esta corriente filosófica discute y propone soluciones a los problemas más propiamente inherentes a la condición humana, como el absurdo de vivir, la significancia e insignificancia del ser, el dilema en las guerras, el eterno tema del tiempo, la libertad, ya sea física o metafísica, la relación dios-hombre, el ateísmo, la naturaleza del hombre, la vida y la muerte. El existencialismo busca revelar lo que rodea al hombre, haciendo una descripción minuciosa del medio material y abstracto en el que se desenvuelve el individuo (existente), para que éste obtenga una comprensión propia y pueda dar sentido o encontrar una justificación a su existencia. Esta filosofía, a pesar de los ataques provenientes con mayor intensidad de la religiosidad cristiana del siglo XX, busca una justificación para la existencia humana. El existencialismo, de acuerdo a Jean-Paul Sartre, dice que en la naturaleza humana la existencia precede a la esencia (lo que para algunos es un ataque a dogmas religiosos), pensamiento iniciado por Aristóteles y proseguido en Sartre, quien indica que los seres humanos primero existimos y luego adquirimos esencia; es decir, sólo existimos y, mientras vivimos, vamos aprendiendo de los demás humanos que han inventado cosas abstractas; desde Dios hasta la existencia de una esencia humana previa, el humano, entiende Sartre, se libera en cuanto se realiza libremente y esa es su esencia, su esencia parte desde sí para sí .
En términos de la existencia e importancia de Dios, hay tres escuelas de pensamiento existencialista: el existencialismo ateo (representado por Sartre), el existencialismo cristiano (Kierkegaard) y el agnóstico (Camus, Heidegger) cuya propuesta es que la existencia o no de Dios es una cuestión irrelevante para la existencia humana: Dios puede o no existir. Y el problema, tan sólo por tener una idea firme, no soluciona los problemas metafísicos del hombre.
Pensadores próximos
Otros destacados pensadores relacionados al existencialismo, en mayor o menor grado, serían: Edith Stein, Lev Isaákovich Shestov (más conocido en español como León Chestov), Nicola Abbagnano, Nikolai Berdyaev, Albert Camus, Peter Wessel Zapffe, Karl Jaspers, Max Scheler, Simone de Beauvoir, Simone Weil, Abraham Alonzo, Paulo Freire y Emmanuel Mounier.
4. ¿Qué es la filosofía del absurdo?
5. ¿Es Albert Camus un existencialista?
Muchos de los pensadores enumerados anteriormente toman distancia del mote de existencialista, y Camus no es la excepción. Sin embargo, aun cuando Camus no se centra en el análisis de la condición de la existencia humana, la libertad y la responsabilidad individual, las emociones, ni el significado de la vida, toda su filosofía del absurdo parte de la pregunta existencial “¿vale la pena vivir la vida?”
6. ¿Cómo inciden la creencia en Dios y el ateísmo en la percepción del sentido de la vida?
Si Dios existe la vida tiene propósito por cuanto se sustenta en esperanzas cuya concreción eventualmente dará sentido posterior en otro tiempo y lugar a las cosas que no entendemos en este momento.
Si en cambio Dios no existe, entonces la vida carece de propósito. Es casual y azarosa. No hay futuro, cielo, infierno, karma, castigo ni recompensa. Sin embargo, esto no significa que la vida no valga la pena ni se pueda disfrutar. Tampoco implica que quien niega a Dios vive sin ningún tipo de reglas ni principios. No descubro nada al decir que hay verdades fundamentales y leyes primarias, cuyo cumplimiento no depende necesariamente de la existencia de alguna ley impuesta por una autoridad superior. El mandamiento "No matarás" es sólo una confirmación del sentimiento de anti-naturalidad y desconcierto que nos genera la muerte provocada.
En conclusión, negar a Dios obliga a tomar las riendas, a ejercer autodeterminación, a crear un código propio y vivirlo o derogarlo a juicio y conveniencia propios. Es aceptar que estamos solos, que esta vida es todo cuanto hay, y que todo depende de nosotros mismos. Esa, por supuesto, sería una realidad terrible de aceptar para cualquiera, pero horrorosamente trágica para la inmensa mayoría de los seres humanos, acostumbrados a depender, a pedir, a esperar, a creer y a aferrarse con desesperación a un asidero sólido, permanente, poderoso, infalible, confiable y amoroso.
7. ¿Qué motiva al suicidio desde el punto de vista de Camus?
El suicidio, como una gran obra, se gesta en silencio y toma tiempo. No es producto del entorno únicamente. El gusano se agazapa en el corazón del hombre.
Sin embargo, la gente no se suicida por reflexión. Lo que desencadena la crisis casi siempre es incontrolable. Tener una razón para vivir es a su vez haber encontrado una buena razón para morir. La pérdida del objeto de devoción supone la tragedia y el arribo a la conclusión de que la vida no vale la pena. Es el producto de descubrir que la vida carece de sentido, que el mundo que nos rodea supera lo que podemos comprender o aceptar, y en consecuencia nos excede y nos aplasta.
8. ¿Qué determina la importancia de las cosas según Camus?
La importancia de las cosas dependerá de a que nos obligan. Si algo no nos obliga ni nos mueve a nada, queda evidenciado que se trata de un asunto baladí.
9. ¿Qué es el argumento ontológico?
El argumento ontológico para la existencia de Dios es un razonamiento apriorístico que pretende probar la existencia de Dios empleando únicamente la razón; esto es, que se basa únicamente —siguiendo la terminología kantiana— en premisas analíticas, a priori y necesarias para concluir que Dios existe. La sola noción de Dios implica que existe.
Vincenzo Gioberti, filósofo católico italiano de principios del siglo XIX, representa una forma de ontologismo, en lo que esta doctrina supone de superación del subjetivismo moderno inaugurado por Descartes. El intento giobertiano es de matiz platónico, tal como ha sido reinterpretado y sublimado por el realismo cristiano. Gioberti estima que la dualidad Dios-mundo, infinito-finito, es insuprimible, y la inteligibilidad de esta dualidad hay que encontrarla en la intuición. Es la intuición, y no la reflexión, y mucho menos la abstracción, la que nos presenta la «idea» como objeto inmediato del conocimiento. Esta «idea» no es una elaboración de la mente, sino que condiciona cualquier conocimiento, ya que es innata a la mente. La «idea» es primitiva, indemostrable, evidente y cierta por sí misma, dice textualmente Gioberti. (Introduzione allo studio della filosofía, cap. III).
La primera idea de la mente es la «idea primerísima», es decir, Dios. Il primo psicológico, para decirlo con palabras de Gioberti, es il primo ontológico. Para Gioberti, el Ente se revela en lo existente, pero lo existente no puede ser ni conocido ni pensado si no está en relación real y cognoscitiva con el Ente. La trascendencia del Ente es, pues, para Gioberti, una trascendencia muy peculiar, al otorgar a la creación divina una causalidad integral imparejable con las causas segundas
10. Según Camus, ¿cómo se consigue un equilibrio entre claridad y emoción a partir de los métodos de pensamiento, el de Perogrullo y el de Don Quijote?
En una punta de la necedad y el ridículo, Perogrullo ve y señala lo evidente, lo que todo el mundo sabe. Al otro extremo de la necedad y el ridículo, Don Quijote imagina, aspira a intangibles, elucubra y fantasea al límite de lo febril. El primero da claridad, el segundo da emoción. El uno da evidencia, el otro da lirismo.
11. ¿Por qué dice Camus que matarse es confesar?
Es confesar que se ha sido sobrepasado por la vida o que no se la comprende. Es confesar que eso no merece la pena. Uno sigue haciendo los gestos que ordena la existencia por muchas razones, la primera es la costumbre. Morir voluntariamente supone que se ha reconocido, aunque sea instintivamente, el carácter irrisorio de esa costumbre, la ausencia de una razón profunda para vivir, el carácter insensato de esa agitación cotidiana y la inutilidad del sufrimiento.
Un mundo que se puede explicar incluso con malas razones es un mundo familiar. Pero uno privado repentinamente de ilusiones y esperanzas le resulta extraño al hombre.
12. Aun cuando Camus establece que los humanos tenemos el afán natural de racionalizar, ¿cuándo, según él, surge el "por qué" existencial?
Cuando se caen los decorados. Levantarse, coger el tranvía, cuatro horas de oficina o de fábrica, la comida, el tranvía, otras cuatro horas de trabajo, el tranvía, la cena, el sueño, el lunes, martes, miércoles, jueves, viernes y sábado, con el mismo ritmo y patrón; es una ruta fácil al principio y por mucho tiempo. Pero un día surge el por qué, y todo comienza con esa lasitud teñida de asombro. El cansancio, el hastío, el desgaste, el despropósito, el sinsentido. El despertar llega y trae como consecuencia (raras veces) el suicidio o (casi siempre) el restablecimiento.
13. ¿Cómo nos conduce la conciencia del tiempo a eso que Camus llama la "rebelión de la carne"?
Durante todos los días de una vida sin brillo, el tiempo nos lleva. Pero siempre llega un momento en el que uno debe llevar al tiempo. Vivimos del porvenir: “mañana”, “más tarde”, “Cuando tengas una posición”, “con los años comprenderás”. Estas inconsecuencias son admirables, pues al fin y al cabo, se trata de morir. Porque un día nos enteramos de nuestra edad. Reconocemos que nos hallamos en cierto momento de una curva que confesamos tener que recorrer. Pertenecemos al tiempo y en él reconocemos, con horror, a nuestro peor enemigo.
El mañana, anhelamos el mañana, cuando debíamos rechazarlo con todo nuestro ser. Esta rebelión de la carne es lo absurdo.
14. ¿Cómo relaciona Camus "la náusea" con el absurdo?
También el hombre segrega lo inhumano. En ciertas horas de lucidez, el aspecto mecánico de los gestos, su pantomima carente de sentido, vuelve estúpido todo cuanto nos rodea. Un hombre habla por teléfono detrás de un tabique de vidrio, no se le oye, pero se ve su mímica sin sentido, y uno se pregunta por qué vive. Este malestar ante la inhumanidad del hombre mismo, esta caída incalculable ante la imagen de lo que somos, esta náusea, como la llama un actor de nuestros días (Sartre) es también lo absurdo.
El extraño que en ciertos segundos viene a nuestro encuentro en el espejo, es el absurdo. Ese hermano familiar que, inquietantes, volvemos a encontrar en nuestras propias fotografías, es también el absurdo.
15. Según Camus, ¿qué tienen en común, Nietzche, Jaspers, Kierkegaard, Kant, Chestov, Heidegger, Scheler, Husserl y los fenomenólogos?
Siempre ha habido hombres dispuestos a defender los derechos de lo irracional, el pensamiento humillado. En el plano lógico y en el plano moral, todos son parte de una familia de espíritus emparentados por su nostalgia, opuestos por sus métodos o sus fines, pero dedicados con afán a cerrar la vía real de la razón y a volver a encontrar los rectos caminos de la verdad.
Cualesquiera que sean o hayan sido sus ambiciones, todos han partido de este universo indecible en el que reinan la contradicción, la antinomia, la angustia y la impotencia. Al margen de sus filosofías personales, los elementos de futilidad, desesperación, desconcierto, frustración, desasosiego, angustia y miedo, son los componentes del clima que les es común.
Heidegger cree que la inquietud es la única realidad, un temor breve y fugitivo que deviene en angustia cuando adquiere conciencia. Según Heidegger nada es más importante que la existencia, ni siquiera el hombre mismo. Y sin embargo concluye que el mundo no tiene nada que ofrecer al hombre angustiado que alterna entre el rostro del fastidio y el del terror en una vigilia autoimpuesta de manera permanente.
Jaspers desespera de la ontología. Dice que perdimos la ingenuidad y caímos en un juego de apariencias. El espíritu fracasará inevitablemente. Se obsesiona con los fallos históricos de cada sistema, ilusiones que han salvado todo, predicación que no ha ocultado nada. Según él, la nada es la única realidad.
Chestov demuestra de manera harto cansada que lo racional siempre choca con lo irracional, y que todos los esfuerzos humanos por rebelarse contra lo irremediable son inútiles. Nada es cierto. La única realidad es la incertidumbre.
Kierkegaard vive el absurdo. "El más seguro de los mutismos no consiste en callarse sino en hablar". La inutilidad de la palabra. Rechaza los consuelos, la moral, los principios tranquilizadores. No procura calmar el dolor de la espina que siente en el corazón. Lo excita y se muestra contento de su crucifixión, con alegría desesperada, construyendo pieza a pieza, con lucidez, negación y comedia, una categoría de lo demoníaco.
Finalmente, los fenomenólogos hablan de la diversidad, donde todo importa de igual manera: el mojón kilométrico, el pétalo de una rosa, la mano humana, el amor, el deseo, la ley de la gravedad, la muerte. El medio importa menos que el fin. La motivación es conocer y no hay ninguna esperanza oculta.
Todos ellos están conscientes de su despertar amargo donde la esperanza no cabe y la razón es impotente. Contradicción, desatino, irracionalidad. Nada está claro, y más allá de los muros familiares, internos, el mundo es la mayor de las irracionalidades.