De como Pelayo de Urries enloqueció. Lo encontrado en una bolsa y que luego sería de gran utilidad en la Montaña donde ascienden las luces.
El grito de Pelayo de Urries era un llamado de ayuda. Lo encontramos con Ordoño tirado en las ruinas de una casa hablando lenguas ignotas y empapado por la fiebre. Le intenté cuestionar, pero este no acataba palabras. Ordoño me hizo saber que una carreta transitaba cerca de nosotros, y antes de que prestara sus esfuerzos en la búsqueda de ella, le detuve. Estaba seguro de que aquella carreta era responsable de lo que sufría Pelayo de Urries. Le dije a Ordoño que era menester llevar a nuestro compañero a la iglesia blanca, evitando caer en la tentación de conocer qué es lo que venía y traía la carreta. Levantamos a Pelayo de Urries y del regazo cayó una bolsa de gruesa tela, revisé el contenido y ahí habían huevos; eran parte de las provisiones de las que el compañero se privó.
Entramos en la iglesia que ya estaba iluminada gracias a Froilán Puigdorfila, y pasamos la noche sin dar con el reposo. Afuera escuché el sonido de una carreta rodeando la iglesia.
Próximo Capítulo
De la piedra verde cerca de lo alto de la Montaña y de la aparición del guardián.
____________________________________________________________________________________________
0 comentarios:
Publicar un comentario