
Empecé El túnel con el entusiasmo que la intriga de su frase inicial
genera: “Bastará decir que soy Juan Pablo
Castel, el pintor que mató a María Iribarne”, el problema no solo fue que
no me gustara el libro, sino principalmente que sus personajes me aburrían.
La paranoia de Castel me pareció
interesante al principio, su sentido de incomprensión incluso me causó alguna
simpatía en un momento, pero luego de ciento cincuenta y nueve páginas de...