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Buenos Aires, 1965
Garrido y el doctor me están jodiendo la cabeza. Es como si me hubieran picado la sien y extraído mi cerebro en trocitos tan pequeños que fácilmente podrían mezclarse con comida para animales. A este paso terminará siendo más útil como alimento para perros viejos y desdentados que como un órgano para pensar.
Garrido llegó a Villa Turdera, a la dirección de Roberto el Ñato Iberra, "una casita insípida con jardín frondoso y colorido",...