domingo, 29 de diciembre de 2019

Narraciones CBE: El regreso


Sebastiana suspira mientras sus ojos centenarios intentan adivinar el paisaje montañoso que rodea la cabaña. Atrás quedaron los días en que la animosa viejita solía sentarse frente al cerco a dar cuenta de una impresionante guacalada de mangos y jocotes, mientras contemplaba las pinceladas multicolores del sol que muere cada tarde detrás de los cerros.

Han pasado setenta y cinco años desde que vivió en Honduras por unos pocos meses, cuando se casó con el finado Raymundo, el hombre que más intensamente amó en la vida. Su historia de amor se vio truncada cuando el joven mozo fue embestido por un toro que le provocó la muerte de forma prematura. Viuda y sin hijos, la entristecida Sebastiana emprendió el camino de regreso a su pueblo, al norte de El Salvador.

No es un secreto que el insondable tiempo ofrece su bálsamo curativo y que la caprichosa vida a veces concede segundas y hasta terceras oportunidades. Fue así como Sebastiana conoció a Fabián, se casó de nuevo, tuvo seis hijos, un montón de nietos y biznietos y una larga vida para verlos llegar y partir, mientras ella seguía ahí, fuerte y erguida como una araucaria. Fueron su memoria y su lucidez las que comenzaron a irse antes que ella. Ahora, a sus ciento dos años ya no reconoce a nadie ni sabe dónde está.

—Me preocupa tu abuela —dice muy seriamente Concepción—. Lleva días que no quiere comer y se la pasa suspirando. Está confundida la señora... dice que esto es Honduras, que aquí no tiene a nadie y que se quiere regresar a El Salvador. ¡Pobrecita, se le ve bien triste!

Diógenes asiente con gesto compungido, mientras piensa en la envejecida madre de su difunto padre, sin saber de qué manera pudiera ayudarle en su desventura. El menor de los nietos de Sebastiana vuelve a su afanosa jornada, pero sus pensamientos ya se han quedado atados a los pesares de la viejita.

El humo que brota de la leña bajo el comal se eleva mientras el sol culmina su descenso. Los hombres y mujeres regresan del jornal y se dirigen al rancho en busca de sustento y descanso. Sobre la mesa rústica se dispone la olla de frijoles conservados, un guacalito con chicharrones, un depósito de cuajada en terrón y el infaltable rimero de tortillas. En la hornilla hierve una ollada de café de la que emana un olor estimulante que invita a acercarse. La familia come y se queda platicando largamente a la luz de los candiles, hasta que los bostezos cada vez más frecuentes hacen que todos se vayan acomodando en sus respectivos camastros, hamacas y tijeras de yute. El silencio y la quietud de la noche quedan firmemente establecidos, mientras los pensamientos y las motivaciones remanentes del día duermen embozados bajo el oscuro manto del firmamento estrellado. 

Aún es de madrugada cuando Diógenes se levanta con una idea rondando su cabeza, misma que no tarda en compartir con su mujer. Concepción expresa su consentimiento con una sonrisa melancólica. En las horas siguientes el laborioso hombre ordeña las vacas, saca los animales, limpia el establo, engrasa las llantas de la carreta, prepara el atalaje y coloca al caballo por delante del viejo y rudo transporte. El sol ya está bastante alto cuando finalmente se dispone a echar a andar su idea. Saca la carreta por la parte trasera de la cabaña y rodea la propiedad hasta llegar a la entrada, donde ya está la viejita, como de costumbre, contemplando el horizonte.

—Niña Sebastiana, buenos días. 
—Buenos días don.
—Me han dicho que se quiere regresar a El Salvador. Yo voy para allá, ¿se va conmigo?
— ¡Santo Dios, muchacho! ¿Me haría ese gran favor?
— ¡Con mucho gusto!
—¡Por Dios bendito, espéreme hijo, que yo me voy! —responde azorada la anciana, intentando incorporarse. Diógenes la mira conmovido y baja de la carreta para ayudarle.
—Vaya doñita, no se preocupe, yo la llevo...

Concepción sale de la casa y le entrega a la viejita un pequeño bulto de ropa mientras la mira llorosa, sonriéndole de un modo tierno y compasivo.

—¡Que Dios la lleve con bien niña Sebastiana!, ¡buen viaje!

Diógenes carga a la viejita y la acomoda en la carreta sobre el colchón de ropa, en un infructuoso afán por amortiguar la dureza del transporte. Ahora se coloca al frente, toma las riendas y emprende el viaje. Va despacio y se dirige por las partes menos escabrosas del camino. Recorre el sendero paralelo al río y en la bifurcación toma la ruta que lleva al campo de fútbol. Ahora se vuelve para ver cómo va su abuela y se llena de satisfacción al contemplar la expresión ilusionada en el rostro de la anciana. Es tanta la alegría del regreso que poco parecen importarle el bamboleo y los saltos que Diógenes no consigue evitar a pesar de ir con gran cuidado. La carreta rodea el campo bajo la sombra de los árboles, regresa al camino principal e inicia el recorrido a la inversa. Media hora más tarde está de nuevo junto al cerco, donde Concepción los recibe expectante.

—Vaya niña Sebastiana —exclama Diógenes en son de victoria—, ¡llegamos a El Salvador! 

El hombre y su mujer ayudan a bajar a la viejita, felices de haber encontrado la receta que le ha devuelto a Sebastiana al menos una fugaz alegría, un breve momento de júbilo que durará hasta que vuelva el olvido y se instale de nuevo la tristeza. Decenas de veces habrán de repetir esta misma simulación del regreso, cumpliendo el anhelo atrapado en un misterioso lazo infinito en la memoria de la anciana. 

El cuerpo viene maltrecho a causa del traqueteo, el espíritu llega pleno y gratificado por el ansiado retorno al lugar de origen. Sebastiana mira agradecida al nieto que para ella es solo un buen samaritano desconocido. Llena de aire sus pulmones y junta las arrugadas palmas de sus manos, como en una plegaria. Le brillan los ojos y el corazón no le cabe en el pecho.

—¡Qué alegría hijo, Dios me lo bendiga!, ¡bendito Dios que ya estoy en mi país!


jueves, 26 de diciembre de 2019

Series CBE: "Y sin embargo se mueve (Capítulo 14, FINAL)

Buenos Aires, 1956

El hombre de los ojos grises sale de sus largas cavilaciones cuando escucha los sonidos de apertura y cierre de su puerta de entrada y los pasos subsiguientes. Su oído entrenado reconoce el sello de su propio andar en otro tiempo. Luego, la versión más clara de su voz de juventud se lo confirma. 

— Vengo de 1965, me envía el Borges de esos pagos. 
— Es bueno saber que aún vivo en 1965. Al hablar contigo, mi yo pasado,  acerca de nuestro yo futuro, me doy cuenta que olvidamos que todos somos hombres muertos conversando con hombres muertos.
— Es momento de hacer ajustes.
— ¿El vejestorio de 1965 y el señorito de 1929 precisan de mí para hacer enmiendas? En mi próxima vida intentaré cometer más errores.
— Solo en el presente suceden las cosas. Pero Iberra y Chiclana han transgredido todas las barreras. Empezaron a matarse hace unas horas en este año, tuvieron su agonía durante el salto en el tiempo y aparecieron muertos frente a Los Angelitos en 1965. Esa es una falla grave del sistema.
— Mi joven Borges... un sistema no es más que la subordinación de todos los aspectos del universo a cualquiera de estos aspectos. ¿Crees que no he repasado los hechos y reflexionado largamente en los ajustes? El futuro es inevitable y preciso, pero puede no ocurrir. Dios acecha en los huecos.
— Acecha y escribe, sin duda. Y hablando de dioses y escritos, ¿tienes la carta de la secta del Fénix?
— Creo conocer el contenido de esa carta sin haberla leído, del mismo modo que puedo inferir con suficiente certeza las enmiendas requeridas. Pero léela por los dos y entéranos, por favor, tú que aún tienes luz de día en la mirada. 

El Borges de 1929 abre el sobre y lee la carta en voz alta. El Borges de 1956 escucha con atención y se mantiene largo rato en silencio. Siguiendo el protocolo pide que la misiva sea arrojada al fuego, donde el papel se consume por completo. Nadie que contemple el fuego, ni siquiera con una mirada disminuida, se libra de la hipnosis y el arrobamiento que por un instante nos remite de manera misteriosa hasta los albores del tiempo. Sus ojos desiertos de luz se vuelven innecesarios ante la flama luminosa que refina el oro de sus pensamientos. Sabe muy bien qué mariposa debe batir sus alas para que los tiempos se ajusten, las cosas vuelvan a su lugar y los secretos sagrados se mantengan inalcanzables y ocultos. 

— El Fénix y el fuego son una misma cosa: Creación, destrucción y resurgimiento.
— ¿Qué debo hacer?
— Serás portador de ese fuego, mi joven Hermes, tengo varias misiones para ti. Antes que nada, haz un viaje al otro lado del espejo, a la ampliación de la realidad del tiempo en 1942. Ve a la penitenciaría nacional, a la celda 273, y saca de ahí a Isidro Parodi. Regresa a nuestra dimensión y tráelo a 1956. El tipo será de gran utilidad resolviendo casos en la comisaría 8. Él impedirá que las cartas de Los Angelitos caigan en las manos de Feola, 'el bagarto'. Además, asignarlo ahí será un acto de justicia y reivindicación. Preveo que el hombre se resignará cada día a nuevas abominaciones, y pronto solo quedarán bandidos y soldados.
— Has dicho ‘varias misiones’, ¿cuáles son las otras?
— Visita al Borges de 1964 y háblale de tu periplo de investigaciones sobre el tango y la milonga. Cuéntale de Iberra y Chiclana. El tango es una expresión directa de algo que los poetas a menudo han tratado de expresar con palabras: la creencia de que una pelea puede ser una celebración. Apuesto que el viejo no resistirá las ganas de componer todas esas piezas. 
— ¿Hay más?
— Si, una última cosa: Escribe muchacho, escribe mis instrucciones para Ñato Iberra y lleva la carta al Café Los Angelitos de tu tiempo, en 1929. 

El joven Borges escucha y escribe. Sabe muy bien que escribir no es más que un sueño guiado. Le divierte pensar que él mismo dictará esa carta en el futuro, cuando 1956 sea su propio presente. Ahora el Borges mayor cierra su dictado con una célebre frase en latín.

— ¿Dijiste eppur si muove?

El hombre de los ojos grises apoya ambas manos en su bastón y alza la barbilla sumido en la ciega contemplación de lo infinito. Es la hora de la tarde en que la llanura está a punto de decir algo. Nunca lo dice, o tal vez lo dice infinitamente, o quizás no lo entendemos, o lo entendemos y es intraducible como música.

— Eso mismo muchacho... eppur si muove... y sin embargo se mueve.






domingo, 22 de diciembre de 2019

Series CBE: "Y sin embargo se mueve" (Capítulo 13)

Buenos Aires, 25 de octubre de 1965

Salí de la delegación a toda prisa para no cagar a trompadas a Garrido. El humor y las tensiones de las últimas semanas no estaban como para que el muy boludo entrara leyendo en voz alta la crónica de la derrota de River en cancha de Banfield. ¡Es como si le pagaran por hincharme las pelotas!

Saqué el Fiat del estacionamiento y me puse en camino para hacer algunas diligencias. Encendí la radio y comencé a cambiar de emisora buscando algo para distraerme. ¿Noticias de la visita de Isabel Perón? Ni en pedo. ¿Leonardo Favio? No. ¿Palito Ortega? Tampoco. ¿Melenudos ingleses? ¡Menos! ¿Melenudos yankis? ¡A la mierda!

Seguí probando suerte y por fin me detuve al encontrar una milonga nueva en una voz conocida, ¿Edmundo Rivero quizá? Era una pieza un tanto rara pero de inicio prometedor. "Veamos de qué va", pensé conforme, y me dispuse a escucharla mientras conducía por Rivadavia, pasando por la esquina de Los Angelitos y la puta que los re mil parió.

Me acuerdo, fue en Balvanera,
en una noche lejana,
que alguien dejó caer el nombre
de un tal Jacinto Chiclana.

¡¡A la marosca!! ¿¿Jacinto Chiclana?? ¡¡Dijo Jacinto Chiclana, la concha de su hermana!!

Armé tremendo quilombo al apartarme del camino y estacionar el Millecento para escuchar con mayor atención, mientras intentaba recuperarme de la sorpresa. Era un programa completo para presentar "El Tango", el nuevo álbum de Astor Piazzolla en colaboración con otros músicos argentinos. Yo no salía de mi asombro, la oda a Chiclana tenía la misma impronta de las cartas que encontré en Los Angelitos y parecía referirse a los mismos hechos misteriosos del caso que me ocupaba. Pero ahí no terminaba el asunto. Cuando  escuché que la siguiente pieza mencionaba a los hermanos Iberra casi me cago encima.

¿Y ese Iberra fatal (de quien los santos
se apiaden) que en un puente de la vía,
mató a su hermano, el Ñato, que debía
más muertes que él, y así igualó los tantos?

Las incriminatorias letras de esas canciones exigían una aclaración sino es que varias. Estaba cantado, tenía que hablar con Piazzolla. 

Hice algunas indagaciones y di con él en el Café Tortoni.

— Maestro, ¿me permite? —le dije mostrándole mi placa—. Tengo unas preguntas que hacerle. Es sobre las letras de su nuevo álbum.
— ¿Qué me dice? ¿Le gustaron las composiciones del gran Jorge Luis Borges?
— ¡Eh… son fantásticas! —contesté mientras intentaba esconder la vergüenza que me causaba mi propia boludez. ¿Cómo no se me había ocurrido que el compositor podía ser alguien más? ¡Flor de pelotudo! Para salir del mal paso le pregunté por las voces.
— Canta Edmundo Rivero. El recitante es Luis Medina Castro. ¡Unos fenómenos! El quinteto entero anduvo muy bien, ¿no cree? 
— Y si, unos fenómenos, sin duda. Son todos unos capos.
— Debería usted ir a las conferencias sobre el tango que el maestro está dictando los lunes en General Hornos. 
— ¿Cómo? ¿Hay una hoy? ¡Mire que estoy de suerte! Iré, se lo aseguro. Gracias por su tiempo y amabilidad —le dije ofreciéndole la mano—. El nuevo álbum es una maravilla, lo felicito.
— Me alegra que le guste —respondió con expresión divertida—. Es usted un tipo curioso… va por las cosas del ocio como por las del trabajo, mostrando la placa y haciendo interrogatorios. ¡Relájese un poco inspector!

Me despedí sonriendo para cubrir mi incomodidad. Mi cabeza ya estaba puesta en las conferencias en General Hornos.

Llamé a la delegación y pedí con “Pejete”, el de comunicaciones. Ampliamente conocido por su fervorosa afición al fútbol, al tango y a la literatura de Borges, “Pejete” se ufanaba de haber leído todos los libros del escritor, incluidos los centenares de artículos que este había publicado como columnista de La Nación en los últimos diez años. Si alguien podía saber todo sobre las conferencias era ese atorrante.

— ¿Pejete? ¿Cómo andás che?
— ¿Y qué te puedo decir Isidrito? ¡Feliz como perro con dos colas! No como otros que andan por ahí de 'bolas tristes'...
— Si, si… la que te remil parió... Oíme, ¿vos sabés algo de unas conferencias de Jorge Luis Borges por estos días?
— ¡Seeee, por supuesto che! ¡Sobre el tango! El maestro las anunció en La Nación hace unas semanas. Lleva todo el mes impartiéndolas, hoy a las 7 es la última. 
— ¿Sabés dónde?
— Y si, en General Hornos 82, en el primer piso. Yo apenas pude ir a la primera. Si no fuera por estos turnos de mierda…
— ¿De qué te quejás che? Si te la pasás al pedo leyendo todo el tiempo…
— Oíme Isidro, ¿supiste que ayer Raffo metió dos goles? 
— ¿Y vos todavía no te enterás de que Borges odia el fútbol, pelotudo?
— ¡No pasa nada Isidrito! ¡Al maestro se le perdona cualquier cosa! Pero no me cambiés el tema, a ver, en los goles de Raffo estábamos...
— Chau animal…

Estaba impaciente. Las preguntas repicaban en mi cabeza hasta el punto de causarme dolor e intranquilidad. Todo esfuerzo mental tiene su castigo. ¿Cómo sabía Borges acerca de Iberra y Chiclana si la policía aún no revelaba ninguno de los nombres? ¿A qué motivo obedecía la grabación de esos tangos alusivos casi al mismo tiempo del quilombo de los cuchilleros muertos aparecidos de la nada? Y ya poniéndome personal, ¿por qué ese despiole me resultaba extraño y a la vez conocido? La sensación que me causaba todo aquello era tan familiar como si lo hubiera soñado y tan real como si ya lo hubiera vivido.

Leí cuidadosamente las cartas de Los Angelitos, varias veces. No quería chamuscarme los sesos con tantos pensamientos y teorías, pero fue inevitable en vista de las casi 4 horas que faltaban para el inicio de la conferencia. Conté cada segundo de los minutos previos a las 6:30 y, llegado el momento, salí de Liniers con rumbo al 82 de General Hornos.

Llegué un par de minutos antes del comienzo, que fue puntual y sin muchos preámbulos. El lugar, un departamento particular de unos 30 metros cuadrados ubicado en el primer piso, era demasiado pequeño para las casi 200 personas que se habían hecho presentes.

— Señoras y señores, tengo una buena noticia para ustedes. Y es que esta conferencia va a ser tripartita, porque, además de mis palabras, creo que tenemos presente a un recitador. Y luego tendremos al maestro García. De modo que hoy concluimos el ciclo de conferencias.

Jorge Luis Borges habló del tango en Japón y en Oriente, de los personajes de sus letras: el compadre, la mujer de mala vida y los “niños bien”. Contó anécdotas de Ricardo Güiraldes y Adelina del Carril, expuso las caracterizaciones de Lugones, Miguel Camino, Silva Valdés y Bioy Casares y finalmente dio sus apreciaciones sobre el tango como tema literario. 

Intenté repartir mis sentidos entre atender la charla y observar al auditorio. Los asistentes tenían pintas muy diversas. De entre la gente común resaltaban elegantes patricios, delicadas señoras de sociedad, adustos literatos, ridículos seudo escritores de falsos poses, atentos ratones de biblioteca, molestos periodistas garabateando sus apuntes, viejos tangueros del talante de "Pejete" y otros tantos especímenes raros. Pero hacía buen rato que había captado mi atención un sujeto vestido como un compadrito de otro tiempo. Me resultaba conocido, pero no ubicaba de dónde. Sentado en diagonal, unas pocas filas delante de mí, se le veía intranquilo, como quien está recibiendo noticias terribles. Su perturbación se hizo aún más evidente cuando Borges terminó su intervención y dio paso a las interpretaciones musicales que había anunciado al principio. La milonga de Jacinto Chiclana comenzó a escucharse y el tipo se paró de inmediato, como impulsado por un resorte. Estaba pálido y su rostro denotaba una gran confusión y desconcierto. Fue hasta entonces, al verlo de pie, medio de espaldas, cuando por fin lo asocié a la grotesca imagen de aquella noche en la esquina del Café Los Angelitos. Me puse erizo y un temblor se apoderó de mis manos al descubrir que a esa espalda solo le faltaba una gruesa cubierta de sangre reseca y un brazo cercenado clavándole un cuchillo. Parecía cosa de locos... ¿En verdad era Chiclana? ¿Cómo podía ser posible?

Al  finalizar el programa se hizo un tumulto alrededor de Borges que tardó buen rato en disolverse. El supuesto Chiclana desesperaba detrás de la aglomeración y yo observaba a pocos metros. Al decrecer la multitud, el inmortal cuchillero se acercó al escritor con pasos agresivos y se detuvo frente a él sin poder decir nada, tal era su confusión. Junto a Borges estaba otro hombre que, a juzgar por el increíble parecido, bien podía ser su hijo. Chiclana los miró a ambos negando con la cabeza, se dio la vuelta y salió cabizbajo del lugar. 

Dudé por un segundo entre abordar a Borges o seguir a Chiclana. Opté por ir tras este último, el escritor no estaba yéndose a ninguna parte. Iba rumbo a la salida a toda prisa cuando escuché que me llamaban.

— ¡Isidro! ¡Isidro Parodi!

Era la voz de Borges.  ¿Cómo sabía mi nombre? ¿Cómo es que lo sabía todo?

— Déjalo ir Isidro. Tiene que cumplir su destino. Tú también debes cumplir el tuyo. Debes quemar las cartas de Los Angelitos.
— ¿Cómo sabe mi nombre? ¿De qué destino habla? ¿Cómo diablos sabe de las cartas? ¿Qué es todo este asunto de compadritos resucitados y tangos sobre cuchilleros? ¿Ese tipo es en verdad Jacinto Chiclana?
— Tú lo sabes todo Isidro, es solo que no lo recuerdas.
— Déjese de juegos señor Borges, y por favor explíquese.
— Los que hemos visto al tiempo cara a cara terminamos desmemoriados o ciegos.
— ¿De qué demonios habla? ¿qué es lo que no recuerdo?
— Cualquier vida, por larga y complicada que sea, en realidad consiste en un solo momento: el momento en que un hombre sabe para siempre quién es. ¿Tú sabes quién eres Isidro? ¿O te conformas con lo que recuerdas de ti mismo, el detective perspicaz, solitario y malhumorado de la comisaría 8? ¿Has olvidado que fuiste un barbero en la calle México del Barrio Sur? ¿Has removido de tu memoria los 21 años que pasaste en la celda 273 de la penitenciaría nacional?
— ¿Qué clase de disparate es este? ¿esto es real?
— Tan real como tú Isidro, que fuiste escrito por un autor a quien inventamos Bioy Casares y yo. O como Jacinto Chiclana, una criatura imaginada por el Borges del pasado, este joven aquí presente. La realidad no siempre es probable o posible. 
— ¿Qué mierda me está diciendo? ¿que no existo?
— La verdad nunca penetra en una mente no dispuesta. Yo mismo no estoy seguro de existir, en realidad. Soy todos los escritores que he leído, todas las personas que he conocido, todas las mujeres que he amado; todas las ciudades que he visitado. Tú eres un personaje de ficción, estás escrito. Más no pierdas de vista que toda ficción es una realidad alternativa. Eres Isidro Parodi, sí. Pero también eres Honorio Bustos Domecq, Bioy Casares y Borges. Eres muchos y nadie. Los que te soñamos y eventualmente te escribimos, todos somos tú. Y todos aquellos que te lean y repitan hasta los confines del tiempo también serán Isidro Parodi. Esa, mi estimado barbero, ex convicto y detective… esa es la verdadera realidad de la existencia.





martes, 10 de diciembre de 2019

La chica del cumpleaños | Haruki Murakami

“El destino es algo que se debe mirar volviéndose hacia atrás, no algo que deba saberse de antemano”. 
Haruki Murakami.
"Las buenas noticias, en la mayoría de los casos, se dan en voz baja”. 
Haruki Murakami.
“La manera en que los demás me ven no me atañe. Más bien, eso es algo que solo les atañe a ellos”. 
Haruki Murakami.

Sinopsis

El misterio y lo cotidiano se entremezclan en este bello relato del célebre escritor japonés Haruki Murakami.

La historia nos muestra a una joven camarera que cumple veinte años. Sin embargo, al contrario de como quizás nosotros lo celebraríamos, ella no pasa ese día rodeada de amigos o celebrando su cumpleaños en familia: ella tiene que trabajar. Su jefe, el gerente del restaurante, le pide además, que lleve la cena al dueño del local. Es algo nuevo. Y nunca ha visto al propietario. Con ese misterioso encargo se inicia este delicioso relato que transcurre como en un sueño.

Soberbiamente ilustrado por la artista alemana Kat Menschik, el volumen se cierra con un posfacio de Haruki Murakami, titulado «Mi cumpleaños», en el que repasa los hitos de su generación, la que creció con el rock’ and roll y la rebeldía del 68, y explica qué significa para él cumplir años.

Este es un relato que está plagado de sombras. De entrada, el autor nunca muestra los nombres de los personajes (ni el de la protagonista), para mantenerlos en un anonimato que los hace enigmáticos. Por otro lado, toda la historia sucede de noche y parece que la oscuridad nocturna se adueña de la situación y la ambientación con facilidad.

El mismo enigma que rodea toda la historia se esconde entre sombras y hace que el lector se pregunte, de la misma forma que el narrador, ¿qué secreto está escondiendo la protagonista anónima? Murakami es un autor que muestra, más que contar, o, como sucede en este caso, no muestra, sino que deja que el lector deduzca por sí solo. La magia de La chica del cumpleaños, con la que juega Murakami, es la figura narrativa que parece cambiar a medida que se desarrolla la historia. La narración cambia hacia el final del texto, y muestra paralelamente la historia presente de la chica con la del pasado. Sin embargo, y buscándolo adrede, Haruki Murakami deja el final abierto a la imaginación del lector.

Acerca del autor

Haruki Murakami (Kioto, 1949) es uno de los pocos autores japoneses que han dado el salto de escritor de prestigio a autor con grandes ventas en todo el mundo. Ha recibido numerosos premios, entre ellos el Noma, el Tanizaki, el Yomiuri, el Franz Kafka, el Jerusalem Prize o el Hans Christian Andersen, y su nombre suena reiteradamente como candidato al Nobel de Literatura.

En España, ha merecido el Premio Arcebispo Juan de San Clemente, la Orden de las Artes y las Letras, concedida por el Gobierno español, y el Premi Internacional Catalunya 2011.

Tusquets Editores ha publicado todas sus novelas — “Escucha la canción del viento” y “Pinball" 1973;  “La caza del carnero salvaje”; “El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas”;  “Tokio blues”.  “Norwegian Wood”; “Baila, baila, baila”; “Al sur de la frontera, al oeste del Sol”; “Crónica del pájaro que da cuerda al mundo”;  “Sputnik, mi amor”; “Kafka en la orilla”;  “After Dark”; 1984, “Los años de peregrinación del chico sin color”  y “La muerte del comendador” (Libro 1 y 2)—, así como los libros de relatos “El elefante desaparece”, “Después del terremoto”, “Sauce ciego”, “mujer dormida” y “Hombres sin mujeres”, la personalísima obra “Underground”, los ensayos titulados “De qué hablo cuando hablo de correr” y “De qué hablo cuando hablo de escribir”, y dos bellos relatos ilustrados, “La chica del cumpleaños” y “Toni Takitani”.

Argumentos para leerlo

La verdad es que siempre he disfrutado las lecturas de los autores japoneses que hemos tenido en el club y, luego de leerle en el Libro #104 allá por el año 2015, con su obra “Tokio Blues”, quedé con aquella fascinación por volver a leer más acerca de él. 

Por ahí me leí su obra “Hombres sin Mujeres” y también mi propuesta “la chica del cumpleaños”, esperando que esta última pudiese ganar en la viñeta en la que fue propuesta, que si no me equivoco, inicialmente era para "Terror/Suspenso".

La sorpresa fue que, al final, y así como lo dice Murakami en su pensamiento "las buenas noticias, en la mayoría de los casos, se dan en voz baja", así como sin "querer queriendo", fue incluida como lectura opcional para este mes, en la viñeta "Libre".

Me parece un excelente relato a pesar de ser muy corto, que nos habla de la poca o mucha importancia que para algunos tienen los cumpleaños, especialmente cuando eres un joven que cumples veinte. Pero, sobretodo, lo que se me hizo más que interesante, es la forma en que nos habla de la importancia de los deseos, de saber elegir bien, elegir lo que realmente quieres sin importar si es lo que se espera de ti, elegir pensando en el futuro y no en el ahora, porque al final lo realmente importante es el futuro. Es un relato más profundo de lo que puede parecer en un principio.

Para terminar (y supongo que también lo hace para rellenar un poco este libro) el autor nos cuenta su propia experiencia con los cumpleaños, lo que hace que le conozcamos un poquito más y nos podamos sentir algo más cercanos a él.

Más que la importancia de los cumpleaños (que a mi parecer Murakami no ahonda demasiado en ello), lo que resulta imprescindible para el desarrollo del cuento, es que “el cumpleaños”, soolo es el eje del cual parte la intriga y sobre el que oscila y gira la magia de Murakami al narrarnos esta historia.

Es un libro breve, pero cargado de ilustraciones que se entrelazan muy bien con la historia sin quitarle ese misterio que la caracteriza. Me parece que leer un poco de su obra, viene siendo casi que como un homenaje al “Eterno candidato al Nobel de Literatura". 

Realmente espero que les fascine tanto como a mi.

Ficha del libro

Viñeta: Diciembre 2019 | Libre (opcional)

Título de libro: “La chica del cumpleaños”

Autor: Haruki Murakami

País: Japón

Año de publicación: 2002

Número de páginas: 80





jueves, 5 de diciembre de 2019

Maus: Relato de un superviviente | Art Spiegelman

“Piensa en cuántos libros se han escrito del Holocausto. ¿Para qué? La gente no ha cambiado... Tal vez necesiten un nuevo Holocausto, aún mayor." - Maus por Art Spiegelman.

Para el mes final de este 2019 teníamos en nuestro particular calendario programada la viñeta de Libre donde podía proponerse leer básicamente cualquier libro. Aprovechando esto, se hizo la propuesta (¡y ganó!) de leer un libro de un género del cual hay un único precedente en las lecturas del club: novela gráfica.
Algunos años atrás había leído el club a Persépolis de Marjane Satrapi y ahora visitamos a otra de las también consideradas una de las mejores novelas gráficas publicadas: Maus: Relato de un superviviente del estadounidense Art Spiegelman. 
Dentro del currículum que precede a este libro podemos mencionar que, en 1992 se convirtió en la primera novela gráfica en ganar el premio Pulitzer, lo cual, entre otros premios y reconocimientos, la llevó a también ser uno de los primeros cómics en recibir atención y análisis académico.
Maus recoge, principalmente, las anécdotas de la vida del padre de Art: Vladek Spiegelman, un polaco judío quien le relata los años de su vida en Polonia donde gozó de prosperidad y cómo esto se vio repentinamente arrebatado de sus manos a medida el tercer Reich Nazi invadía y tomaba el control de Polonia, lo que lleva a que Vladek sea en múltiples ocasiones capturado y finalmente internado en el campo de concentración Auschwitz, una de las localidades más tristemente célebres de la Segunda Guerra Mundial.
Además de las anécdotas de su padre, el autor se sumergió en una profunda investigación acerca del Holocausto entrevistando a muchos otros supervivientes e incluso visitando el sitio histórico de Auschwitz.
La historia fue publicada de manera serializada entre 1980 y 1991 en la revista vanguardista de cómics Raw publicada por el autor mismo. Consiste en su totalidad de once capítulos. Los primeros seis capítulos fueron recogidos en forma de libro en 1986 bajo el título: Maus: Mi padre sangra Historia, con los últimos seis recopilados en 1991 con el subtítulo: Y aquí comenzaron mis problemas. En 1992 se realizó la primera publicación de la historia completa en un único libro el cual sigue siendo impreso hasta la fecha, con numerosas traducciones a otros idiomas.
Sin duda será esta una lectura que despertará muchas opiniones y sensibilidades y, con esto, interesantes conversaciones en las reuniones en las cuales lo discutamos. Espero sea una lectura de su agrado.


"La verdad es que Maus es un libro que uno no puede dejar, ni siquiera para dormir. Cuando dos de los ratones hablan de amor, te conmueve; cuando sufren, lloras. Poco a poco, a través de este relato compuesto de sufrimiento, humor y los desafíos cotidianos de la vida, uno queda atrapado por el lenguaje de la antigua familia del este de Europa, y es arrastrado por su ritmo suave e hipnotizador. Y cuando uno acaba Maus, se siente triste por haber abandonado ese mundo mágico..." - Umberto Eco.

SINOPSIS
Maus es la biografía de Vladek Spiegelman, un judío polaco superviviente de los campos de exterminio nazis, contada a través de su hijo Art, un dibujante de cómics que quiere dejar memoria de la aterradora persecución que sufrieron millones de personas en la Europa sometida por Hitler y de las consecuencias de este sufrimiento en la vida cotidiana de las generaciones posteriores.
Apartándose de las formas de literatura creadas hasta la publicación de Maus, Art Spiegelman se aproxima al tema del Holocausto de un modo absolutamente renovador, y para ello relata la experiencia de su propia familia en forma de memoir gráfica, utilizando todos los recursos estilísticos y narrativos tradicionales de este género y, a la vez, inventando otros nuevos. La radicalidad narrativa de esta obra marcó un antes y un después en el universo de la novela gráfica.

SOBRE EL AUTOR

Art Spiegelman nació en 1948 en Estocolmo (Suecia).
Tres años más tarde, el pequeño Art y sus padres, supervivientes de un campo de concentración nazi, se trasladan a Nueva York. En los años 60 empieza a trabajar como ilustrador para la Topps Chewing Gum Co. en la serie GARBAGE PAILS KID y realiza historias underground de carácter autobiográfico, entre las que destaca PRISIONERO DEL PLANETA INFIERNO, donde ilustra las reacciones familiares ante el suicidio de su madre. En 1978, un año después de casarse con Françoise Mouly, crea la revista RAW, una publicación que sirve de refugio para todos aquellos autores norteamericanos y europeos cuyo trabajo no tiene cabida en el mercado popular.
Precisamente fue en RAW donde dio a conocer, de forma serializada, su obra más conocida: MAUS. Recopilada posteriormente en dos tomos, narra las tristes vicisitudes de la familia Spiegelman en la Polonia ocupada por los nazis. MAUS es una de las obras maestras del género que ha sido traducida en múltiples idiomas y que en 1992 fue premiada con el prestigioso premio Pulitzer. Su creciente fama le permite compaginar el trabajo en RAW con el de profesor en la School of Visual Arts de Nueva York, una de las academias más prestigiosas de la ciudad de los rascacielos, además de su función como ilustrador en publicaciones como NEW YORK TIMES, PLAYBOY, VILLAGE VOICE y el semanario THE NEW YORKER, para el que ilustró la portada del número posterior al atentado del 11-S.

 FICHA DEL LIBRO:
Mes: diciembre 2019.
Viñeta: Libre.
Título del libro: Maus. Relato de un superviviente.
Autor: Art Spiegelman.
Nacionalidad: Estadounidense.
Año de publicación: 1992
Año de edición: 2001
Editorial: Planeta de Agostini.
Número de páginas: 296.
ISBN: 9788439591597



Maus es una recomendación de Marlon H.

FUENTES


martes, 3 de diciembre de 2019

Series CBE: Viñetas de una biografía (III)



Art Spiegelman, METAMAUS (2011) Reservoir Books.

Para seguir hablando de cómics, sin perdernos en MAUS, y cómo presentar el cómic de una 'paciente' psicótica que tuve que atender este 2019
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"¿Hasta dónde puede llegar un cómic?”

Fue una pregunta que surgió de manera inmediata por los comentarios de Daniel Ortiz (casi gurú, casi mentor, casi etéreo, casi profeta) acerca de MAUS.
- Estoy casi seguro – se encorvó aún más, y unió las manos frente a la nariz – que Spielberg, tuvo que haber leído MAUS para hacer La Lista de Schindler – dijo eso, y el sol de un domingo terminó de oscurecer sus lentes. Me sonrió y cambió de tema; muy probablemente dijo algo sobre Lovecraft – A todo esto, ¿que pénsas de Shub-Niggurath?  

¿Hasta dónde puede llegar un cómic?

(De manera alternada a este post, usted amable lector, puede disfrutar del desmadre de cómic realizado por 'nosotros' - debido al terror que me causa escribir 'YO' - para discutir un asunto central de MAUS: las caras de ratón. El título del experimento es: LA INTRICADA(N) SITUACIÓN DE HACER UNA MÁSCARA SALVATRUCHA. se recomienda que amplíen la imagen)


Los cómics han logrado convertirse en anomalías literarias. Si la crónica periodística fue en algún tiempo una quimera que poco a poco ha logrado encontrar su espacio dentro de la enorme ciudad de las letras, los comics son ahora esos desvaríos literarios que intentan usurpar espacios donde se yerguen las narrativas; probablemente el excesivo interés de la industria cinematográfica en los cómics de superhéroes, ha condenado a este arte a una marginalidad y al simplón comentario de considerarlo: bobo y fútil. “Solo son muñequitos” dicen los detractores, tambaleándose pretenciosamente por el peso de la ‘buena literatura’, y no hay que olvidar que llevan la cara torcida de Harold Bloom, aunque seguramente ni han oído hablar de él. 

Will Eisner, Jack Kirby, Alan Moore, Neil Gaiman, Chris Ware, y, en este caso, Art Spiegelman, son algunos de los nombres en los que recae la responsabilidad de que los cómics alcancen nuevas fronteras dentro del campo de la literatura; una revisión de los galardones de estos autores, o el interés político-social que han recibido sus trabajos, son señales de una marginalidad que se ha vuelto central.
Si Spielberg leyó o no el cómic es cosa que no hay manera de comprobarlo; pero que el comentario de Daniel Ortiz partiera de la íntima relación del cine con el arte de la secuencia serial – concepto de Will Eisner –  es algo por lo que estoy dispuesto a escupirme con cualquiera. El cómic le ha brindado al cine muchos aportes sobre el uso de la óptica y/o perspectiva; la deuda del cine con los cómics es inmensa. Las complicaciones que puede generar esta aseveración con La Lista de Schindler, radican en el grado de resonancia afectiva – o ‘humanidad’/’humanismo’ – que el filme logra alcanzar, y que espontáneamente, el prejuicio que ofrece un libro que juega las de ser un compilado de tiras de domingo, pretenda ser la partícula gestante de una sensibilidad como la que emana de la película de Spielberg, nos parece, más que locura, algo bobo y superficial; igual que todos los cómics (“O sea, ¡men! son muñequitos, estamos hablando de el holocausto, y lo peor que son ratones”). Pero esa sensibilidad en la película, si bien tiene una carga moral, funciona por una poderosa construcción de planos y perspectivas, en las que términos como el encuadre o la profundidad, no solo suponen estética, una buena fotografía, sino un elemento moral, ético. Es decir, que la sensibilidad específica de La Lista de Schindler es un efecto por el trabajo óptico que está en el uso de la cámara y el montaje cinematográfico.
El texto al interior del circulo del enclaustramiento, es una perorata sobre cual debería de ser la máscara de los salvadoreños, tomando en cuenta las representaciones de Art Spiegelman
Una de las secuencias del filme, con alta carga ‘comiquera’, es la transición de la ‘niña de rojo’ caminando en medio del moribundo gueto; suponiendo que esta transición se hubiese llevado a de una forma distinta, por ejemplo: la niña hubiese sido negada de esa particularidad del color rojo, y hubiera aparecido en escala de grises al igual que todos, la niña hubiese quedado soterrada en la indiferencia del espectador, disminuyendo la fuerza emocional de la escena misma; de haber sido de esta forma, el filme hubiera sido mucho más crudo y quizá más real, ya que la ‘niña de rojo’, como la mayoría de las víctimas de grandes masacres, terminan muertos en fosas, cubiertos de lodo y viseras, y en ese sepulcro todos tienen el mismo color, ahí adentro nadie brilla, todos son exactamente eso: cualquiera, uno más, o nadie. Lo característico del arte en el cine es lo que los autores de historietas habían descubierto desde hace mucho tiempo, ya que viéndose desprendidos de la precisión y acertividad (o cantidad) del texto, llamados a entregar un producto de uso popular, se vieron en la obligación de hacer que una imagen hiciera lo mismo que hacen las palabras (lo mismo aplica para la catedral gótica); no por nada, las valoraciones eruditas del cine siempre están dirigidas el uso primordial de la imagen por sobre el diálogo: "que los actores hablen cuando la imagen ya no tenga nada que decir..." o algo similar decía Hitchcock en la entrevista con Truffaut.
Steven Spielberg, La Lista de Schindler (1993). 'La niña de rojo'. 

Con la alteración cromática,
hay una sensible modificación en el proceso de la sensibilidad.

MAUS se introduce en muchos terrenos: biografía, crónica, historia, ficción. Las curiosidades nos arrastran a pensar en las razones que llevaron a Spiegelman para presentar una cuantiosa cantidad de temas dentro de un medio que, aparentemente, no posee una determinada solvencia artística o rigurosidad, o al menos cierta seriedad, de tipo esnobista, para hacer efectivo el mensaje que se quiere comunicar. La gente se mira fácilmente discutiendo la postura de Heidegger sobre el nazismo, pero nunca han pensado lo alegré e instructiva que sería una plática de nazismo si se hablara de Capitán América o de otros ridículos héroes en Take That, Adolf! de Jack Kirby. Un filme o libro, en ese sentido, a pesar de moverse en el lenguaje de la ficción, goza de una u otra forma de la facultad de la verosimilitud; cosa que parece estar divorciada, o al menos distante de los cómics. Si no me creen, uno se ve más propenso a citar a Orwell, con la Rebelión en la Granja, que a Batman: Dark Knight Returns de Frank Miller, Dan Dare de Gerry Finley-Day, o Judge Dredd de John Wagner, en lo que respecta al tema del fascismo. 

Take That, Adolf! (2017).
 Comic recopilatorio de las historietas realizadas por Jack Kirby entre 1941-1945.

Primera aparición del Capitán América (1941), de Jack Kirby & Joe Simon.
Para no detenerme en las implicaciones políticas y sociales de este cómic, dejó este enlace:
https://www.eleconomista.com.mx/arteseideas/La-importancia-de-la-imagen-del-Capitan-America-golpeando-nazis-20170827-0027.html

(Y a continuación, un poco más, pero nunca menos, de esta innecesaria historia llamada: LA INTRICADA(N) SITUACIÓN DE HACER UNA MÁSCARA SALVATRUCHA).



MAUS, con su imagen y texto, composición y color – porque blanco y negro no es ausencia de color – reconstruye vida, historia, hipótesis sociales, ideología, cultura y subjetividad, mejor que lo que un libro o un filme puede lograr. Reconstrucción en función de experiencia, de porción de tiempo. El cómic por la independencia y comunicación que genera entre la narrativa visual y la escrita, permite poner en evidencia, de manera simultánea, todos los elementos que confluyen en una situación que muchas veces no pueden ser percibidos de manera inmediata en su realidad manifiesta. Que MAUS ocupe ratones, que MAUS sea realizada en un formato de diario dominical, que MAUS parezca más un garabato, no es una condición meramente estética, es el arte en función de una interpretación moral de la realidad, y que en MAUS es mucho más que la realidad misma, si bien la idea aplica para la palabra caricatura, también funciona para el concepto meta realidad. 


(Aquí 'maté' dos veces más a Roque Dalton: dibujandolo, y mutilando el 'poema de amor'. Pero el estaría de acuerdo con que los muertos 'aguantan' cualquier cosa).

Cuando terminé de leer MAUS la primera vez, ya hace varios años, sin saber si era cierto o no, le dije a Daniel Ortiz que en efecto tenía razón: Spielberg había leído MAUS. 
No es mi intención con esta entrada dar mi opinión (desbocada) sobre MAUS. Este mes de diciembre, para los miembros del CBE, se llegó el momento de afrontarlo. Habrá tiempo ahí, en ese localito burgués que siempre me deja la intención postergada de comer un chocolate, para hablar de un cómic soberbio, titánico, cuya genialidad es solo una pretensión en muchas novelas y estudios serios, que una vez inmersos en esos mares de masacres, cultura, biografías y política, se ahogan, naufragan, y piensan que un dibujito podría haber servido mejor para explicar las cosas tan complicadas, serias, bobas y fútiles, del nuestro mundo.

MAUS sirve en esta entrada sólo como propaganda, para manifestar la versatilidad y el alcance del cómic para abordar y superar la realidad. Esto último, muy probablemente, no lo sabía una ‘paciente’ psicótica al momento de historiar un delito a través de la imagen y el texto. El trabajo en el que me desempeño desde hace un par de años, jamás lo vi como un catalizador entre lo que me vi obligado a estudiar y lo que realmente he estudiado. Nunca me vi pensando que después de escuchar sobre los diferentes modos en que puede suceder una violación en los pequeños cuerpos de las niñas, en la experiencia de enamoramiento que aún puede palpitar en una mujer aún después de casi morir estrangulada por su pareja, en lo sencillo que resulta extorsionar a alguien con la debida construcción argumentativa, me terminaría encontrando un testimonio, un registro psicológico detallado, un reconstruccion hechos, una interpretación de conductas, una denuncia: un cómic. Un cómic para el uso forense. 





(DICE: ¡NO PUEDO!, pero mi caligrafía sufre al dibujar)



No estoy haciendo una pausa en el desarrollo de la propia biografía, advertí que mi intención era seguir una línea cronológica, pero es la imagen de MAUS y la de esta ‘paciente’ psicótica, que me tienen aquí, escribiendo a más de veinte años de la Biblia de Bruguera y El Progreso del Peregrino, pero sin duda en el mismo camino. 
***

En la siguiente entrada trabajaremos el cómic de esta persona, de las que brindaré algunos comentarios orientativos sobre el caso, teniendo el cuidado de no dar demasiada información que termine por individualizar a los comprometidos, ya que el caso posiblemente tenga vigencia judicial, cosa que sería algo así como una… severa ilegalidad, pero siendo irónicos: más es una falta que un delito. Futura entrada deberá de ser tomada explícitamente como el contacto y el análisis de un trabajo artístico (y escribo esto, por si pasa que algún abogado o Juez llega a leer esa entrada, entienda que ha sido escrita y presentada con fines didácticos, ya que al decir que algo es educativo, parece que solapa toda pretensión de alboroto, chambre e ilegalidad): ¡Pota, solo con este párrafo tengo para que me despidan! 

En fin, qué le vamos a hacer...

#YOLO.




a.e.-



Calendario de lecturas 2020




Estimados amigos del Club de la Buena Estrella:

Por este medio queremos expresarles nuestra gratitud por el entusiasmo y el compromiso con que han participado en el proceso de elección de nuestras lecturas para 2020 y, al mismo tiempo, hacemos oficial el resultado de las votaciones celebradas entre el 1 y el 14 de noviembre de 2019. En esta ocasión no hubo necesidad de irnos a segunda vuelta, así que fueron los ganadores definitivos.

Les comentamos que, además de los libros ganadores en la elección, incluimos uno más para el mes de mayo. Esto responde al hecho de que en este mes leeremos a los galardonados con el Premio Nobel de Literatura así que decidimos elegir el libro mejor votado de cada uno de los dos autores. La extensión de los libros también lo ha permitido, porque entre los dos no superamos las 500 páginas. Y ese sería el único libro adicional para este período. 

¿Cuánto leeremos en 2019?

Tenemos un programa de 13 libros que suman 4378 páginas. Eso arroja un promedio de 365 páginas por mes, que nos deja una meta de lectura de 12 páginas diarias. ¿Toman el reto? ¡Esperamos que sí! No perdamos de vista que bastará con leer y compartir nuestros comentarios en al menos dos libros a lo largo de 2020 para mantener la calidad de miembro activo del club y asegurar nuestra participación en el próximo proceso de propuestas y votaciones.

El programa de lecturas de 2020 queda como se detalla a continuación:

Viñeta
Libro
Autor
País
Propuesta de
Enero 2020 | Novela histórica
El hombre de la máscara de hierro
Alejandro Dumas
Francia
Alex Escobar Blanco
Febrero 2020| Ciencia ficción
1984
George Orwell
Reino Unido
Stephanie Miranda
Marzo 2020 | Clásico
¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?
Philip K. Dick
Estados Unidos
Marlon Hernández
Abril 2020 | Novedad literaria
El truco
Emanuel Bergmann
Alemania
Henry Andino
Mayo 2020 | Premio Nobel de Literatura
El miedo del portero al penalty
Peter Handke
Austria
n/a
Mayo 2020 | Premio Nobel de Literatura
Sobre los huesos de los muertos
Olga Tokarczuk
Polonia
n/a
Junio 2020 | No ficción
Una educación
Tara Westover
Estados Unidos
Katy Álvarez
Julio 2020 | País/Región: Oceanía
El coleccionista
Paul Cleave
Nueva Zelanda
Cecilia Lovo
Agosto 2020 | Cuento
El circo de los viajeros
Giovanni Durán
El Salvador
Karen Consuegra
Septiembre 2020 | Autor salvadoreño
El país de donde vengo
Francisco Andrés Escobar
El Salvador
Karen Consuegra
Octubre 2020 | Misterio / Terror
El fantasma de la ópera
Gaston Leroux
Francia
Stephanie Miranda
Noviembre 2020 | Premio Literario
Less
Andrew Sean Greer
Estados Unidos
n/a
Diciembre 2020 | Novela gráfica
From Hell
Allan Moore | Eddie Campbell
Reino Unido
Alex Escobar Blanco


 ¡Felices lecturas!