viernes, 9 de marzo de 2018

Antología CBE: Rosas amarillas







La violencia no es un campo restringido para la agresión, no es exclusiva del tosco gesto de un puño cerrado. La violencia es irrumpir el orden de las cosas. Es cuestionar el lugar de la estabilidad y atentar contra el sosiego. El amor es violencia. Con Katya, hasta los pétalos de rosas pueden herir.
a.e-
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Decían que era muy exigente. ¿Yo exigente? si lo único que pedía era que el tipo no me invitara a tomar cerveza, mis cervezas me las podía pagar yo cuando estaba con mis amigas. Lo que quería era que me invitara a cenar solos, sin tanta gente a nuestro alrededor, sin tanto ruido, para que nos viéramos de verdad y nos escucháramos, que abriera mi silla y mi puerta y, de paso, si podía, abrir mi corazón. Que entendiera mi pasión por la lectura, aunque no la compartiera, que entendiera esa parte de mí que cuando íbamos en su carro y decía que me gustaba una canción y le subía volumen era porque necesitaba oír la canción sin que me interrumpieran, no porque no me interesara lo que me decía, sino porque estaba apreciando el arte de alguien más, que era mi versión de él viendo su fútbol, que entendiera que a veces (no siempre) iba a despertarlo por las noches porque necesitaba compartir algún pensamiento. Y no es que no me gustaran los zapatos caros que me había regalado, porque eran lindos, de verdad que lo eran, solo que no eran quien yo era, yo era feliz con tan poco. ¡Cuántas veces dio mil vueltas averiguando qué regalarme, cuando cada vez que pasábamos por una librería yo repetía cuánto necesitaba tener este o aquel libro! ¡ni qué hablar de las flores que me traía! ¡eran preciosas! pero ¿alguna vez supo siquiera cuáles eran mis flores favoritas? no eran las más caras, las rosas amarillas, ni las más hermosas, pero lo eran para mí, porque eran sencillas, delicadas y alegres. ¿Alguna vez quiso leer algo que yo escribí? ¿supo siquiera que era ahí donde yo verdaderamente estaba, no en mi pelo que tanto le gustaba, ni en mi cuerpo, ni en todas esas pláticas falsas que alguna vez sostuvimos? ¿supo alguna vez que tan solo tenía que leer lo que yo escribía para conocerme? ¿supo alguna vez que no tenía que decirme gran cosa, a lo mucho regalarme un libro de poemas de Benedetti y subrayar algún verso y que entonces hubiera tenido mi corazón por siempre?


                                                                                                                                      Katya 
                                                                    Álvarez

2 comentarios :

  1. Katya, es cierto lo que dicen de ti en la intro: hasta los petalos pueden herir.Qué genial tu escrito.También puede pasarnos a los hombres, eso, de queres solo las flores amarillas y textos subrayados en libros viejos.

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  2. Me gusta la sencillez con la que escribes los detalles más signifcativos.

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