Si bien es cierto que la apretada agenda laboral, social y cultural que nos acomete en estos meses (cuando recién estamos saliendo del proceso de selección de libros para 2014 en el club), ha tenido su impacto en el ritmo de la lectura y en la cantidad y frecuencia de entradas y comentarios en este blog; también es verdad que el club no se ha detenido, y que a falta de una lectura en curso y otra pendiente, ya contamos con una docena de nuevos libros en nuestro haber en este 2013.
De modo que, antes de comentar nada sobre el torbellino de reflexiones generado por las Memorias del subsuelo de Dostoyevski en este mes de noviembre, he querido saldar mi deuda publicando una entrada resumen sobre el libro de Octubre, Un hombre del pueblo del autor nigeriano Chinua Achebe, una recomendación de este servidor para la viñeta de País/región, correspondiente al programa de lecturas de este año. Les pido disculpas por el desfase.
El que fuera considerado uno de los más grandes escritores africanos, falleció el pasado marzo, de modo que nuestra lectura de su cuarto libro fue prácticamente un homenaje. Achebe probó ser un escritor de prosa sencilla, natural, jocosa y fluida, altamente comprensible. No abunda en descripciones detalladas, pero consigue introducir personajes y escenarios con mucha facilidad. Habrá quien diga que Un hombre del pueblo generaba expectativas muy altas que luego no vimos cuajar del todo, pero no podemos negar que el libro es interesante, la lectura es entretenida, el mensaje es claro y la temática que aborda es de innegable actualidad.
Retratar la moralidad cuestionable y las maniobras turbias de los manipuladores y corruptos políticos y funcionarios de su país, la visión sesgada y distorsionada de los extranjeros, y la mirada indolente o resignada de los ciudadanos; al tiempo que cuenta una historia de faldas, traiciones y egos personales, parece una receta eficaz para hacer su denuncia y plantear su crítica de manera que resulte digerible para sus lectores. No perdamos de vista que ese público lector era el pueblo nigeriano de los años 60, libres incipientes sin rumbo político claro después de la reciente consecución de su independencia, inestables elementos de un cóctel multi-étnico que desembocaría en una terrible guerra intestina en apenas unos años. Y es precisamente por eso que a veces queda la sensación de que Achebe dirigió su historia a su pueblo en un plan paternalista, como quien intenta explicar algo complicado a un público al que debe facilitarle la comprensión con recursos narrativos ligeros y muy ilustrativos.
Es muy destacable, sin embargo, que su critica no parece la de un resentido, como tantas veces ocurre con los textos de revolucionarios y disidentes. Tampoco es dirigida únicamente a los políticos. Achebe critica a los extranjeros, a sus paisanos, a los defensores del sistema, a los reformistas y a los revolucionarios. Los personajes de su sátira son construidos con tal naturalidad y realismo, que los lectores (particularmente los del tercer mundo, como quien escribe) encontramos de inmediato elementos de identificación con nefastos personajes de nuestra propia realidad.
Las mujeres en su obra tienen relevancia, y no corresponden a un perfil único, las hay harto distintas entre sí. No deja de sorprender la libertad (incluso sexual) con que se manejan algunas mujeres en el relato de Achebe, cuando en esa época aun persistían muchas restricciones y tabúes en Estados Unidos y en la misma Europa.
Otro dato no menos meritorio es que, sin caer en regionalismos ni costumbrismos que desalienten al lector foráneo, Achebe recoge en su obra la manera de ser, pensar y hablar de su gente, dichos populares y expresiones de su forma de vida y cultura.
Se podría conjeturar que hay un cierto desdoblamiento de la personalidad de Achebe en el personaje de Odili, el narrador. Pero esto no se cumple del todo si hemos de juzgar que las opiniones vertidas por Achebe sobre algunos temas, no siempre se corresponden con el discurso y las acciones de Odili. O quizá Odili retrata mejor al Achebe de aquellos años, cuando era un hombre de unos 35 años.
Hacia el final, no encontramos una historia reivindicativa ni un mensaje de esperanza. En su lugar, Achebe describe con un tono de frustración y resignación el sentir de su pueblo: un malestar generalizado que no conlleva acciones para mitigarlo ni condena del todo al gobernante corrupto, que por ser paisano es más soportable que el poder colonial. y que de hecho alienta al funcionario de turno a "no escupir el manjar que Dios ha puesto en su boca". Más familiar, imposible.
Henry, gracias por este comentario-resumen del libro Un hombre del pueblo. Sin duda, uno de los libros más rescatables de la calendarización 2013.
ResponderEliminarTambién debo agregar que la lectura de este nigeriano nos abrió la oportunidad para descubrir sobre la cultura africana tan atractiva y, a la vez, tan distante de la nuestra.
Saber sobre su geografía, costumbres y su música fue muy interesante.
Aunque fui de las que opinó que el libro se quedó corto respecto de las expectativas que me había generado, reconozco que disfruté mucho su lectura y que fue una excelente opción.
Ojalá el próximo año nos traiga lecturas así de refrescantes y entretenidas.
¡Felices lecturas a todos!
Aunque en octubre me ausenté a varias reuniones, dejenme decirles que terminé de leer el libro de Achebe y opinó también que tenía mayores expectativas a lo que lei. El mayor aporte de este libro, en mi opinión, es la libertad con la que escribió sobre temas controversiales, hoy por hoy lo podemos ver como normal pero en esa época se estaba jugando el pellejo por este libro. La realidad política de ellos me recordó a la nuestra.
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