«Tal como puede confirmar cualquiera que la haya leído, Memorias (1864) es una novelita impresionante pero considerablemente extraña, y estas dos cualidades tienen que ver con el hecho de que el libro resulta al mismo tiempo universal y particular. […] Notas del subsuelo y su Hombre del Subsuelo son en realidad imposibles de entender sin conocer el clima intelectual de Rusia en la década de 1860, sobre todo el momento álgido del socialismo utópico y el utilitarismo estético que estaban de moda por entonces entre la intelectualidad radical, unas ideologías que Dostoyevski odiaba con esa pasión con que solamente podía odiar Dostoyevski.» David Foster Wallace, El Dostoievski de Joseph Frank.
(Apuntes, Memorias o Notas, del o desde, el subsuelo, sótano, o subterráneo), se publicó en la revista Epoja [Época], entre los meses de abril y junio de 1864. El manuscrito sufrió recortes de censura, pero Dostoyevski no lo revisó cuando lo volvió a publicar en la edición de sus obras. La fama que lo acompaña comenzó décadas después de la muerte del escritor, como si hubiera sido un escrito póstumo, una bomba de efecto retardado.
La novela está dividida en dos partes. En la primera, la más introspectiva y filosófica, el narrador establece una especie de diálogo con el lector. Ahí confiesa sus frustraciones, culpas y resentimientos; al tiempo que reflexiona sobre las ambigüedades de la sociedad hipócrita y ambivalente en que vive, sobre la culpabilidad en que el sistema hunde a los individuos a través de la práctica de la des-personalización y la humillación generalizadas. El narrador nos habla sobre su trabajo como funcionario, su condición de pobreza, la soledad que lo caracteriza y su respuesta como individuo.
La segunda parte, titulada "A propósito de la cellisca", posee un carácter más narrativo. En sus páginas, el hombre del subsuelo se dedica a contarnos algunos extraños hechos que han sido definitivos en su vida, como el curioso deseo de venganza hacia un oficial al que persiguió por más de dos años, y la infructuosa obsesión por mostrar igualdad, cuando no superioridad, con respecto a sus ex-compañeros de la escuela. Finalmente, nos muestra su contradictoria relación con Liza, la prostituta ante quien, aun a sabiendas de su propio vacío y su conciencia maltrecha, pretende erigirse como una voz moral que no se sostiene y que de hecho se derrumba.
SOBRE LOS INDIVIDUOS
Una primera condición salta a la vista de quien lee Memorias del Subsuelo: el protagonista de la novela es un personaje anónimo, un individuo del que no importa su nombre. Eso no parece algo fortuito. Tal y como sucede en otras obras de Dostoyevski, el autor plantea una crítica a la deshumanización de su época por los nuevos conceptos de éxito laboral basado en rangos salariales, degradaciones y ascensos. Hay un momento, dentro del proceso de industrialización rusa y las políticas del zarismo, en el que sus discursos dejan ver de un modo más crudo el carácter forzoso e inevitable que consolidaría el sistema socio económico y político de la nueva nación.
Dostoyevski pone de manifiesto que la educación, los modales, la civilización y la programación del individuo, desembocan en la subsecuente anulación de nuestra naturaleza, en la represión de nuestros instintos. Demuestra que la negación de nuestros impulsos nos impone una careta que oculta nuestra verdadera personalidad. ¿Pero tenemos una única personalidad? ¿No saltamos de una opinión a otra todo el tiempo? ¿No cambiamos de parecer según el momento, las circunstancias y la perspectiva? Por otra parte, sucumbir ante esos impulsos, aun cuando sea en secreto, supone la aparición de la culpa y el remordimiento. He ahí la dualidad de pensamientos, razonamientos, emociones y sensaciones del incompresible ser humano del subsuelo.
Por eso mismo, porque las novelas de Dostoyevski son toda una encrucijada de ideas, puntos contradictorios y personajes que se desarrollan al mismo tiempo y cada uno con su propia voz, es que para el crítico literario Mijaíl Mijáilovich Bajtín, resulta claro que Dostoyevski es el creador de la novela polifónica. Bajtín manifiesta que pareciera que las obras de Dostoyevski no fueran obra de un solo escritor, sino que parecen discursos filosóficos independientes y hasta contradictorios de varios pensadores. El narrador de las Memorias del subsuelo no escapa de esa polifonía. Y es por eso mismo que este personaje provoca en los lectores sentimientos tan contradictorios como empatía, antipatía, risa, ternura, admiración, vergüenza ajena, repulsa, enojo, pasmo, lástima y, ¿por qué negarlo?, a veces hasta identificación.
SOBRE LA CIENCIA
Memorias del subsuelo es una obra que anticipa las consecuencias que tiene para el hombre la confianza excesiva en la ciencia y la razón, la reducción de la vida a un plano formal y descriptivo que suprime la espontaneidad, las diferencias y las divergencias que definen al individuo y a su entorno.
Según Adolfo Vásquez Rocca en su análisis sobre la metáfora de Palacio de Cristal de Sloterdijk, "en Memorias del subsuelo, que no constituye tan sólo el documento fundacional de la moderna psicología del resentimiento, sino también la primera manifestación hostil contra la globalización (si es que el empleo de dicho término no es anacrónico en este contexto), se halla una expresión que resume, con una fuerza metafórica aún no igualada, la caracterización de la civilización de Occidente como un 'palacio de cristal'."
Vásquez Rocca señala que el mundo ha perdido la noche porque la luna y el sol ya no son los vectores del tiempo. En el mundo interior del capital siempre es de día.
La idea expresada en el libro de Sloterdijk a través de la imagen del Palacio de cristal, acuñada por Dostoyevski en Memorias del subsuelo; se refiere al famoso recinto de la Exposición Universal de Londres de 1851. Esta exposición marca un hito y simboliza el inicio de la atención del ser humano hacia el progreso y la modernidad. Es aquí donde se comienza a ver la diferencia entre un emergente grupo de países tecnológicamente más avanzados, el Primer Mundo, versus otros que después serían llamados "países en vías de desarrollo" o Tercer Mundo.
La base de esta exposición fue la fe en el conocimiento científico. La ciencia estaba produciendo nuevos y poderosos cambios en la manera de ver y vivir la vida, modificando así mismo el pensamiento. El hombre quería tener el mayor conocimiento posible para poder controlar a la naturaleza. La ciencias como la física, la genética, la psicología, la antropología y la sociología, comenzaron a tener más adeptos para su estudio, propiciando cambios y descubrimientos en la aplicación de nuevos conocimientos científicos.
Pero Dostoyevski desconfía del cálculo probabilístico y de las tablas exactas que determinen las formas y prescriban las soluciones para todas las necesidades y problemas en un estado totalitario, sea este social o científico.
"Ustedes creen en ese edificio de cristal, indestructible por los siglos de los siglos, es decir, ese al que no se le puede sacar la lengua a escondidas, ni tampoco hacer un corte de mangas. Pues bien, quizá por eso mismo le tema yo al edificio, porque es de cristal, por siempre indestructible y porque ni a escondidas se le puede sacar la lengua. [...] ¡A ver si lo comprenden!: si en lugar de un palacio hay un gallinero y se pone a llover, yo probablemente me metería dentro del gallinero para no empaparme, pero de ninguna manera tomaría el gallinero como un palacio, por muy agradecido que le estuviera al haberme resguardado de la lluvia. [...] ¡Pero que puedo hacer, si se me ha metido en la cabeza que no vivimos sólo para no mojarnos, aunque, si se trata verdaderamente de vivir, mejor hacerlo en un palacio! Esa es mi voluntad, ése es mi deseo. Y sólo podrán arrancarlos cuando sustituyan mis deseos por otros. ¡Adelante, cámbienmelos, sedúzcanme, ofrézcanme un ideal diferente! Mientras tanto seguiré sin confundir un gallinero con un palacio. Aun cuando resulte que el edificio de cristal sea un bulo, algo inconcebible para las leyes de la naturaleza o tan sólo una invención mía, fruto de mi propia estupidez y de algunas costumbres anticuadas e irracionales de mi generación".
SOBRE EL DOLOR
El comportamiento masoquista es una constante en los apuntes del subsuelo: "Eres una contradicción grotesca y dolorosa. Eres un corazón con hemorroides", "También hay placer en un dolor de muelas. Si no sintiera placer con ellos no gemiría", "Y si a pesar de todo usted no está de acuerdo y decide protestar, su único consuelo sería auto-propinarse una paliza o que la emprendiera a puñetazos contra su propio muro, que es lo único que está a su alcance", "A veces el hombre ama el dolor de un modo pasional y terrible: esto es un hecho", "Al fin y al cabo, el sufrimiento es la única razón de ser de la consciencia".
Si pudiéramos remontarnos a la cintura del siglo XIX, y cayéramos en la cuenta que los poderosos y efectivos analgésicos y anestésicos que hoy conocemos, no existían entonces; y si nos detenemos a pensar que el mundo de Dostoyevski era más lento y estaba desprovisto de la ingente cantidad de información, actividades y distractores de que hoy disponemos, quizá podamos entender que el dolor físico o emocional, era algo que en ese tiempo debía asumirse por entero. Quien ha pasado por un episodio de dolor severo y sostenido, sabrá que al final ocurre una de dos cosas: o caemos en estado de shock por dolor extremo y nuestro cuerpo se desconecta, o terminamos por desarrollar una cierta tolerancia cuasi indiferencia al sufrimiento. Después de una experiencia de esa naturaleza, el umbral de dolor se modifica y el carácter sufre alteraciones irreversibles. Todas las otras cosas adquieren una importancia relativa, cuando no caen en la insignificancia. El humor negro no es sino una auténtica manifestación de resignación, cuando no de orgullo, de cara al sufrimiento.
Y probablemente a ese masoquismo se deba a su vez el sadismo posterior. El narrador del subsuelo llega al punto de entender la humillación a la que somete a Liza, como un beneficioso acicate, "¿No actúa la ofensa como una purgación, como la más corrosiva y dolorosa de las consciencias?"
SOBRE EL AMOR
El narrador del subsuelo habla de amor en repetidas ocasiones. A veces habla del amor propio, a veces del amor de pareja, del de la familia, y hasta de una suerte de delirio onírico febril en que se siente capaz de amar de manera pura a la humanidad entera.
Y sin embargo, nunca logra desligar el concepto de amor del de dolor. En algunas citas lo refiere de manera anecdótica: "Yo conocí a una mujer que decía lo siguiente: 'Como te quiero tanto, también te haré sufrir por amor, para que sepas apreciarlo'." En otras, lo describe a manera de declaración personal de juicio y valor:
"En toda mi vida no he podido imaginarme otro tipo de amor y he llegado a un punto en que pienso a veces que el amor consiste precisamente en eso, en el derecho voluntariamente otorgado por el objeto amado a dejarse tiranizar. Nunca jamás, ni siquiera en mis sueños de subsuelo, he podido imaginar el amor de manera diferente a una lucha, que siempre surge del odio y siempre termina en un sometimiento moral, aunque nunca he sabido qué hacer después con ese objeto sometido."
SOBRE EL AUTOR
A diferencia de tantos autores que basan su obra en mera imaginación y elucubración, la vida de Dostoyevski está llena de experiencias extremas y paroxismo, lo que sin duda resultó ser una fuente inagotable de historias, personajes, situaciones, ideas, argumentos, pasiones y reflexiones. ¿Pero cuánto hay del autor en esta reflexión-confesión?
Memorias del subsuelo fue escrita entre 1860 y 1864, año de su publicación. La esposa de Dostoyevski moría de tuberculosis y él, sumido en la pobreza y en la frustración, padecía de hemorroides. Si sumamos a ese estado miserable el sorprendente cúmulo de vivencias que el autor experimentó previamente, no cuesta imaginar que la desdicha personal fue su motor y combustible a la hora de escribir.
Y quizá debamos ir más allá. Porque el subsuelo, el inconsciente, el subconsciente, el oscuro sótano y la cloaca o resumidero de las bajas pasiones y los malos motivos, no es patrimonio personal del perturbado narrador ni de su delirante creador, sino de todos los seres humanos.
Dostoyevski no solo establece los fundamentos del psicoanálisis y del existencialismo. De su pensamiento precursor dependen futuras posturas y conceptos como la filosofía del absurdo y se nutren obras como La metamorfosis, La náusea o El mito de Sísifo. El narrador del subsuelo es el antepasado de honor de Kirilov, de Gregorio Samsa, del Doctor Jekyll, de Mister Hyde, del estudiante de Praga, de Thomas Anderson, de Neo, del otro yo del Doctor Merengue de Willy Divito, y del desquiciado narrador (también anónimo) de El club de la pelea de Chuck Palahniuk.
A propósito de este último, en "Tripas", el perturbador relato corto publicado en 2006, Palahniuk hace una interesante alusión al "ingenio de escalera", eso que los franceses llaman "espirit de l'escalier", la lucidez que tantas veces llega de manera tardía a la mente del narrador del subsuelo.
Dice Palahniuk que el ingenio de escalera "significa el momento en el que uno encuentra la respuesta, pero es demasiado tarde. Como cuando se está en una fiesta y alguien nos insulta. Uno tiene que decir algo. Y sucede que bajo presión, con todos mirando, decimos algo estúpido. Pero en el momento que uno se va de la fiesta… mientras baja las escaleras, magia. Se nos ocurre la cosa perfecta que deberíamos haber dicho. La réplica idónea desperdiciada. Ese es el ingenio de la escalera. El problema es que ni siquiera los franceses tienen una frase para las cosas estúpidas que realmente decimos bajo presión. Esas cosas estúpidas, desesperadas que realmente pensamos o hacemos. Algunos actos son demasiado bajos para tener un nombre. Demasiado bajos siquiera para hablar de ellos."
Pues bien, el personaje narrador de Memorias del subsuelo nos da cátedra sobre esas bajezas, algunas veces con la cabeza, otras tantas con el corazón... y todas las demás con el hígado; mas siempre, con la incomprensible honestidad del mentiroso impenitente, con esa confusa claridad que paradójicamente resulta de un ejercicio semejante por un ego y un alter ego que comparten páginas intercalando párrafos. Porque no hay luz que nos permita alumbrar y discernir la imagen de lo que nos habita en los bajos fondos. El residente del subsuelo ha aprendido a ver en la oscuridad.