Ni de Eva ni de Adán, un libro que creí, sería raro y difícil de leer,
pues, cuando leí la biografía de la autora y las reseñas de sus otros
libros se me hizo un poco extraña, lo cual no significa que, no me
interesara leer, sino que, simplemente pensé que sería un poco extravagante
su escritura. Nada más alejado de la realidad, al ir avanzando en el
libro, encontré, un libro muy bueno, y para mi sorpresa todo demasiado normal, con rasgos interesantes de la
cultura japonesa sí, pero una relación bastante normal entre un joven y
una chica que van iniciando sus años 20. A pesar de esto, el libro me
pareció entretenido y se lee con fluidez. Quizás no me atrapó como el
"Último judío", pero si me inyectó una necesidad muy tenue de seguir
leyendo, de hecho, lo leí muy rápido.
La historia se basa en dos personajes, Amélie y Rinri, todos
los demás son rellenos sin importancia, incluso a veces el mismo Rinri
solo es relleno. Es una historia centrada exclusivamente en lo que siente, quiere y desea Amélie, cuya personalidad, no me gusta mucho, en mi opinión
es prejuiciosa, altanera, egocéntrica y para rematar al final cobarde.
Sin embargo, tampoco puedo negar sus cualidades, es inteligente, ingeniosa, divertida, culta y
con buena conversación, eso para mí era lo mejor, las conversaciones
entre los personajes; me pareció, muy interesante incluso, las
confusiones que pueden darse cuando dos personas de distintas culturas
tratan de comunicarse (todas las confusiones, exceptuando la de la proposición de
matrimonio, me parecieron graciosas).
El personaje de Amélie empezó a caer de mi gracia,
cuando llegó de visita a la casa del amigo de Rinri, y empezó a atacar a
Amy, la nativa de Portland, mostrando un antiamericanismo que no me esperaría en una mujer "de mundo", como yo lo veo, le gustaba ser la única
extranjera y la presencia de Amy quién, es gringa y tuvo además el atrevimiento de
aclarar a la gran filóloga, la correcta interpretación de la palabra
"asobu", representaba una amenaza. La belga, ningunea todo lo que no le
gusta o a quien no se siente atraído por ella, como el caso de los
abuelos de Rinri a los cuales se refería muy groseramente como
"monstruos" llegando a alegrarse incluso, de que el otro par de abuelos
estuvieran muertos, ¿quién es el monstruo, finalmente?, lo mismo pasó
con el gringo de la montaña (aunque reconozco, que éste, sí era un poco
molesto), además, por mucho que intente hacer memoria, no recuerdo algo
significativo que ella haya hecho para Rinri, salvo tragarse alguna
carcajada para no herir sus sentimientos, y al final del libro se me cae
completamente con esa jugada cobarde, ¿en serio, piensa que le creeré,
que no aclaró lo de la propuesta de matrimonio por no herir los
sentimientos de Rinri?, ¡por favor!, lo que no tuvo fue valor para
decirle en su cara que no se quería casar con él, punto. No hay más que
razonar en esa situación.
Puede parecer que me cae muy mal Amélie, pero no es
así, son algunas actitudes que no comparto, pero en otras la entiendo perfectamente, por ejemplo, su desencanto del trabajo, ese sentimiento de
estar atrapada en un lugar que no quiere, su asombro, al ver lo duro de
la educación japonesa que enfrenta a un niño de 5 años a una prueba
donde, es marcado con el éxito o el fracaso para toda su vida, su tedio frente a un pintor pedante y su actitud
ante una compañera que la ve como "bicho raro" cuando dice que no
quiere tener hijos, y menciona una de las mejores frases del libro "No, a la
gente no le gusta que uno tenga su propia fe".
No se si soy yo la rara, pero alguien como Rinri
demasiado bueno, pierde el atractivo. Si nuestro nunca bien ponderado Logan era "perfecto", es por sus traumas de guerra, la capacidad de
poner a los bravucones en su lugar e incluso esa habilidad de
"improvisar excusas" (mentir), pequeñeces que no le permitían alcanzar
el grado de ángel, ser una especie de delincuente era el principal
atractivo del comandante Yu, todas las experiencias por las que pasó
Yonah Toledano lo hicieron pasar de un joven inocente a un hombre interesante, incluso conservando su nobleza, el aíre de mafioso y malvado del Coronel de "Los héroes tienen
sueño" inspiraba respeto hacia su persona, porque finalmente, "los
chicos malos, son atractivos", no generalizo, hablo por mi.
También pienso que pasa lo mismo con las mujeres, el personaje, astuto y tramposo de la abuela de Sorgo Rojo no se puede, siquiera comparar con la angelical pero insípida Beth de "Cuando te encuentre", y en "El último judío", la rebelde y práctica Adriana es mucho mejor personaje que su obediente tía Inés.
El final me gusto mucho, pues era la manera en que debía terminar la
relación entre Amélie y Rinri, ellos eran amigos, camaradas y el "abrazo del Samurai" lo sellaba todo, para mi gusto llegó muy tarde, lo hubiera
preferido en el aeropuerto de Tokio en enero de 1991 y no en la fila de firmas de un libro, en diciembre
de 1996, simplemente porque Rinri, no merecía quedar burlado de esa
manera, pero también entiendo, que de ser así, la ruptura hubiera sido tan fácil como la historia de amor. Había que ponerle un poco de drama, y ya
que la relación había sido demasiado "normal", un final así traía el equilibrio, pues el abrazo en lugar de contener dos años de todo lo vivido, llevaba 10 segundos de todo lo que pudo ser y eso lo hizo más intenso.
Me gustó mucho leer algo sobre una cultura tan
distinta como la de Japón, ver el respeto hacia los ancianos, la presión
sobre el rendimiento de niños y adultos, lo fascinante que pueden
encontrar otras culturas, que para nosotros son ordinarias y, en contraste, lo ordinaria que pueden encontrar su propia cultura, esa tranquilidad que tienen, el concepto del honor,
en fin todo lo disfrute mucho.
Finalmente la pregunta de rigor, ¿leería otra cosa de
Amélie Nothomb?, la respuesta es un rotundo sí, es buena, entretenida y
se lee con fluidez y como dijo Karla en un comentario, se necesitan agallas para retratarse a sí misma tal cual es y eso la hace bastante admirable.
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