Perdonenme por favor que no utilice otra palabra más elegante y menos grosera del amplio y vasto lenguaje de Castilla, pero esa es la que se me impone desde las vísceras. Y nótese que digo cabrón (y lo aclaro por las diferentes definiciones, acepciones y connotaciones que la palabra tiene entre los hispanoparlantes de distintas procedencias), en el sentido de "notable, sobresaliente, impresionante, increiblemente hábil, tremendamente bueno en lo que hace, digno de admiración".
Por supuesto que no omitiré mencionar que la traducción tiene un gran mérito en todo esto. Me parece impecable, muy bien lograda. Palmas para Ana Poljak a partir de la traducción inglesa de Howard Goldblatt.
Mi valoración es que Mo Yan puso la razón a las órdenes del sentimiento y el cerebro al servicio de las tripas. Desarrollada magistralmente en líneas, frases y párrafos dotados de una fuerza avasallante y una brutal violencia poética, Sorgo rojo es una historia contada de manera visceral, desde las honduras de las entrañas. No sé cual sea el método de escritura de Mo Yan, pero estoy seguro que debe hacerlo con tal fuerza que si escribe manuscritos seguramente rasga el papel, y si pica a máquina, con toda certeza debe golpear las teclas con apasionado lujo de barbarie. Mo Yan debe escribir con la misma violencia con la que Beethoven tocaba el piano, como para trascender sus propios oidos inútiles y escuchar cada nota con el alma.
"Con este libro invoco respetuosamente las almas heroicas y valientes que vagan por los campos de sorgo rojo incandescente de mi pueblo natal. Como vuestro hijo indigno, estoy dispuesto a arrancarme el corazón, marinarlo en salsa de soja, desmenuzarlo y colocarlo en tres cuencos para depositarlo, a modo de ofrenda, en un campo de sorgo. ¡Disfrutad de él con buena salud!"
El autor inicia su libro ofrendando su corazón en una dedicatoria conmovedora. Pero la verdad es que en cada linea deja hígado, estómago, riñones e intestinos, jirones de piel y charcos de sangre.
Son incontables las expresiones del libro que evidencian un uso libre, decidido y poderoso de la palabra por parte del autor:
"Orinar con furia"
"Matar, saquear, defender la tierra en una danza valerosa y alborotada"
"El río brama encrespado entre la niebla invasora"
"Esforzarse y bizquear hasta que la mirada perfore la niebla"
"El cielo es hondo e infinito"
"Tenía el aspecto de un melocotón, un espíritu luminoso y una mente clara"
"En sus manos ajadas los tendones hinchados parecían el dibujo de una corteza de melón"
"Era un anciano leal que embelleció la historia de nuestra familia"
"Ladridos de perro, gritos humanos, el amanecer. La silueta corva de un sol rojo sangre emergió sobre el campo de sorgo, al este, y sus rayos se metieron dentro del agujero negro de la boca abierta del tío Arhat"
"Aunque la pistola le hacía daño al golpearle el muslo, la insensibilidad que iba en aumento lo convertía en un verdadero hombre: poderoso, invencible"
"El comandante Yu recogió un puñado de tierra y la arrojó sobre la tapa brillante del ataúd. El golpe sordo resonó en todos los corazones. Los hombres comenzaron a echar tierra negra en la tumba y el ataúd gemía de ira a la vez que desaparecía entre el polvo negro, que se fue acumulando más y más, hasta llenar la tumba y alzarse después, formando un túmulo que parecía un bollo ya cocido"
"Hay un misterio insondable en esa sonrisa, una marca de hierro que imprime en la memoria del muchacho una huella, como la herradura de un caballo"
"De mi padre se puede decir que fue concebido con la esencia del cielo y de la tierra, como una cristalización de sufrimiento y gozo salvaje"
"Todo su pasado es como una procesión de frutos dulces y fragantes que caen rápidamente a tierra"
Y en definitiva me quedo corto en las citas, porque en realidad he disfrutado cada línea leída.
Antes de iniciar la lectura, cuando buscaba en la web algunas imágenes para la portada del mes en la página de Facebook del Club de la Buena Estrella, pensé que los campos incandescentes de sorgo rojo eran una metáfora del fuego, de los relatos incendiarios en que el libro abunda. Pero luego de leer Sorgo rojo, entiendo bien que es una metáfora del ingrediente omnipresente en todas sus páginas: la sangre. La sangre que torna rosáceas las mejillas de la abuela del autor y heroína de la historia, la sangre que se contrae en el centro del cuerpo en un glorioso calambre espasmódico, para luego liberarse e irrigar todas las venas en un alivio orgásmico; la sangre del degüello y el desuello expresados de manera cruda, gráfica y detallada, la sangre que baña los campos en los cruentos combates de la resistencia china contra la ocupación japonesa hacia finales de los años 30. Ese olor dulce y corrupto del rojo que fluye, el caudal de la vida. Porque todas las historias, las buenas y las malas, las de dolor y las de placer, las de tristeza y las de felicidad, las de vida y las de muerte, se nutren de ese torrente escarlata y ocurren en los campos de sorgo, entre el rojo que corona las espigas y el negro de la tierra en que germina la vida y se depositan los despojos de la muerte.
Sorgo rojo es un libro que me ha impresionado profundamente. Algunas líneas se me atragantaron con nudo en la garganta, otras me nublaron los ojos. Hubo páginas que leí con puños apretados y algún final de capítulo me pilló con los párpados pegados a los superciliares y la respiración contenida. A lo largo y ancho de su lectura experimenté la adrenalina de la batalla, bullí en indignación y furia, me llené de compasión y consternación, y sentí profunda admiración y respeto.
La vida es absurda y ridículamente maravillosa, parecía decir Woody Allen, autor del libro de marzo. Mo Yan, en cambio, parece decirnos que nuestra existencia es cruda, cruel y violenta pero inobjetablemente hermosa, que la vida es desgarradoramente maravillosa.
Puedo asegurar con determinación que leeré más de Mo Yan.
He leído sólo 25 páginas, el tiempo no fue mi mejor aliado en vacación, pero he quedado encantada con la narrativa de Mo Yan, quiero imaginarme la fuerza y belleza de los cuentos en el idioma original que en ésta versión a pesar de ser una traducción indirecta transmiten el vigor, furia, tristeza, impotencia y demás sentimientos. Mi frase preferida hasta el momento ha sido: "honorable señor ¿porque me pegas?" reacción del tío Arhat ante cada latigazo del capataz.
ResponderEliminarGracias Henry por tu entrada. A mi también me ha impresionado mucho la manera de escribir de Mo Yan tan apasionada y a la vez tan tierna. Es muy hábil en hacerte aflorar varios sentimientos a la vez en cada párrafo. Algunos son auténtica poesía.
ResponderEliminarTambién admiro lo impredecibles que son los adjetivos calificativos que utiliza, por ejemplo dice refiriéndose siempre a la sangre:
- Un olor distinto, dulce, corrupto.
Sin embargo, las frases que más me han estremecido son:
- "A veces todo lo que hay sobre la tierra escupe un hedor de sangre humana".
- "Tenía un tercio de persona y dos de demonio"
- "El aroma del sorgo se metió en el corazón de la abuela"
- "El sufrimiento oculto en todo placer venidero"
Mi favorita:
- "Siempre he creído que los matrimonios se conciertan en el cielo y que los destinados a vivir juntos están unidos por un hilo invisible"
- "Los cascos del caballo sacudían el universo"
- "Para la mente de mi padre, cualquiera que estuviera a punto de morir despertaba de pronto el respeto de los demás"
- "El golpe sordo resonó en todos los corazones"
Y hasta ahí he leído. También me quedo muy animada a buscar más libros de Mo Yan y leerlo todo. Ojalá sigan todos disfrutando este libro.
¡Felices lecturas!
Judith,
ResponderEliminarQué lástima que el tiempo no te haya favorecido, pero me imagino que esas 25 páginas ya te dan una muestra de la calidad del libro.
Y tenés razón, es verdad que la traducción al español desde la traducción al inglés está muy bien lograda, pero me imagino que para quienes entienden chino mandarín, debe ser algo aparte leer el texto en el idioma original. Por otra parte, el personaje de tu frase, el tío Arhat, tiene apariciones muy puntuales y cortas en el relato, ¡pero cómo se graban esas partes!
Loida,
Muy de acuerdo con tus valoraciones de los adjetivos que Mo Yan emplea. Hace descripciones cortas pero muy claras y concretas, lo que le permite trasladar con suficiencia imágenes de personas, lugares y situaciones. Y sí, también me parece que la prosa de Mo Yan abunda en poesía. A veces con delicadas pinceladas, a veces con violentos mazazos.
Me gustan las frases que citás, comparto el favoritismo por algunas ;)
¡Leámos más de Mo Yan, pues! ¡Yo no puedo dejar de leer Sorgo rojo en cuanto encuentro un pequeño chance!
Gracias por sus comentarios, ¡saludos!