domingo, 5 de enero de 2020

Series CBE: Viñetas de una biografía (IV)



"Los sueños de la sin-razón crean cómics"

Krazy Kat! de George Herriman (1913-1944)

Krazy Kat vive enamorada de Ignacio el ratón, que, para complementar la pareja sado-masoca,disfruta de lanzar ladrillos en la cabeza de la gata, aparentemente para hacerla reaccionar de la ridiculez, de ese delirio de amor que la vuelve acosadora, obsesiva y fiel al ratón. En todas las tiras, Herriman, procura que Ignacio termine en bartolinas, capturado por el oficial Bull. Curiosamente, los pijazos que recibe la gata, en lugar de hacerla desistir en su enamoramiento, refuerzan más su deseo: dejando en evidencia la naturaleza de su locura; un sin sentido para nosotros, que dentro del terreno de la intimidad de la gata posee total justificación, es decir, una razón. Art Spiegelman, en su cómic Sin la sombra de las torres (2014), brinda varios comentarios al respecto del cómic de Herriman, considerado su trabajo como lo mejor del siglo XX. 

El tiempo no es la única distancia entre Ken Wilber y Carl Gustav Jung. Diferenciar la locura de los paroxismos místicos, resulta un recorrido mucho más extenso. Para Jung, la locura persiste como fuente de aspectos superiores del alma humana. Para Wilber, el trabajo reside en marcar una diferencia entre el loco (llamase psicótico, esquizofrénico) y ‘lo loco’ del místico; que ha de gozar de extrema salud, pero que su desarrollo espiritual lo vuelve inadaptado en su entorno. Jung encontraría uno que otro arquetipo en asesinos como Charles Manson o Hannibal Lecter, Ken Wilber, encontraría en ellos miserabilidad, criaturas estancadas en su propio desarrollo. Esta discordia podría atenuarse, pero no resolverse, por la intervención de un tercero: Jacques Lacan. 
     La solución de Lacan con respecto a la locura sería establecer una verdad, que, con bostezos y pataleos, sería aceptada por los dos de arriba. La locura es una filosofía, un modo de afrontar la realidad. Lacan, con este radical idea elaborada en su tesis De la Psicosis (1932), configura un nuevo enfoque para el tratamiento de las enfermedades mentales; ya que al dejar de tratarlas como enfermedades y abordarlas como filosofía, el analista se estaría enfrentado a un modo de existencia que es una conducta, un lenguaje, un contenido cognitivo y emocional, del que se sirve el enfermo, ahora filósofo, para enfrentar el mundo. De haber entonces filosofía en el campo de la ‘enfermedad’, irremediablemente indica la existencia de una verdad requerida por el analista y una expuesta por el filósofo-enfermo; “Y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres”, Juan 8:32, migaja judeo-cristiana en el sendero que lleva al psicoanálisis de Freud, que es el de Lacan. En ese sentido, los delirios, las conductas repetitivas e inútiles, lo dificultoso de su discurso, en fin, ese compendio de desadaptaciones es en el Loco su programa filosófico, sus lineamientos personales para entender y hacer mundo. Es por esto que el loco posee ‘razones’ ahí donde el hombre razonable dice que no encuentra qué decir. 

Trabajo como psicólogo en el campo forense, y con eso es suficiente para que el lector, con un mínimo de esfuerzo, pueda delimitar el lugar en el que laboró desde hace cinco años. Con el paso de ese tiempo, y el haber respondido de tantas formas al respecto, resumo mi trabajo como la aplicación de la teoría psicológica - en gran medida derivada del campo clínico - con el fin de elaborar un diagnóstico sobre alguna persona implicada en algún evento que posea interés judicial; dicho diagnóstico, tiene que ser útil en función de determinar lesión psicológica en personas consideradas jurídicamente como víctimas o  comentar sobre la capacidad mental de una persona para relacionarla con el dominio y conciencia de sus actos. Dentro de ese margen, en algún momento de mi tiempo laborando, apareció el asunto que corresponde a esta entrada. 
  Entenderán que poco tiene de judicial y psicológico este texto, por lo que todo aquello que no esté en función del arte, la imagen o el cómic, pasa a tener un protagonismo secundario. La situación que me tocó atender con mi máscara de psicólogo, fueron agresiones físicas en contra de dos personas adultas entre los 40 a 60 años. Una pareja de esposos. 
      Legalmente, esta pareja entra a mi ratonera con la etiqueta de ‘procesados’, es decir ‘imputados’, es decir ‘agresores’, es decir ‘delincuentes’. Él, un tipo alto y grueso, con cabello setentero y ropas negras, con el rostro amable y la voz cálida, Ella, observadora, risueña y de facciones dulces, dice que es la encarnación de una virgen. En la ratonera me explican, casi que un reclamó kafkiano, que la Ley los ha traicionado, la ley le ha dado la espalda; ya que en su versión de los hechos, ellos son las víctimas y no los victimarios: ellos son inocentes, ellos son las ovejas y los otros son los lobos. El protocolo de atención me lleva a una conclusión: Él, es capaz de entender lo que acontece a su alrededor, y sobretodo conoce las consecuencias de sus acciones, ella, no tanto. Ella sufre de un trastorno psicótico, ella pierde contacto con la realidad sobretodo cuando deja a un lado sus medicamentos. 
     Para hablar de la situación que les tiene sentados frente al psicologo que finjo ser, él me brinda una explicación amplia, terriblemente pausada, de la manera en que se fueron desenvolviendo los eventos fuera de su casa - para ella, su casa, es tierra sagrada, no en un sentido metafórico sino literal - donde una situación de convivencia entre vecinos, tan ridícula como la ocasión en que una señora se llegó quejando del árbol de aguacate de su vecino porque éste dejaba caer las hojas en su patio o como la vez en que un señor denunció a la casera por un gato callejero que andaba en la su cuarto y no encontró la instancia pertinente para denunciar al Sr. Gato por acosador, terminó en un enfrentamiento con tres hombres, más jóvenes que nuestro matrimonio, con golpes, gas, más golpes, patadas, fuego, y nuestro amigo setentero en bartolinas y ella, nuestra virgen, con los ojos llorosos después de una ceguera que el gas le provocó pero que ella pudo curarse. Según el proceso, los responsables de todo este 'desvergue', era la pareja que reía frente a mí, con pinta y olor de no haberse duchado al menos ese día. Para ellos, los responsables habían sido los tres hombres, que iniciaron todo el alboroto en el momento en obviaron esas divisiones sutiles pero eficientes de la propiedad privada, y alteraron la tranquilidad y pureza de la Tierra Santa de la virgen, que en lugar de contarme su versión de la historia con sus propios modos de lenguaje, de léxicos sacados de confusiones entre lo real y lo ficticio, le bastó entregarme un documento de más de sesenta páginas tamaño oficio, con su historia: su historia ilustrada secuencialmente, con usos de texto ahí donde la imagen no podía aportar más. Ella me entregó el cómic de su experiencia, su verdad, su filosofía. El cómic fue ilustrado y escrito por ella, salvo unas páginas al final que fueron realizadas por él, las cuales no comentaré. Será evidente algunos manchones realizados sobre las fotografías de las páginas, está de más señalar que los he realizado para proteger algunos elementos de identificación; ya que de descubrir la LEY este post, al menos me queda la seguridad de que ha quedado constancia de mis esfuerzos por no corromper tan descaradamente sus normas. 

Representación de la Santa virgen maría, que aparece encuentra 'entronizada',
 con la usanza de poder, haciendo de ella María Reina.



Ella se ha retratado fielmente a partir de sus propios dominios técnicos al momento de dibujar, siguiendo las características de la imago psicológica con la que se identifica. La coronilla que sobresale en su cabeza es un aditamento permanente en su presentación - la cual puede ver al momento de la entrevista, y fue justificada por Ella de la manera que ahora procedo a explicar: en un autoretrato, los artistas recurren a presentarse con tal cosa, accesorio o conducta, que proyecte de la manera más fiel, ese yo ideal - recurriendo a la fanfarria psicológica. Art Spiegelman, como pudo quedar en evidencia en MAUS para nuestro querido lector, se identifica con esta imago del ratón. En otras apariciones, ya que Art es un personaje recurrente es su propia obra, aparece vestido con chaleco, en otras usa una máscara de ratón, en otras con rostro de ratón, en otras dejando al descubierto su propio rostro, e independientemente cual sea la forma, siempre aparece acompañado de un cigarro. Para Ella, esta coronilla, hecha de tela de colores, es una identificación con su vinculación divina, su delirio, al encarnar con eso la imagen de la virgen que dice 'ser'.


Si ella omitiera la coronilla, estaríamos ante otro personaje, otro 'ella' que ella no reconoce como parte de su imagen personal (ver nuevamente la imagen de la Reina Virgen María).







En las tres fotografías (arriba): la máscara de ratón y su equivalente antropológico, es para Art una representación de su conflicto interno. Vestir la máscara de ratón o convertirla en su rostro - dilema que deja claro en las viñetas de MAUS aquí presentes - es hacerse parte de una historia que él no vivió, no la sufrió, y que paradójicamente su herencia biológica-cultural lo hacen un sobreviviente/efecto de ella. El chaleco, el cigarro, el ratón de fondo en la fotografía, plantean una cuestión aún más profunda: ¿es Art Spiegelman, ese hombre pequeño de la foto con facciones de roedor, una abstracción, un reduccionismo del ratón que es Art Spiegelman el personaje de sus cómics?, y ¿será ese Art-Ratón, el lugar en que Art se mira a sí mismo, intentando generar un armonía entre ese ideal del yo, que es Art-Ratón, con su yo ideal que es Art Spiegelman?
     En la ilustración de Ella, resalta la palabra 'víctima' por encima. Este detalle que podría sugerir una identidad-víctima, contrariamente a la coronilla de virgen, es una cualidad agregada, proveniente de un orden externo a la experiencia personal. Si hubiese encontrado en el cómic de Ella, una representación de la victimización en forma de accesorio o marca sobre el cuerpo-imagen, que es la ilustración, su versión de los eventos hubiese perdido cierta credibilidad de la que ya goza; debido a que la presencia de una marca de 'víctima', ya sea un morete en el ojo, un sombrero que diga 'PAIN', o mejor aún, una corona de espinas, estaría, casi seguro que Ella posee un yo ideal caracterizado por el sufrimiento, que por lógica de esa locura, Ella sería víctima del mundo aún cuando el mundo no le ha hecho nada; y hubiese apostado, que en cualquier momento de la entrevista, ella me iba a terminar diciendo "perdónelos Alex, porque ellos no saben lo que hacen", mientras yo, con el rostro inalterable y el 15% de mi cabeza divagando en lo que almorzaría ese día, hubiera escrito en mis notas: "posible cuadro paranoide. Referir a psiquiatría forense para ampliar o cotejar sobre lo que aquí expuesto".








Calificar el trabajo de Will Eisner (1917-2005) es una tremenda injusticia, pero sobretodo es un proyecto extenso y hartamente complicado. Resumamos entonces su trabajo, parafraseando las palabras de Alan Moore: Will Eisner fue quien le puso cerebro a los cómics. Previo a W. Eisner, los cómics se regían por reglas en las que espontaneidad, estética y demanda editorial, y una intuición de continuidad prehistórica eran sus más notables bases. Eisner incorporó reglas en las que el tiempo (sobretodo), el lenguaje, la narración, la perspectiva, debían de trabajarse de manera delicada, independiente y en armonía con el resto de componentes que intervienen en la historia que construye un cómic. Así fue, como este hombre que en algún momento terminó rechazando el trabajo de dos chicos judíos que sería conocidos años después como los creadores de Superman, elaboró un cuerpo teórico por el cual deberían de regirse la creación de los cómics, logrando, con el seguimiento de este método, que estos sean entendidos como una forma de arte, formal y respetable: un arte que trabaja los fenómenos de la imagen en la secuencia. 
      Mucha de la obra de Eisner tienen como tópicos el desarrollo de la vida personal  en espacios urbanísticos donde confluyen un cosmopolitismo que vuelve colorida y complicada la vida; la mayoría de casos, este espacio quedaba delimitado a la ciudad de Nueva York. También se interesó por la moral del hombre ante el Otro; el otro-Dios, el otro-Familia, el otro-vecino, el otro-enemigo dentro de la guerra. Will Eisner, con todos sus aportes, aún sigue recibiendo tantos calificativos, el más conocido es el de padre de los cómics; y esto, a pesar de que el cómic ya estaba presente desde finales del siglo que le precedió. Desde 1988, la Convención Internacional de la Industria de Cómics, entrega reconocimientos a los artistas del género, bajo el nombre de Premios Will Eisner.



En 1985 Will Eisner pública 'El cómic y el arte secuencial'. En este, Eisner brinda los elementos esenciales que constituyen la creación del cómic, y uno de los primeros temas que aborda es el Ritmo y el Tiempo. 
     Eisner plantea que la viñeta, es decir el cuadro que enmarca una ilustración, es una herramienta que contiene o segmenta una acción/tiempo. Para el autor, la utilización de las viñetas como medida de tiempo, trasladan a la historieta a una dimensión de imitación de la realidad. La disposición entre viñetas, su tamaño, junto a la aparición del texto o bocadillos, son elementos que estipulan la velocidad de las acciones que intenta comunicar la historia.


Tal y como lo presenta en un relato parcial de The Spirit (1940, año de aparición), héroe de Eisner, la organización de las viñetas, cada una de las acciones seleccionadas en interacción con el texto, permiten llevar de manera cronometrada el tiempo en que se desarrolla esta porción de historia. Si bien, esta página del Spirit, no tomaría ni cuatro minutos en ser leída en su
totalidad, Eisner quiere comunicar que en el tiempo del cómic, los eventos suceden en un tiempo que puede ser medible; agregando verosimilitud, y elementos de nuestras experiencia en una ficción. 

     Con esto en mente, podría usted amable lector, subir y toparse con la página de nuestr autora, en la que el texto 'ATACANDO' parece hacer las de membrete. 


Adelante lo invitó a echarle una mirada.



¿Qué tal?, ¿Qué piensa? 


La página de este cómic incluye una ilustración de un nuevo personaje, su esposo: Él. En este segmento de acciones, Ella atestigua y recrea el momento en que Él habla por teléfono a la policía por ayuda. Increíblemente, la forma de representar este momento, es organizado con un manejo del tiempo ingenioso, equiparable con los mismos de Eisner en su arte. Como escribí, el tamaño y la disposición entre una y otra viñeta son elementos que marcan compases en la presentación del tiempo, pero Eisner, insiste que no son los únicos caminos para lograr el cometido, los cambios de plano o la incursión de ciertos objetos, por ejemplo el fuego que toman los papeles debajo del 'cuchumbo' en el comic del Spirit, son vías útiles. En el caso de Ella, el tiempo obtiene su ritmo en los movimientos que Él que lleva a cabo cuando hace la llamada. 
     Si pudieron notar, Él en plena llamada, es presentado en un primer plano en el que vemos su rostro, y la numeración de la viñeta junto al texto terminan de confirmar que es la primera viñeta que se tiene que leer; brillantemente, Él es representado por la autora tal y como probablemente tuvo que haberlo hecho en realidad o como nosotros lo hubiésemos hecho de haber realizado una llamada: Ella lo hace girar sobre sí mismo, y esto logra que el primer plano se vea modificado a través del cambio de perfil en la siguiente viñeta, y así sucesivamente, hasta terminar la llamada y terminar de revisar todos los perfiles que un rostro humano puede presentar desde un primer plano frontal.
Todo esto es una reconstrucción de la llamada de su esposo, en la que el lector no tiene problemas en identificar, solo con las imágenes, que la llamada sucede en un tiempo breve y que ha sido recreado con una gran fidelidad a una acción real; resultando mayor empatía con el relato presentado. 
     Agregando a esta ingeniosa presentación en el cómic de Ella, cabe señalar que la selección del primer plano, es decir el recuadro pequeño, y no otra variante como el plano entero - que hubiese sido verlo de cuerpo completo o el plano medio - son una forma de puntualizar la posición subjetiva en la cual Él desarrolla la acción de la llamada. Es decir que en el diseño de esta página, su punto de vista, que podría ser una tercera persona o un narrador omnisciente, como es posible encontrar en otras partes del cómic, nos encontramos con el el punto de vista de la autora, cosa evidenciable, y didáctica, cuando la vemos a Ella observando las viñetas (las acciones) de la llamada, fuera del tiempo de en que se da la llamada a la policía. Si acaso hay duda, el no encontrarla a Ella dentro de una viñeta como el resto de situaciones de la llamada, desde la teoría de Eisner, vendría a suponer que la viñeta, sus límites, son la página en sí: cosa de la que también estaría orgulloso el buen Will Eisner. 

Sorprendente, ¿verdad


La ilustración que más impacto tuvo sobre mí, fue una en la que se representa el momento de la agresión hacía el esposo de nuestra autora. Esto debido a dos cosas: primero, la expresión emocional que les adjudica a los agresores. Estos, en el momento en que dirigen, quizá el ataque más comprometedor para el bienestar de la persona, mantienen, según testimonian los dibujos de Ella, una plácida, extensa, inquebrantable, satisfactoria y regocijante sonrisa. Lo cual, visto de manera íntegra entre texto y narración visual, resulta una expresión de crueldad, psicopatía y callaneria. Artísticamente, soberbio. Humanamente, preciso. Clínicamente, una coyuntura entre la locura y la genialidad. 
     Segundo. Si lo anterior ya es impresionante, la viñeta tiene más que decir y con lo que sorprender. La autora, por decirlo de alguna forma, consciente de la importancia de la representaciòn, de lo impactante del ataque, encuentra la manera de recrear la acción en una sola ilustración. Para ello, para mostrarnos tanto el ataque con fuego y los golpes que su esposo recibió, decidió dibujar, que son espacios de acción y tiempo por medio de un trazo entrecortado en formas de silueta, los espacios físicos en los que se movió, movía y movería, la persona que agredió a su esposo. La ilustración resulta maravillosa por su forma simple, sin embargo el trabajo detrás de ello, si fantaseamos que nuestra autora se dedica a los cómics, define un estilo y singularización de los modelos clásicos (los de Eisner) para manejar el tiempo, cayendo en el tipo de técnicas de los artistas de cómics de tipo underground, quienes se permiten mayores licencias creativas. 





La primera referencia que apareció en mi memoria por estímulo de está página 24, es el cómic de Alan Moore y Jacen Burrows, en homenaje de H.P Lovecraft: Neonomicon (2010-2011, Avatar Press). Al final del cómic, la protagonista de esta historia, resuelve todo la trama planteada en la novela gráfica en una conversación con el héroe de una historia previa de la misma saga, The Courtyard (2003); personalmente, una de las mejores lecturas de la literatura lovecraftiana que he leído. Ambos personajes sostiene una ardua y apocalíptica conversación, la cual se desarrolla en dos planos: uno, el plano de la realidad-concreto, que es el mundo que nosotros conocemos, y el otro plano, el plano de lo real-traumático, el mundo que yace detrás del primero, el mundo que de ser revelado dejaría libre los horrores que nos hacen identificar sin dudas al mensaje de Lovecraft. El segundo plano, se desarrolla en el Leng, espacio lovecraftiano, que al ser reconstruido por Moore, emerge como un lugar donde se hacen efectivas las abstracciones matemáticas de orden superior, permitiendo que los tiempos se sobrepongan de manera simultánea y se mantengan vigentes. Es decir, que la sucesión del tiempo pasado a futuro, permanece como un presente interminable, lo cual, de hacerse efectivo en la realidad-concreta, nos permitiría ver la modificación en la materia y observar la serie de movimientos que esta ha desarrollado para ser partícipe de una acción determinada: es decir, que en el caso del cuerpo humano, yo podría ver lo que camine, lo que camino y lo que caminaré, inalterable y perpetuamente; así como los múltiples brazos danzantes de las deidades hindúes. 
     Alan Moore, en reiteradas entrevistas, ha comentado que cuando escribe (y diseña las estructuras de cada página, así como elabora los planos de las ilustraciones) experimenta estados de alteración mental que solo los puede equiparar con la esquizofrenia. Nuestra autora, por fortuna, no tiene que esforzarse demasiado en ese sentido. 









Aquí estamos, presentes en el que era el futuro del post, tratando el tema inicial, ya pasado: el lugar de la locura en Ken Wilber y Carl Gustav Jung. La evidencia que hemos revisado de manera somera, nos permite realizar hipótesis, y entre ellas, la más necesaria, es que entre el arte, la imagen y la locura existe un espacio, una dimensión en la cual se anudan; que el loco, el artista, el humano viene y va a través de ella. A veces siendo víctima de sus inestabilidades y desorden, a veces domesticando porciones de esa dimensión, pagando un precio por ello, y casi siempre, caminando a través de esa dimensión en la más profunda de las cegueras. Nuestra autora, en su estado de locura, caminado en este 'Leng', donde logró extraer la verdad necesaria y dura para poder presentarse ante la encarnación de la palabra, la Ley. El cómic de nuestra 'Krazy Kat' es una ofrenda extraña ante esta bestia judicial que por ser ciega, tiene serios, serios problemas para entender un cómic. 


Nos vemos en el 'Leng'. 







jueves, 2 de enero de 2020

El hombre de la máscara de hierro de Alejandro Dumas


Ilustración de el Hombre de la máscara de hierro/
Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos de América, Washington. 

Introducción


Tengo la idea, de que al calificar de 'Universal' la obra de alguien, es porque esta ha logrado escapar de algunas limitaciones: la mortalidad, el tiempo, el idioma y la geografía. El término 'universal', como cualquier otra palabra, fabrica sus propios contextos, nos arrastra, sin ninguna amabilidad, a la holgazanería, y nos restringe a pensar en lo que realmente quiere significar lo 'universal'. 

Estos trabajos, los 'universales', poseen todo lo opuesto a lo que es considerado como universal; son, en todo sentido: singulares. En contra de la Historia, apuestan por historias; en contra de la humanidad, apuestan por unos cuantos hombres; en contra del lenguaje, apuestan por la lengua; en contra del cosmos o de los continente, se arraigan a pequeñas porciones de tierra, ciudades, pueblos, casas. Los 'universales' son como las respuestas a la tentación de Jesucristo en el desierto: 

Después lo llevó el diablo a un lugar elevado y le mostró, en un instante, todos los reinos de la tierra; y le dijo: «Te daré todo el poder de estos reinos y su gloria, porque a mí me lo han dado y a quien yo quiera se lo puedo dar. Si te postras ante mí, todo será tuyo». Jesús le respondió: «Está escrito: Adorarás al Señor tu Dios, y sólo a él darás culto»

Los hombres detrás los 'universales', mucho antes de rozar la vanidad, rozan con la humildad, porque la humildad entiende las limitaciones, conoce su valor, y se permite tomarlas y hacer uso de ellas. Los 'universales' aceptan lo etéreo del tiempo, la inmensidad de la tierra y lo secreto de sus rincones, entienden que no hay palabras perfectas que encarnen la totalidad, y, a pesar de ello, a  toda costa, agarran las limitaciones de las palabras pequeñas para construir lo perfecto. Lo posible. 

Eso posible pone en tentación a lo imposible.

Mario Vargas Llosa, escribe, en razón de Victor Hugo predecesor de Alejandro Dumas, que Les Misérables es la tentación por lo imposible. Para Llosa, la cantidad de detalles, la extensión, esas cualidades que en algún momento Jorge Luis Borges acusó de innecesarias y lo mantuvo lejos del género de novela, son los sinónimos de la belleza, la virtud. Llosa, entusiasta y embebido de la literatura francesa, reconoce que en el trabajo 'universal' de Víctor Hugo, se experimenta la sensación de lo infinito, ya que en cuanto nombre, en cuanto lugar, en cuanta cosa, en cuanta palabra aparece en la novela, es, en principio, una línea que se podría seguir extendiendo ad infinitum; experiencia de lo interminable, lo inacabable.

Más cerca de Llosa que de Borges, creo que Alejandro Dumas, su obra singular y limitada, esa obsesión, articulada en la humildad de ser francés, centrada en la política de su tiempo, en las leyendas de unas cuantas ciudades, en la vida corta y efímera de unos pocos hombres y mujeres, nos permiten apreciar lo pequeño, lo insulso, como si fuera la única cosa en todo el mundo, alzando, en la mismísima lógica del enamorado, lo singular por encima de todas las cosas; para convertir a lo uno en todo lo demás. 

Enfrentarnos a Dumas y su máscara de hierro, no es para encontrar algo de nuestro tiempo, nuestra lengua o nuestra tierra, es para que aprendamos a apreciar los límites de otros hombres, y quizá así tengamos el valor de alzar, con humildad, nuestras pequeñas historias como si fueran la única historia en el universo: ya que solo así es que lo pequeño se hace titánico, lo uno, todo, lo singular, Universal, y el tiempo se diluye en lo infinito. 


-a.e
Sinopsis del libro ----


El hombre de la máscara de hierro es una historia debida a la pluma del autor francés Alejandro Dumas, padre. No es realmente un libro, sino que forma parte de la más extensa historia El vizconde de Bragelonne, que se publicó por entregas en Le Siècle entre 1847 y 1850. Se basa en una leyenda que ha calado mucho en la cultura popular, y ha sido llevada al cine en numerosas ocasiones, en adaptaciones que se toman bastantes libertades en relación con el texto de Dumas. Fue escrito, como otras de sus novelas, en colaboración con Auguste Maquet.
Biografía -----
Alejandro Dumas fue un novelista y escritor francés. Nació el 24 de julio de 1802 en Villers-Cotterêts. Su padre, Thomas Alejandro Dumas, conocido como el conde negro, fue un gran personaje de la historia militar de Francia, recordado por ser el primer general de origen mulato de su país y posteriormente un héroe de la Revolución. El general fue, además, su inspiración para escribir dos de sus libros más conocidos: El Conde de Montecristo y Los tres mosqueteros.
Su padre falleció cuando él era un niño pequeño, por lo que él y su madre tuvieron que vivir con la escasa pensión que éste les dejó; debido a ello su educación fue muy precaria, más en su juventud comenzó a educarse de manera autodidacta. Tuvo varios trabajos hasta que acude, con algunas cartas de recomendación, con amigos de su padre y uno de ellos lo emplea como escribiente. Es así que comienza su producción literaria.
Los primeros textos de Dumas fueron pequeñas obras de variedad para teatro, medio en el que destacó como uno de los mayores exponentes del romanticismo francés. Fue también con sus primeras obras que alcanzó sus primeros éxitos. Obtuvo una gran fama y reconocimiento que se extendieron mucho más allá de Francia. Se hizo de una gran fortuna, sin embargo, nunca dejó de tener deudas. Siempre había sido aficionado a las mujeres, por lo que su dinero se iba entre viajes, excentricidades, amoríos y la manutención de sus hijos.
Su gran popularidad y la petición de más obras, le condujeron a contratar a algunos otros escritores para poder terminar sus textos, tales como Auguste Maquet, quien más tarde lo demandó por abuso de trabajo. El resultado de esta demanda, sumado a los malos manejos de su dinero y el hecho de haber tomado partido durante la Revolución de 1848 lo llevaron a la pérdida de su fortuna.
Poco después de una década de su desgracia económica conoce al general Giuseppe Garibaldi, a quien se une. Durante este periodo se dedica a realizar reportes de guerra. Tras la victoria del general Garibaldi, Dumas es nombrado Jefe de Excavaciones y Museos en Nápoles, donde continúa su escritura.
Dumas murió de un paro cardiaco el 5 de diciembre de 1870, a los 68 años. Fue sepultado en su pueblo natal, no obstante, en 2002, por órdenes del Presidente francés Jacques Chirac, sus restos fueron trasladados al Panteón de París y depositados junto a otros escritores ilustres. Durante esta ceremonia se reconoció que el escritor ha sido uno de los autores franceses más leídos en el mundo, con sus alrededor de 300 obras, varias de ellas traducidas a más de 100 idiomas.

Curiosidades de Alejandro Dumas ----
Usualmente los escritores de novelas de aventuras o de viajes no se parecen a sus personajes, al contrario, suelen ser personas sedentarias, respetuosas de las leyes y con biografías más bien tranquilas y con pocos altibajos. No es el caso de Alexandre Dumas.

Origen y prejuicio

«…CON UD., NOSOTROS FUIMOS D’ARTAGNAN, MONTECRISTO O BÁLSAMO; RECORRIMOS LAS CALLES DE FRANCIA, PARTICIPAMOS EN BATALLAS, VISITAMOS PALACIOS Y CASTILLOS; CON UD., NOSOTROS SOÑAMOS…».
















Con estas palabras el entonces presidente de Francia Jacques Chirac acompañó en 2002 el traslado de los restos de Alejandro Dumas al Panteón de París, reivindicando en parte de esta manera a un autor que a pesar de ser el más traducido de Francia, a más de cien idiomas, había sido discriminado por sus orígenes y por la ascendencia caribeña de su padre.
En efecto, Alejandro era hijo del “Conde Negro”, el general Thomas-Alexandre Dumas, héroe de la revolución Francesa –su nombre se encuentra en el Arco de Triunfo- nacido en Haití, y a su vez hijo de un aristócrata parisino, Alexandre Antoine Davy de la Pailleterie y de una esclava negra, Marie-Céssete Dumas. Para regresar a Francia, donde había sido dado por muerto y estaba a punto de perder su fortuna, el abuelo de Alejandro debió esclavizar temporalmente a su hijo, comenzando así, antes de su nacimiento, las extraordinarias aventuras del creador del Conde de Montecristo.

La máquina Dumas

Aunque comenzó a publicar desde muy joven, esto no explica el extraordinario número de novelas, obras de teatro y crónicas de viajes publicadas a lo largo de su vida y que se estiman en unas trescientas, sin contar los numerosos artículos para periódicos y revistas.Pero sí hay explicación: Dumas recurrió a “negros” literarios o escritores “fantasmas”, denominados así porque nunca aparecen sus nombres sino el del autor que los contrata. Aunque todavía se debate hasta dónde llega su autoría en algunas novelas, hay consenso en que fueron su talento y dirección los que las hicieron trascender.

Alejandro Dumas personaje de Alexandre Dumas

Fue un escritor de armas tomar y sus numerosos diarios de viajes así lo atestiguan: recorrió Bélgica, Suiza, Italia, Alemania, España, Argelia, Túnez, Rusia y Palestina, entre otros países. Fue inmensamente rico, pero derrochó su fortuna en fiestas, cenas y objetos de lujo, hasta el punto de tener que salir de Francia en una ocasión huyendo de sus acreedores.
Se vio involucrado en la Revolución de 1848, pero logró evitar las complicaciones legales. En un viaje a Italia, en 1859, conoció a Giusseppe Garibaldi, a quien ayudó comprando armas en Marsella y trasladándolas a Sicilia en su propio barco. Como resultado de esta amistad y del triunfo del italiano, fue su nombramiento como director de Excavaciones y Museos de Nápoles, cargo que desempeñó durante varios años, hasta que retornó a Francia. Ni siquiera su muerte, el 5 de diciembre de 1870, pudo evitar cierto toque novelesco. Sufrió un ataque al corazón el mismo día en que las tropas prusianas entraban en su pueblo.
Detalle, Retrato de Dumas por Achille Devéria (1829)
Ficha del Libro ----
Título: El hombre de la máscara de hierro
Autor: Alejandro Dumas
País: Francia
Año: 1840-1847
Páginas: 428
ISBN101517507553
Programa de Lectura ----
  • Jueves 02 de Enero 2020 -----  de TRES COMENSALES ADMIRADOS DE COMER JUNTOS hasta LA COLMENA, LAS ABEJAS Y LA MIEL.
  • Jueves 09 de Enero 2020 ----- de OTRA CENA EN LA BASTILLA hasta LA SOMBRA DE FOUQUET.
  • Jueves 16 de Enero 2020 ----- de LA MAÑANA hasta ENTRE MUJERES.
  • Jueves 23 de Enero 2020 ----- de LA CENA hasta EL HIJO DE BISCARRAT.
  • Jueves 30 de Enero 2020 ----- de LA GRUTA DE LOCMARIA hasta el final de la novela (día de la PELÍCULA)
Los Tres Mosqueteros ----
Las varias referencias a los mosqueteros en la novela parecen plantear la necesidad, para completar la experiencia total que envuelve a los icónicos personajes de Dumas, leer su primera aparición y una de las novelas más representativas del francés: Los tres mosqueteros. Aquí el audio libro para aquellos que deseen ampliar su lectura. 





Bibliografía





Narraciones CBE: Dios proveerá





Abraham en el momento en que se encontraba dispuesto a sacrificar a Isaac.

Prologuillo



El título original de este relato era "El día que Otto Lezama fue escogido", la modificación, tanto en su presentación, así como en varios elementos de forma, responden a que el cuento en su estado original, escrito en el 2014 y que había visto luz en la carpeta de los documentos guardados, resultaba, muy a pesar de su vinculación con la tradición de terror de Lovecraft: infantil; en gran medida era culpa de dos personajes, Otto y la voz narradora. Por un lado, Otto se perfilaba, en principio, como protagonista de esta historia por una característica moral y no técnica-científica, como suelen aparecer los héroes en el ciclo de Lovecraft. El narrador, por su parte, se muestra interesado en  la condición moral de Otto, a tal punto que su relato resulta irónico, en el sentido que al conocer todo, procura que la historia se torne en una suerte de fábula, por poseer una moraleja. Eso mismo anula cierta presión de horror en el desarrollo de la historia, y termina por resultar en una ironía, casi que una comedia. No me doy crédito por la estructura de esta historia, fue escrita con una actitud socarrona y morbosa de mi parte, fundada en la inexperiencia y espontaneidad a la hora de escribir, que en el ingenio para planificar. El horror, si es que acaso lo puede haber, reside en la injerencia de otro texto que intenta soterrar la carga de realidad de la situación de Otto, es decir, que el lector, al conocer la verdad de nuestro personaje y encara al carácter represivo consciente del otro texto, se ve expuesto a vivir, de manera breve, una pequeña dosis de horror que rápido se disipa en la burla que ya es el cuento. 

La versión original no contaba con detalles litúrgicos de las ceremonias incluidas en el Necronomicon que esta versión ya posee; por pura estética, las incluí, ya que no aportan u omiten en nada el carácter moral o la dosis de horror del que ya me he referido. Imagino que para disfrutar más de este cuento, sería bueno pensar que un viejo brujo, sentado en una mecedora, fumando un tabaco amargo, se decide por alegrar la tarde a un grupo de pequeños niños, vestidos de monjes en sus ropas ásperas y oscuras, durante los recesos en la pequeña escuelita de las ciencias esotéricas, donde la maldad baila con ellos en la forma de un gracioso arlequín. 


- a.e
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Dios proveerá
Otto Lezama entró en la casa recién llegada la noche. La aparente ansiedad que su estado podía denotar, era un perturbadora calma, una mezcla imprecisa en proporción entre la vanidad y el morbo. Estando adentro, y encontrando el inmueble vacío, llegó a la conclusión de que él realmente era el favorito. Su vigorosa juventud, y su astucia desvergonzada, a pesar de estar lejos de los estándares que otros esperaban de la persona que ahora era él, le resultaron virtudes y prodigios, esplendores en los que solo él creía que los podía ver, que le habían llevado esa noche, hasta la casa en la que tendría iniciar el trabajo. 
El trabajo se ejecutaba con precisión y rapidez, a pesar de la inminente contradicción que eso representaba, lo uno y lo otro formaba parte de los lineamientos que dictaba el texto el Conjuro de Ia Adu En I. Primero, Otto trazó con carbón sobre el suelo del gran salón de la casa, cuatro triángulos que armonizaban de tal manera hasta construir un perfecto cuadrado, que constituye la primera parte de un pórtico. En el centro de cada triángulo, con cenizas, dibujó cuatro de los sellos de la luna; la constelación, la serpiente marina, el torbellino y la hoz, en el pórtico se leían las marcas de la puerta del Este. 

- ¡Ia! - gritó al terminar, cerró los ojos y susurró  - Edin Ba Ega, Erim Ba Egura.

De las cosas que había llevado consigo, sacó un bolsa de seda negra, y dentro, enrollada, y sujeta con un cordel dorado, estaba la cinta de Marduk. Otto la tomó evitando tener contactos con las marcas de Ginmesh, y recitando el mantra, hasta que la cinta fuera puesta en el sello de la constelación, “Ni Yish Libbi Ia Lu Amesh Id Ginmesh”. En el sello de la hoz, ubicó con las dos manos y en silencio la Daga de Marukka, segundo nombre de Marduk. Finalizado, lo único que faltaba sobre lo hecho en el suelo era la Corona de Anu de la Llamada. Otto, revisando el diseño de la puerta, en sus adentros se jactaba de haber replicado con tremenda exactitud todos los arreglos que componen la marca del Este. Todo había sido contemplado en su trabajo: las yuxtaposiciones entre las paredes y los vértices dibujados en el suelo con los diferentes tipos trazos de carbón o manchas de ceniza; sin olvidar las orientaciones que estas figuras tenían con las figuras dibujadas en los planos cosmológicos a la hora que se llevaría a cabo la parte final del trabajo que él había iniciado. 
  Otto, embebido de sí, miraba satisfecho la totalidad de la escenografía, y pensaba en que tenía razón al asegurar en su corazón que no había nadie como él. Con esto se permitió divagar en sus imaginaciones y deseos, mientras aguardaba por la llegada de los encargados de llevar el elemento final del sigilo que había realizado.
Aunque no se había hecho de conocimiento a través de algún medio oficial, se tenía entendido que los iniciados se encontraban exentos de realizar cualquier tipo de encomienda de relevancia. Todo trabajo con un nivel alto en complejidad e implicación, como lo pueden ser consagraciones, llamadas y exorcismos, debían ser preparadas y dirigidas por personas de alto rango y de preferencias priores. Meses atrás, después de finalizada la sesión, Otto fue llamado a presentarse ante uno de los priores. Su nombre, cosa que nadie esperaba escuchar en el amplio salón escarlata, figuró entre todos los presentes que quedaron inmóviles con el sonido que conformaba la identidad de un iniciado. 
        Otto Lezama se dirigió hacia donde la voz le ordenó. Rostros petrificados en la displicencia condescendiente, máscara de envidias y dudas, aparecían en los rostros sombríos de los colegas del conciliábulo, que observaban como uno de los iniciados, sin razón aparente que justificara el rompimiento de la tradición implícita, caminaba hacía el pasillo, y al final de este, el despacho de los priores de su orden. 
      Mientras caminaba por el lúgubre corredor de color mortecino, custodiado por los retratos infames de quienes le precedieron a través de la milenaria historia de su organización, se castigaba con preguntas provocadas por lo incierto de su situación. ¿Cómo él, siendo un iniciado, podría ser llamado por los priores?, ¿qué razones tendrían los superiores para llamar a un simple novicio, contando con personal más adecuado para cualquier situación? Otto, que en aquel momento lograba que sus pasos sosegados no perdieran el poco movimiento que les quedaba a causa del nerviosismo, cavilaba sobre los variadas circunstancias, desquiciadas y perturbadoras, que le podrían suceder dentro del despacho del Prior que le había mandado a llamar. 


Otto salió con una estirada sonrisa del despacho del Prior. Salió bautizado en luz. Resplandecido en conocimiento. “Ahora que sabes cómo funciona todo. Ya no puedes considerarte a ti mismo como un iniciado” fueron una de las palabras que atesoro Otto Lezama de su reunión. Ahora sabía los secretos, entendía el proyecto, la Gran Obra. “Se acercan tiempos interesantes, creería que está al tanto de ello. Su labor lo consideramos vital para el desarrollo de nuestra agenda. Es el corazón de la etapa que está por venir. Le conocemos bien Otto, sabemos quién es usted. Desde antes de que naciera, nuestros ojos le han seguido. Le hemos cuidado. Así como un padre que cuida en la distancia y el silencio, hemos velado por usted. Todo lo que usted llama suerte, oportunidad, destino, bendición y cualquier apelativo de devoción que dio a lo que no sabía cómo nombrar o explicar, éramos nosotros atendiendo a nuestro favorito. Las cosas están arregladas para responder a cualquier escándalo que la ceremonia puede suscitar. Las columnas y titulares de algunos periódicos solo esperan nuestro aviso y las publicaciones saciarán a los cerdos y las cosas se mantendrán en ocultar como siempre. Los que hemos señalado como culpables, disculpe mi lenguaje, me refiero a los «responsables», ya están avisados. El presupuesto para todo el quehacer judicial, periodístico, televisivo y los consiguientes pasos que lograrán erradicar de la mente de los necios ya están contemplados. Como notara, todo descansa en nuestras manos”.
       »Entiendo Señor, lo entiendo perfectamente. Ante todo, mi devoción y agradecimiento por tomarme en cuenta para la obra. Pero, sin el ánimo de parecer distraído, o carente de voluntad ante su bendición, aún no me ha dicho quién es el predilecto para la ceremonia; y junto a eso, aún  desconozco el lugar seleccionado para realizar la magna labor”, preguntó Otto Lezama, con todo el decoro y distinción que podía emitir. 
           »Usted, me recuerda a la inocente pregunta que un hijo hizo a su padre tiempo atrás. «Aquí tenemos la leña y el fuego pero, ¿dónde está el cordero que vamos a sacrificar? El padre le respondió: Dios proveerá el cordero para el sacrificio, hijo mío. Dios proveerá». Solo espere. Quizá no será Miguel o Gabriel quien llegue a darle las buenas nuevas, pero alguien, uno de nuestros «ángeles», llegará con la información que necesita…”, terminado de revivir el encuentro, Otto, complacido de él mismo, decidió preparar las vestimentas. La ceremonia daría inicio en cualquier momento, no falta mucho para medianoche.


Se escucharon algunos automóviles deteniéndose fuera de la casa. Otto estaba seguro de que debían de ser ellos, los que ejecutarán la ceremonia de Ia Adu En I, y llevarían la corona de Anu de la Llamada y al predilecto. Imaginó que este tendría que venir con ellos,ya que ¿quiénes, sino ellos, eran los indicados para escoger y sustraer al predilecto? Al verlos en el umbral de la puerta, inquietos, jadeando, con las miradas fijas en él,  sintió una corriente que le atravesó toda la espina, y comenzó a respirar con dificultad. Guardó la compostura, y se entregó a remembrar, mientras los miraba entrar acechantes en de la casa, oliendo y observando todo,  cuál era su posición dentro del orden de las cosas del conciliábulo. Se decía así mismo que él estaba tan alto como lo podía estar un Prior, y que ellos son ayuda, son servidores, son parte de la puerta del nuevo mundo; ellos están bajo su mando.
Una de las lecciones que Otto Lezama tuvo que volver  recordar con respecto a ellos, es que tenía que llamarlos por su verdadero nombre, indicador de su naturaleza, señal de su propósito. Todos aquellos modismos vulgares, o esnobistas alrededor de ellos, era para los cerdos, los necios, los que no pueden ver. En el conciliábulo había aprendido que les llamaban profundos, pero este apelativo podría confundirlos con los Otros, cuya naturaleza y vocación es distinta, por lo que Allu es el nombre por el que se les ha de conocer. 

        Todos habían entrado, Otto estaba listo para la ceremonia. 

Debajo de la túnica andrajosa y amarillenta, el corazón le latía al favorito de tal forma que creía que en cualquier momento se le abriría la piel y le terminaría quebrando los huesos del pecho. La lascivia sanguinaria lo agitaba, le abría un apetito que jamás había experimentado; la boca abierta, como si se muriera de sed y los ojos bien abiertos, esperando que algo sucediera. Las posibilidades que se abrían con las llegada de los Allu, conducían a todo el organismo de Otto Lezama hacía un paroxismo, deseaba ver como los ojos de la ofrenda reventarían de horror cuando viera la Daga de Marduk, brillante e inmaculada, correr en el aire antes de que le atravesará cualquier parte de su endeble cuerpo. Los agujeros que probablemente harían las garras de los Allu sobre el cuerpo tibio y suave del predilecto, quedarían como cuencas oculares vacías y llorosas de sangre. Los Allu era conocidos por disfrutar de poner bolsas y ligas en la cabeza, para evitar que las reminiscencias del alma se escaparan en cualquier agitación corporal, Otto estaba entusiasmado de poder ver aquello con sus propios ojos.
  Otto, siguiendo el protocolo, realizó una reverencia, se escuchó a unos cuantos Allu gruñir, y parecía que eso bastaba para que la ceremonia se diera por iniciada. 

Los Allu rodearon el sigilo realizado por Otto, de sus fauces caían babas que parecían añadiduras negruzcas alrededor del carbón. Era la primera vez que Otto los miraba de frente. Sus cuerpos estaban manchados con la semiótica ancestral, y la aglomeración de figuras sobrepuestas entre sí, hacia que la piel pareciera a la primera vista como escamosa. Estos se dispersaron por toda la casa, y Otto no lograba tener señales del predilecto; pensó que a lo mejor este esperaba en el auto: desnudo, sodomizado, con el ano ensangrentado después de las múltiples violaciones que muy seguramente tuvo que haber recibido durante su cautiverio. Los Allu se acomodaron en diferentes parte del lugar y un destello depravado les apareció en los ojos, Otto leyó en esa mirada, la complacencia de ellos con el lugar. 
Aquella escabrosa satisfacción, síntoma de su notable éxito, hacía que el buen Otto Lezama se proyectará en todas las oportunidades que vendrían después de que el conciliábulo aprobará con agrado su labor en la ceremonia. ¿Qué podría elegir como recompensa?, ¿algo en finanzas?, ¿un puesto en la gastada política?, ¿su propia estrella en la constelación del entretenimiento? o mejor aún, ¿un espacio eterno en el trono de la religión? El mundo parecía estar en las manos de Otto. 

Los Allu dirigieron una mirada al iniciado, demandando algo de él. Otto, no supo qué decir, él, se mantenía en la idea de que todo aquello era parte del protocolo de la ceremonia. Ante la inutilidad del arquitecto de la ceremonia, ellos, se comunicaron entre sí. Sin hablar. Solo usando sus manos. 
Los movimientos acelerados de los dedos, en diferentes flexiones y articulaciones, hacían casi imposible la lectura del beato lenguaje de las manos que Otto Lezama a penas conocía. Sumergido en la incertidumbre de las miradas fieras y devoradoras de los invitados a la ceremonia, intentó comunicarse con ellos. Hablando con los movimientos y sonidos de su boca. “Las cosas están tal y como el Prior lo solicitó” dijo Otto para establecer un orden en el curso de aquella reunión. Los Allu no contestaron, o por lo menos no como Otto esperaba. 

Fue alrededor de las 12:32 am, que el número de emergencia recibió una llamada de auxilio. El cadáver de Otto Lezama, de 32 años edad, asesor jurídico del estado, fue encontrado en la residencia del ex-ministro de economía. El cadáver, que fue encontrado desmembrado, presentaba marcas de múltiples torturas con armas cortopunzantes. Picahielos, navajas, agujas, tijeras y cuchillos, fueron encontrados en la escena de este macabro acontecimiento. A pesar de lo prematuro en los procesos de investigación, una de las primeras versiones que se manejan de los hechos, es la vinculación de grupos sicarios. Vecinos reportan que el auto de Otto Lezama llegó en hora temprana de la noche. Lo inusual de esto, según la versiones de los residentes del lugar, es que el ex-ministro de economía, Ignacio Benitez, había dejado la residencia días atrás. El cadáver fue encontrado en la sala, rodeado de un polvo blanco, lo cual parece ser cocaína, lo que podría asociarse con el narcotráfico; esto también explicaría la participación de los supuestos sicarios como responsables del crimen. Las investigaciones se abren en busca de los autores de este atroz suceso. Por otro lado, en el acontecer de la farándula… 

Uno de ellos tomó el teléfono. Alguien contestó del otro lado de la línea, pero no dijo nada. “Está hecho” dijo el Allu. Quién estaba al otro lado, colgó. 

La reciente muerte del asesor jurídico Otto Lezama, dentro de la residencia del ex-ministro de economía, parece esclarecerse. Las últimas investigaciones establecen el vinculo entre grupos de narcotraficantes y el asesinado asesor. La salida del ex-ministro Benítez de la residencia días atrás, fue lo que llevó Otto Lezama, abusando la confianza y cercanía a la familia del ex-funcionario, a utilizar la casa como punto de intercambio.  El ex-ministro Benítez se pronunció ante lo sucedido en una conferencia hacia la prensa, recalcando la necesidad de implementar nuevas políticas de estado que refuercen la soberanía de la justicia… 

Los Allu, los mismos que se encargan en todas las ceremonias de la parte sucia, salieron de la casa exhaustos. Satisfechos. 

El ex-ministro Ignacio Benítez, anunció el día de ahora su candidatura presidencial. El sostiene que la actual ingobernabilidad del país y el caos en temas de seguridad, son intolerables; y está confiado, que su experiencia y el apoyo de su fracción política le llevaran a una victoria consumada. 

El cuerpo de Otto Lezama quedó disperso sobre la superficie de la residencia seleccionada. Los múltiples agujeros y mordidas le habían drenado las últimas gotas de sangre que el desmembramiento no alcanzó a arrebatarle a sus venas. Mucho antes de que los Allu lo violaran, Otto, estaba consciente de su destino. Él era el predilecto, la ofrenda, el elegido, con el que se cumplía la coronación de Anu. 
Otto, uno de los asesores jurídicos del estado, iniciado y favorito del conciliábulo, en el momento en que la Daga de Marduk le perforaba su ojo, recordó de manera breve y borrosa, entre la confusión del dolor y el sufrimiento de la traición que ahora encarnaba, la voz del anciano, que en la comodidad de un despacho, le dijo: “Me recuerdas a la inocente pregunta que un hijo hizo a su padre tiempo atrás: Aquí tenemos la leña y el fuego pero, ¿dónde está el cordero que vamos a sacrificar? El padre le respondió: Dios proveerá el cordero para el sacrificio, hijo mío. Dios proveerá”.


El Prior Benítez estaría contento con el trabajo.