Si nos propusiéramos a escribir acerca de nosotros mismos, lo más probable es que terminemos encontrando decenas de líneas. Una biografía es el rastreo limitado y unidireccional sobre todas las líneas, cuyo resultado es un espectro notablemente definido, lo suficiente para confundirlo con el modelo, y con el mínimo poder de robar, a quien lo encare, la más elemental de las simpatías.
Escribir acerca de mí, sería elegir una entre varias líneas; una biológica, una posmoderna, una psicoanalítica, una pagana – que resulta ser de mis favoritas –, una romántica, una innecesaria, una sexual – de todas, la menos atractiva –, una egocéntrica, una cristiana – que se parece mucho a la pagana –, en fin, muchas; al igual que en todo humano. Lo que debería de quedar claro, es que al escoger una línea, no puede haber tal cosa como el ‘purismo’, no existe en una biografía, ni en la más puntillosa, el sentimiento de exclusividad de perspectiva. En algún punto, la línea elegida tendrá que conectarse con otra línea, al mismo tiempo y en el mismo nivel. Por eso, una biografía, más que un retrato, parece un mapa de metro: sucede debajo de las fachadas, y aunque se extienda en todo el territorio, jamás lo puede abarcar. Una vida, el territorio, siempre es demasiado.
Mi objetivo con este post – y los que vendrán – es recorrer una línea como ejercicio autobiográfico, que más que aludir a una vanidad, busca anudarse al brote de curiosidad del Club de la Buena Estrella. El año 2020, por vez primera, contará con una viñeta exclusiva para Novela Gráfica, y la línea que quiero circular es la línea de la representación, de lo visual, de la imagen, esa ruta que nos lleva al trastornador mundo de los cómics; porque, después de leer tantos cómics, puedo estar seguro de las palabras del psiquiatra Fredric Wertham: “Los cómics jodieron mi cabeza; pero fue para mejor”.
Este ejercicio no es original, al menos Umberto Eco no me permite presumir de ello. La misteriosa llama de la reina Loana (2004, Ed. De Bolsillo 2017) tiene el objetivo de reconstruir la identidad a partir del entretenimiento, la cultura de masas y los medios masivos. Yambo, el héroe de Eco, se mira afectado por las secuelas de un accidente, donde la memoria es la que ha quedado comprometida. El tipo solo encuentra una verdadera cura para sus problemas de memoria, que son problemas de identidad, en, literalmente, el 'baúl de los recuerdos'. Todos aquellos objetos que durante su historia personal han servido para desbordar una porción de alegría, misterio o conocimiento, se convierten en las únicas pistas de Yambo para recordar quién es él. La novela está plagada de ilustraciones, fotografías y recortes, producciones mediáticas que se encuentran poseídas por los fantasmas afectivos y diáfanos del personaje de Eco. Curiosamente, el catálogo de representaciones de la novela inicia con un cómic; el eje sobre el cual Yambo, corriendo la suerte de confundirse entre detective, historiador y arqueólogo, inicia la reconstrucción de su identidad.
El cómic con el Eco inicia ese proceso es uno de Disney: Il Tesoro di Clarabella (Gottfredson & Osborne, 1935). Este 'paquin' hace que Yambo, reaccione con lo siguiente: “Hojeé deprisa el álbum y fui a tiro hecho a las viñetas correspondientes. Pero era como si no tuviera ganas de leer lo que estaba escrito en los bocadillos, como si estuvieran escritos en otra lengua o las letras se hubieran apelotonado. Más bien, recité de memoria” (p.83). Yambo, al encontrarse con los dibujos del cómic reproduce la narración solo y a partir de la imagen, dejando al descubierto una carga psicologíca entre él y la historieta. En el comic, Mickey – o Topolino, y de llamarlo así, procuren tener las manos a la ‘italiana’ – intenta sacar de aprietos a la desesperada Clarabella que tiene que pagar la hipoteca – esto de la hipoteca no lo dice la novela –, y que está a punto de contraer matrimonio con el desagradable Eli Squick (villano y rival del ratón, quien realmente me agrada). Squick posee información sobre una herencia de Clarabella, otorgada por su abuelo, un tipo - aunque es una vaca - beneficiado por la 'fiebre de oro', y Topolino (léase en italiano y usando las manos) se da cuenta de esta marufiada; se hace del permiso de Clarabella y de la ayuda de Horacio para encontrar el tesoro. La historia se resuelve al mejor y clásico estilo Disney, y la memoria de Yambo se embarca en su propia ruta; recordar los detalles de la historia, son efectos de una memoria que se activa por la carga afectiva que hay sobre la palabra que hay sobre el cómic. Esto último lo expongo en esa sucesión, porque es el mismo Eco el que define el milagro en Yambo por efecto del nombre Clarabella, y yo, defino el milagro por efecto del nombre en la portada del amuleto de infancia: el cómic.
“Ésta no es la memoria semántica. Ésta es memoria autobiográfica. ¡Estás recordando algo que te impresionó de niño! Y te lo ha evocado esta portada” (p.84) La misteriosa llama de la reina Loana |
Así como la novela de Eco, existen otros proyectos mucho más complejos, y de gran prestigio, en esto de hacer historia de una identidad con la ayuda de los cómics o la cultura de masas. Aun así, no me ahuevo, el ejercicio es válido; y creo, en lo que respecta a la idea de la historia personal, es necesario.
Flex Mentallo portada de la novela completa (compuesta por cuatro números) |
Uno de esos posibles proyectos es la novela gráfica, publicada en 1996 por la editorial VERTIGO (DC comics): Flex Mentallo, del caótico Grant Morrison, ilustrado por Frank Quitely. Flex Mentallo tiene todo de ridículo como de íntimo, ya que detrás de la travesía de un héroe – inspirado en Charles Atlas – que tiene la capacidad de modificar el espacio-tiempo con la ayuda del ‘Misterio del Músculo’ – desactivando bombas o volviéndose inmune en cada flexión de sus tendones –, el corazón del cómic es una evocación autobiográfica de Morrison sobre el valor de los tebeos, no solo como artilugio de melancolías infantiles sino como puerta emancipadora, es decir una herramienta que tiene todo de social, filosófico y de religioso, materia dura que permite articular puntos de inflexión en la vida del sujeto que pueden provocar cambios reales en su entorno.
Flex Mentallo, número 1o. haciendo uso de 'Misterio del Músculo' |
En Flex Mentallo aparece un personaje que juega las de secundario, pero que se apropia de la escena en la medida que queda al descubierto que su voz, es la médula que sostiene la ficción total de la historia. El tipo, un drogadicto que después de ingerir LSD simula hablar por teléfono en un callejón, esperando el fin del mundo, reza:
“Es divertido. Todo sobre lo que puedo pensar es sobre ser un niño. Todas esas memorias. Cómics. Comics en todas partes. Puedo olerlos. En la habitación. ¿Alguna vez leíste comics? …. No. Comics americanos. Comics densos. MANDOO el Misterioso, ese era el favorito de mi tío. Algo de material ocultista (estas referencias son biográficas de Morrison). Recuerdo aquella historia que había ¿Cómo era? ‘Colapso en el Núcleo’. ¡Joder!¡Me hizo cagarme de miedo! Es divertido cómo eso es lo que queda al final. ¿No? Todo el estúpido material. Ni ‘Guerra y Paz’, ni ‘James Joyce’. Los Superhéroes. ‘Resplandor. Bandera Ardiente. Lord Limbo… Agente dorado. Nombres totalmente asombrosos… quiero decir cuándo piensas en ello… son como arquetipos, ascienden desde las profundidades. Esas cosas. ¿Cómo puedes decir que ese material es estúpido?”.
Charles Atlas (1892 -1972) |
Este angustioso soliloquio, contiene una carga de verdad, al menos, en lo que yo puedo considerar como tal. Al final de todas las cosas, en ese sentido que refiere a las paradojas, aporías y sin sentidos con las que está armada la vida, las grandes obras, las pesadas filosofías se esfuman, y quedan, en esa oscuridad, las figuras arcaicas de las viejas cosas que le dieron formas a esa mirada y lenguaje con el que encaramos al mundo. Los cómics, según Morrison, son el espejo de esas figuras primarias, y sin temor las califica de arquetípicas; porque en el fondo, de todos estos superhombres residen ideas y como ideas son modelos, y como modelos preceden a todo lo demás. Los cómics son las reminiscencias del origen de todas las cosas. Justamente es en este platonismo moderno en el cual encuentro el fundamento para decir que los cómics, esas revistas ridículas, con personajes igual de absurdos, pueden ser un camino para construirse como sujeto y un método para hacer biografía. En su defecto: escribir mi biografía.
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Intentaré regirme por una cronología, aunque muy probablemente ello solo me durara unas cuantas entradas. El proceso tendrá que regirse por la imagen, y no por el tiempo. Procuraré presentar y apoyarme en imágenes de un archivo personal, que me permitan ilustrar el ejercicio. El resultado que espero de esta praxis es doble: que la novela gráfica adquiera un nuevo estatuto en el arduo compromiso del trabajo de leer de los miembros del CBE, y que me permita poner en orden unos veintitantos años de imágenes y palabras, no para justificarme, sino para dejar marcados los pasos en uno de los tantos caminos que la vida ocupa.
Página del cuento ilustrado La Navidad en la granja. En el centro 'Maloso' el Jabalí. |
Interesante
ResponderEliminar¡Que valor!
ResponderEliminarVas a revelar el nacimiento de tu esencia, lo que hoy por hoy diferentes personas tienen de ti en pedazos abstractos, y pocos en capítulos completos.
¡Bien Alex! Es la mejor forma de...
Pd: "La Navidad en la granja" me paso igual.
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