Comentando el libro Sofía de los Presagios de Gioconda Belli, como sentada a los pies del Mombacho y sus afluentes de magia en Nicaragua…
Muchas gracias por haberlo leído y comentado, debía este comentario y aquí está como quien dice más vale tarde que nunca...
A propósito de Sofía de los presagios, qué bonito leer libros que hablan como una habla…
Leí este libro por primera vez hace ya un par de décadas, y el año pasado lo propuse en
el club de lectura para ser leído en julio bajo la viñeta País-Región/México y Centroamérica, para mi alegría ¡ganó en las votaciones!. Esta semana lo volví a leer ya que en los días en que se leyó en el club -paradójicamente- no me fue posible estar (por motivos de viaje, sí sí!!).
Cabezona la Sofía ¿verdad? Sí que dan ganas de ser su mamá y poder regañarle cada dos por tres o de que no le hubieran negado un su par de nalgadas cuando era chiquita por lo menos…
Como suelo reconocer, nunca fui una de esas niñas de lectura ávida y compulsiva, el hábito por la lectura es un placer que descubrí en la adolescencia y tardé un poco en definir cuál vendría a ser mi género preferido y las razones por las que un libro me gusta o no. Así, mi género preferido es la novela y si es histórica mejor, pero lo que más me gusta es que esté bien contada, el tema puede ser el que sea, pero que me lo cuenten bonito. Si puedo elegir prefiero alguna historia sobre mujeres fuertes y apasionadas, de esas que saben vivir y que además saben sacarse adelante a sí mismas, me gusta que esas novelas hayan sido escritas por una mujer, aunque he de reconocer que también hay hombres con la sensibilidad suficiente para crear personajes femeninos inolvidables.
En ese contexto podría decirse que Sofía de los Presagios es uno de los primeros libros que leí y que me capturó por la manera en que me era contada la historia, no porque me enamoré de algún personaje o porque me identifiqué con la protagonista y “me sentía ella” mientras leía, como me pasó con las inolvidables Violeta, Josefa o Floreana de la Marcela Serrano, la Liz Gilbert de Comer, Rezar y Amar, o la Fermina Daza de García Márquez.
No, a mí también la Sofía me sacó de mis casillas una, dos y muchas veces desde la primera vez que leí este libro, pero a la vez me encantó leer una historia donde su protagonista no fuera una heroína buena sin más, porque la Sofía Solano no es una santa y buena mujer, aunque tampoco la bruja maruja del cuento, yo pienso que es más bien una mujer bien real, una persona normal que en distintas circunstancias reacciona de una o de otra manera de acuerdo a sus pasiones, y que como suele pasar, se equivoca mucho a la hora de calcular cuáles serán las consecuencias de sus actos.
Sofía es una niña mimada (y malcriada), una adulta con las heridas de la infancia a flor de piel, altanera, perversa, rebelde, un poco rústica y grosera, pero no mala en su esencia.
Al cerrar el libro nuevamente volví a pensar en lo bonita que es una historia bien contada, creo que el nudo del sortilegio que se intenta desenredar en el Diriá está basado absolutamente en la herida de abandono que tanto hace sufrir a la protagonista (como a millones de hombres y mujeres en el mundo en la vida real), esa tremenda distorsión de las relaciones, la sensación permanente de rechazo, la desconfianza crónica, ese no saber ser sin la influencia de la niña herida que nunca creció y que aun siendo adulta sigue sintiéndose abandonada y que por terror a que vuelva a suceder, se obliga a sí misma a intentar blindarse.
Ni buenos, ni malos. Siendo un libro de cuna centro americana, los personajes me parecen gente conocida, con una idiosincrasia con la que me siento identificada y me hace sentir a gusto. La lealtad, el chambrerillo, la amistad, el amor, la familia, los mitos, leyendas, supersticiones, el cura meque, las tradiciones, brujas y santos, la naturaleza exuberante, los cerros, los volcanes, la manera de llover… ¡Qué bonita es Centro América!
Me gusta mucho el retrato del campo y la sociedad nicaragüense, sobre todo el poder adentrarnos en la vida de un pueblo chiquito con su correspondiente cuota de cielo y de infierno.
Igual que comentaron otras personas del Club, Xintal es una de mis preferidas, ella es como el hada madrina de los cuentos de hadas, pero en versión bruja que a mí en lo personal me gusta más.
El Mombacho, ¡qué bonito imagino ese lugar! si fuera alguien dada a las expediciones de montaña, seguro montaría una para ir a conocerlo alguna vez e intentaría meterme en sus senderos a ver si me encuentro, según cuenta la leyenda, a una anciana que se conoce como la protectora del bosque, que aparece en medio de la bruma con un largo vestido blanco y se desvanece tan pronto uno se acerca; yo creyendo firmemente en que se trata de Xintal, la sabia mujer sin edad y sin tiempo, le pediría que no se vaya y que me embruje o me desembruje según lo que fuera necesario…
Sofía
niña
perdida
cautiva
astuta
violada
abandonada.
Sofía
hija
mujer
amiga
amada
amante
enamorada
Sofía
precoz
embrujada
rescatada.
Sofía
fuerte
rebelde
valiente
perversa
silvestre
bruja
gitana
Sofía
madre.
Sofía
libre.
Sofía
liberada.
Flavia…
Gracias por este post María Ofelia... bien lindo te quedó... este libro no es de mis favoritos, pero de vez en cuando me pregunto ¿en qué rollo andará ahora la Xintal? y ¿qué edad tendra ahora la Flavia?... jajajaja igual que la Isla Bajo el Mar... mucho chambrerío.
ResponderEliminarTambién he estado viendo las fotos del Mombacho y realmente son impresionantes. Dan ganas de estar ahí... a ver cuándo hacemos una excursión !!!
Amiga no había leído este comentario, sí verdad, dan ganas de ir al Mombacho y ya a sus pies, probablemente como a Gioconda Belli, también nos darían ganas de escribirle un poema, un cuento o ya puestas a ello ¡una novela! ¡Abrazos!!
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