En mi comentario personal sobre El mundo de afuera, mencioné una de las cosas que más destaco de la obra de Jorge Franco: es un libro muy musical. Como si se tratara de un guion cinematográfico, el autor colombiano va construyendo su propia banda sonora a medida que menciona piezas musicales que alguno de sus personajes canta o escucha, y que sin duda contribuyen a crear una atmósfera particular para cada momento de su relato.
Detallo a continuación los momentos musicales de El mundo de afuera de Jorge Franco. Al final encontrarán un player para que puedan escuchar las canciones.
- Don Diego llena el castillo con la música de Wagner, o de cualquier otro.
- Soltó la aguja del tocadiscos sobre el aria que lo conectaba con el dolor. Dolce e calmo, de Tristán e Isolda. Cuando la escuchó por primera vez le había comentado a Mirko, Wagner se debe estar revolcando en su tumba, no porque la cantara María Callas, que la interpretaba mejor que todas, sino porque lo hacía en italiano. El disco rodó por el suelo y giró varias veces antes de caer frente a los pies de Dita. En la etiqueta redonda ella vio el sello de la Deutsche Grammophon y leyó que decía: Tristán e Isolda, primer acto.
- Caranga hablaba de la guitarra de Jimi Hendrix y cantaba Purple haze all in my brain, y seguía cantando sin saber inglés. —¿Qué significa purple haze, Caranga? —le preguntó el Cejón. Caranga soltó la guitarra imaginaria, inspiró con la nariz apuntando al cielo, levantó los brazos como un vencedor y dijo, es algo poderoso, my friend.
- La orquesta calentaba cuerdas con Strauss.
- —Pero claro —dijo Dita, antes de arquear la espalda hacia atrás para dejarse llevar por don Diego en un foxtrot que enloqueció a todo el salón.
- Lo llevaba muy corto, como si fuera un muchacho, como Twiggy, la inglesa.
- Le subió el volumen al tocadiscos y tarareó Time to kill, de The Band.
- Estiró el brazo y, sin consultar, cambió la radionovela que sonaba por una canción de Palito Ortega.
- —Eso, como vos decís, lo escribió el mejor poeta que ha tenido este país: Julio Flórez. Hasta lo coronaron como el Poeta Nacional. Seguramente has oído muchas canciones que son poemas de él. A algunos no les gusta porque fue el poeta del pueblo.
- Isolda recibe con excusas a la maestra Uribe. Tenía que haber practicado un ejercicio de Manon el día anterior y no lo hizo por jugar con las tortugas del estanque.
- —Quiero tocar a los Beatles —le dice Isolda en un descanso de los ejercicios.
- —Los Beatles —dice la maestra— también se emocionan con Bach.
- Arriba, Dita se cepilla el pelo para remover el exceso de Kleer Lac que se puso en la mañana, y canturrea O mein Papa.
- En la butaca del teatro del Oeste, don Diego no aguantó la emoción y con una mano se aferró al brazo de la silla y con la otra, por primera vez, apretó la mano de Dita, que no supo si lo hacía por amor o por el canto de Francesco Merli sobre el escenario. Ella también estaba electrizada con la interpretación de O muto asil cuando sintió los dedos de don Diego rozando los suyos.
- Estiró el brazo y prendió el radio, pasó por el dial de varias emisoras y se detuvo en una canción de un cantante español que empezaba a causar furor: Nino Bravo.
- Seis muchachos pasaron en un convertible con el radio a todo volumen. Cantaban frenéticos Get back, de los Beatles, y hacían chirriar los neumáticos en las esquinas.
- Isolda les canta Alie Leut’, alie Leut’ geh’n jetzt nach Haus’. Y canta, Grosse Leut’, kleine Leut’, dicke Leut’, dünne Leut’.
- Don Diego desenvolvió el paquete con cuidado y se sorprendió cuando vio una colección de discos. Era Parsifal, de Wagner, en una grabación de 1936 en el teatro Colón de Buenos Aires, dirigida por Fritz Busch.
- ¿Sí ves?, dijo, hasta se da el lujo de cantar. Caranga comentó, últimamente, cuando se despierta, le da por una canción de un pájaro azul. El viejo ni lo miró. Esperó a que el Mono se apartara de la puerta y cruzó frente a él para ir al baño. El Mono se quedó afuera. Necesito que conversemos, le dijo. Adentro se oyó el chorro interrumpido y lánguido. Luego un canto: Ese pájaro azul es el cariño que yo siento por ti, mas no te asombres, fue mi anhelo más grande cuando niño.
- También intenta sacar las melodías en el piano y canta bajito que todos vivimos en un submarino amarillo, en un submarino amarillo, en un submarino amarillo.
- Ella no le hizo caso y dejó una emisora en la que Nicola di Bari cantaba El corazón es un gitano.
- Mirko y Arcuri se miraron. La orquesta empezó a tocar de nuevo. Las bases nacionalsocialistas están intactas, continuó Arcuri, pero don Diego lo interrumpió con un gesto. Es Mozart, les dijo en voz baja. Diego, las ideas no murieron, intentó decir Mirko, pero don Diego lo calló con un gesto enérgico. Cerró los ojos y Mirko y el arquitecto vieron cómo se dejaba llevar por un andante.
- En la radiola sonaba una cantante alemana de voz aguda, a la que don Diego no reconoció. —¿No sabes quién es? —preguntó Dita. Don Diego negó. —Es Rosita Serrano. —La chilena a la que Hitler amó. Dita le puso un dedo en la boca. Suena por ti, dijo, canta un par de canciones en español.
- Nos sentimos importantes porque los nombres de nuestros papás aparecen en el directorio telefónico y gozamos con las fotos de gente en pelota que aparecen en las revistas que hablan de Woodstock.
- Isolda ha vuelto al jardín, aunque ya no persigue ardillas ni saluda a los aviones que vuelan sobre ella. Se encierra en La Tarantela a jugar juegos nuevos con las muñecas. Ahora ellas son el público al que le canta Yesterday con los ojos cerrados y la mano en el pecho.
- Esa noche, don Diego va a homenajear a la pianista española Alicia de Larrocha, que está de visita en Medellín para interpretar dos conciertos.
- Twiggy bailaba frente al Mono, que seguía en la cama, comiéndose las uñas. Se contoneaba en zigzag con los brazos en alto y cantaba con el radio, un rayo de sol, oh, oh, oh. Provocaba al Mono con sus ojos engrandecidos a punta de pestañas postizas, lo miraba con apetito mientras flexionaba las rodillas y se acariciaba los muslos, me trajo tu. amor, oh, oh.
- El festival al que se refería don Diego es uno del que todo el mundo habla y que se está montando al sur de Medellín, en Ancón. Los periódicos dicen que es el «Woodstock colombiano» y los avisos anuncian tres días de amor y paz, con bandas como Los Monsters, Los Flippers, La Banda del Marciano, Carne Dura y otras tres que suenan por ahí.
- El se limpió los ojos con la servilleta arrugada y se quedaron callados un rato, oyendo una canción de Julio Iglesias.
- Twiggy vació su armario sobre la cama y empezó a escoger ropa para empacarla en una tula. Mientras decidía qué llevar, cantaba una canción de Gigliola Cinquetti que había puesto en el tocadiscos.