sábado, 17 de septiembre de 2016

Los escritores de septiembre



Como todo septiembre, mes de la patria, el libro programado en el Club de la Buena Estrella es de un salvadoreño. Este año leeremos dos, pero como vamos a la mitad del mes, recién terminamos el primero: "La sirvienta y el luchador" de Horacio Castellanos Moya. No pude asistir a la última reunión para hablar de este libro y fue una lástima porque me hubiera gustado comentar sobre él. Solo puedo decir que a mí sí me gustó; el principio es nauseabundo, uno de los que más asco me ha dado, es muy crudo (creo que tengo problemas con mis gustos, el de Llorente también me pareció bueno aunque es perturbador), pero es entretenido y se lee bastante rápido. En particular me pareció genial el hecho que mencionara justo los dos colegios donde estudié (se que es una ridiculez, pero eso me hace sentirlo más cercano) aunque fuera solo porque "iban pasando cerca". Sí, lo reconozco, se le pasa la mano con las coincidencias, llega un punto en que es demasiado inverosímil que todos los personajes estén conectados y que todo pase en dos días, pero igual me sigue gustando, no es lo mejor que he leído, pero esta muy lejos de ser lo peor; del 1 al 10 le doy 7.5. 

Gracias al club he tenido la oportunidad de conocer escritores salvadoreños, algo que yo no consumía como lectora individual y todos los que he leído sin excepción me han gustado, unos más que otros, pero es muy grato darme cuenta cuanto talento hay en nuestro país, algo que nos cuesta reconocer o mejor dicho algo de lo que yo no tenía conciencia y que ahora con propiedad puedo afirmar que sí hay, pero además, con la novela de Castellanos Moya caí en cuenta (soy medio lenta para captar las cosas) que no solo hay buenos escritores, sino que hay una gran variedad; que no solo existen poetas, escritores de la guerra o un género en particular, el país cuenta con suficiente talento para: generar una novela negra que recrea los tugurios más bajos de México como "Los héroes tienen sueño", presentar un pueblito de Guatemala con unos personajes psicológicamente complicados como la "Noy" y Andrew de "Corazón Ladino", plasmar mediante las fichas de la lotería, una historia de encuentros y desencuentros en medio de montañas y las bombas de la guerra como lo hace "Camino de hormigas", producir un libro capaz de hacernos ver a San Salvador como una especie de "Tierra del Nunca Jamás"  dónde los niños pueden volar, caminar en el mar y llegar desde el otro lado del océano en un barquito de vela para atender a la invitación de una nota en una botella como el bellísimo "La habitación al fondo de la casa", enfrentar al lector con una tragedia que nos recuerda una historia sangrienta, que al margen del bando en el que creamos o incluso si no creemos en ninguno, no podemos negar que es nuestra como lo hace el libro "Noviembre" o hacer sentir la incomodidad, el asco y la repugnancia que produce "La sirvienta y el luchador"; y si no sigo con la lista es por mi desconocimiento, pero estoy segura que deben haber muchos más. 

En mis años de primaria me enseñaron escritores salvadoreños, en especial poetas, pero los veía muy lejanos, como ese bisabuelo que murió antes que uno naciera y que no cabe la menor duda que existió pero solo se conoce mediante una foto que al verla no produce mayor sentimiento, debe ser que la edad no era la indicada para apreciar la importancia y el talento de esas figuras, en bachillerato no recuerdo que haya habido mucha literatura salvadoreña (fue una lástima porque con la excelente maestra de Letras que tuve, hubiera sido un deleite), y por una dejadez de mi parte al no investigar, pasé mucho tiempo pensando que El Salvador "tuvo buenos poetas" y que todos los demás países "tienen buenos escritores" o por lo menos famosospero ahora gracias al club se que no es así, se que México puede tener a Octavio Paz, Nicaragua a Gioconda Belli, China a Mo Yan y un largo etc. pero nosotros tenemos a Menjívar Ochoa, Yolanda Consuegra, Huezo Mixco, Jorge Galán y al controversial y hasta incómodo Castellanos Moya y otro largo etc. también, y que muchos de los salvadoreños son tan buenos y hasta mejores que los escritores de otros países. 

Una vez que asistí a ver una obra en el teatro, una de las actrices contó una anécdota, dijo que su hija estaba en primaria y le pidió una hoja volante dónde anunciaban la obra en la que ella actuaba en ese momento para llevarla al colegio, cuando ella le preguntó para qué la quería, la niña le respondió que para enseñársela a sus compañeros, porque un niño le dijo: "en El Salvador no hay actrices" y ella muy molesta le respondió: "sí hay, mi mamá es actriz y es salvadoreña" y quería mostrar la hoja volante para señalar el nombre de su mamá y que le creyeran, eso la hizo sentir llena de orgullo; pues ahora cuando alguien diga "en El Salvador no hay escritores"  responderé parecido a esa niña y diré: "sí hay, yo he leído varios y gracias al club le he estrechado la mano a más de uno", le mostraré un brochure o el blog del Club de la Buena Estrella señalándolos con nombre y apellido y eso me dará más orgullo de ser salvadoreña que los desfiles del 15 de septiembre. 

viernes, 9 de septiembre de 2016

Un Vikingo en las arenas de la lucha libre de El Salvador


En la reunión del Club del día de ayer me enteré, que El Vikingo es un personaje real de la lucha libre nacional. De hecho, a veintitrés años de haberse retirado, es considerado una "leyenda" para algunos conocedores, o seguidores de los años setenta. Sobra decir que mis conocimientos sobre el tema son casi nulos. Y digo casi, porque el papá de una de mis compañeras del colegio era luchador, y ella eventualmente nos lo presumía enseñándonos algunas fotos de él en sus tiempos de juventud, haciendo alguna pose de campeonato. Es decir, que dada mi ignorancia sobre el tema, quedé agradablemente impresionada al saber que nuestro protagonista del libro de septiembre está basado en un luchador que realmente existió, y que fue alabado en algunas arenas de Centro y Sur América, aunque por supuesto hay que aclarar que no es biográfico.

Luego me puse a investigar y descubrí que la lucha libre fue muy popular en nuestro país y tuvo su época de oro a mediados de los años 60 hasta a finales de la década de los 70, gracias a la popularidad de los luchadores mexicanos como El Santo, Blue Demon, Huracán Ramírez, El Médico Asesino, Cavernario Galindo, Dr. Wagner, Black Shadow, el Rayo de Jalisco, Mil Máscaras, Gory Guerrero, etc.

Las películas y popularidad de los luchadores El Santo y Blue Demon, héroes populares mexicanos que luchaban contra toda clase de enemigos infernales y diabólicos, hicieron que muchos compatriotas nuestros, admiradores de éstos dos personajes, se interesaran en aprender el oficio de luchador profesional; no solamente para practicar un deporte viril, sino, como medio de obtener un medio de ingreso adicional a su trabajo u oficio.

Y fue así como empezaron a surgir los primeros luchadores nacionales como El Olímpico, Kali Valdez (bautizado como El Gladiador Cuzcatleco), el Sordomudo Cruz (Sordomudo de verdad), El Diablo Rojo, El Gran Chema, el Chato Monterrosa, La Sombra, El Apache (famoso torturador de la SIC que fuera ajusticiado por un comando urbano de la guerrilla), El Águila Migueleña (que muriera haciendo la ruleta rusa con el Apache), el Campesino (que usaba las botas 7 leguas de la ADOC), Zas primero, Panchito Cortéz, el Cerrajero, el Búfalo, el Leñador, el Comanche Lima, el Rayo Hondureño, el Bucanero, la Araña Negra, Jon Gil Dong, el Vikingo (nuestro protagonista en cuestión), Súper Muñeco, y muchísimos más. Las primeras luchas profesionales fueron realizadas en el antiguo Gimnasio Nacional, que quedaba sobre la segunda calle oriente. Al ser demolido éste, fueron trasladadas al viejo Cine Popular conocido como “El Pulgoso”, (hoy cine Libertad, también ya abandonado), y alcanzó su clímax en la Arena Metropolitana de la Calle Concepción, en el barrio del mismo nombre.

La popularidad de la lucha libre en El Salvador subió a su más alto nivel cuando la fábrica de calzado ADOC patrocinó la transmisión de los eventos de lucha desde la Arena Metropolitana los sábados por la noche, cuyo locutor principal fue Don Miguelito Álvarez, conocido como “el Decano” de los comentaristas deportivos.

Al subir la popularidad de las veladas de lucha libre, los promotores empezaron a contratar luchadores de otros países para que vinieran a nuestro país. Fue así como pasaron por los encordelados de la Metropolitana luchadores como Tonina Jackson, el Médico Asesino, Mil Máscaras, Frankenstein, los Hermanos Muerte, Cavernario Galindo, Gory Guerrero, Bobby Galeano, León Kirilenko, mejor conocido como el Ruso Loco, el Perro Aguayo y también muchos luchadores suramericanos; entre ellos, el más sobresaliente de todos, el luchador The Tempest, que con sus golpes de karate y sus ágiles llaves y lances aéreos, se ganó la simpatía y la admiración de la fanaticada.

Casi siempre las luchas eran a ganar dos de tres caídas. Eran combates individuales, pero también había relevos australianos, dos contra dos, tres contra tres y peleas sin límite de tiempo. Las peleas más emocionantes eran donde los luchadores apostaban su máscara o su cabellera para humillar al oponente. Algunos tal vez recuerdan haber visto cortar la cabellera del quizás mejor luchador rudo nacional de todas las épocas, y el más odiado, el temido Bucanero, así como también la de Kali Valdez. 

El árbitro de lucha más famoso de entonces fue el Tío Tigre Cardoza, también odiado por los seguidores de los luchadores técnicos, porque siempre le daba ventaja a los rudos. Tío Tigre también se hizo después luchador rudo. 

Muchos años después, nos llegó por televisión “Titanes en el Ring”, programa producido en Argentina, pero más que lucha libre era un programa infantil. Los Titanes en el Ring hicieron una gira por toda América y visitaron El Salvador haciendo su presentación en El Poliedro. Entre sus luchadores más famosos estaban: Martín Karadagián, La Momia Blanca, La Momia Negra, El Armenio Ararat, TPS, Caballero Rojo, Yolanka, Ulises el griego, Pepino el payaso, D’artagnan, Don Quijote y Sancho Panza, el Coreano Sun, Mercenario Joe, y un personaje, que no era luchador, pero que era parte del show, la Viuda de las flores rojas.

La lucha norteamericana actual de la WWF es una copia de la lucha libre mexicana, y sus mejores exponentes como Hulk Hogan, The Rock, The Undertaker, no son mejores que los luchadores mexicanos. 

La lucha libre, más que un deporte, es un espectáculo, y a pesar de que casi todo es coreografía, no por eso deja de ser peligroso, y los peleadores se golpean de verdad. Muchos han muerto por una mala caída, y otros sufrieron quebraduras y marcas de por vida.

Cuando la concurrencia a la Arena Metropolitana decayó, surgieron otras como la Arena Rivera Escalante del Barrio Santa Anita, que trataron de darle continuidad a la afición por la lucha. Pero la guerra, el surgimiento de otras formas populares de entretenimiento y otros deportes, hicieron que estas arenas también cerraran sus puertas.

Últimamente nuevos promotores, así como también viejos y nuevos luchadores nacionales han empezado a montar veladas de lucha libre en la Casa del Artista Nacional. Ojalá que les vaya bien.

Por de pronto, solo podemos recordar cuando a la cuenta de tres segundos, el luchador técnico ponía “espaldas planas” al odiado rudo con llaves, candados y lances espectaculares como la doble Nelson, la quebradora, la de a caballo, piquetes a los ojos, la desnucadora, patadas voladoras, tijeretas y el salto mortal desde la tercera cuerda.

RECORTE Y ENTREVISTA

Y además, encontré este recorte y esta entrevista que le hicieron al Vikingo...



Ustedes que saben, ¿quién se nos habrá escapado en esta mini reseña?


Fuentes: 
- Memoriasguanacas.blogspot.com
- Youtube
- Luchalibreguatemala.wordpress.com

jueves, 8 de septiembre de 2016

Feria de libros usados




Buenos días amigos, espero que estén muy bien.

Como ustedes saben, el Club de la Buena Estrella tiene dentro de sus iniciativas, hacer una plataforma virtual en la que todos nuestros procesos estén automatizados, pero además, que otros clubes de lectura puedan utilizar nuestro Método CBE para la administración de sus grupos. Por tal motivo, hicimos el año pasado una rifa para la recaudación del primer 50% de anticipo que ya se les entregó a la empresa que lo está diseñando.

Ahora, ya casi llegamos a la fecha en que debemos entregarles a ellos la otra mitad del desembolso. Para tales efectos, estamos organizando una venta de libros usados, para lo cual volvemos a solicitarles su valiosa colaboración por si tienen algunos ejemplares de libros que consideran que ya no van a leer, que tienen repetidos, que les ocupan espacio, o que simplemente nos quieran donar para esta actividad. Haremos un inventario detallado de los libros que nos donen, para luego pasarles las cuentas. Me pueden escribir a clubdelabuenaestrella@gmail.com

Más adelante les daremos detalles de dónde lo llevaríamos a cabo y la fecha y hora.

Muchísimas gracias anticipadas por apoyar como siempre nuestras iniciativas.

¡Saludos! y ¡felices lecturas!

lunes, 5 de septiembre de 2016

La sirvienta y el luchador, Horacio Castellanos Moya


«Me parece que hay dos tipos de escritores: los visuales y los auditivos. Yo me ubicaría en este segundo grupo, donde lo más importante es el tono, el ritmo y la intensidad de la voz narrativa, la estructura y la velocidad de la prosa, antes que la capacidad para describir espacios o caracteres. No me siento a escribir si no he escuchado e interiorizado la voz que cuenta, ya sea en primera o en tercera persona. Y la voz que cuenta al principio es apenas una intuición, luego un balbuceo con destello, y en seguida un tono y un ritmo precisos. Una vez que esa prosa comienza a andar, la acción y la aventura tienen que cabalgar sobre ella». 
Horacio Castellanos Moya

Amigos del Club de la Buena Estrella:

Como les anticipamos en el post del libro "El sueño de Mariana" de Jorge Galán, este mes de septiembre está reservado a dos escritores salvadoreños y por tanto tendremos dos lecturas. La segunda de ellas se trata de "La sirvienta y el luchador" del escritor también salvadoreño Horacio Castellanos Moya. Como tuvimos un pequeño inconveniente en adquirir el libro de Galán, vamos a comenzar con el de Castellanos Moya, y lo leeremos a partir de ahora hasta el día 16 de septiembre cuando comentaremos el final.

Esperamos que  nos acompañen en ambas lecturas.

La sirvienta y el luchador es una propuesta de Roberto Rivas

SINOPSIS

La historia de esta novela se centra en El Vikingo, un viejo ex luchador profesional que quiere demostrar a sus superiores en la policía que sigue siendo un tipo duro capaz de cumplir todos los encargos, sale con otros compañeros con la misión de llevar a los calabozos del Palacio Negro a unos jóvenes sospechosos. Al día siguiente, una criada, María Elena, acude a servir por primera vez a casa del nieto recién casado de su antiguo patrón, y se encuentra con que no hay nadie para recibirla. Tras preguntar a los vecinos y recibir llamadas cada vez más alarmadas de la familia, María Elena intuye que la desaparición de Albertico y Brita encubre algo muy grave. 

Necesita echar mano de un viejo conocido suyo en la policía, del que recuerda que trabajó vigilando a su patrón y que la había cortejado a ella. En sus inocentes pesquisas, María Elena presencia salvajes detenciones y es testigo de los altercados de grupos subversivos, entre cuyos encapuchados reconoce fugazmente a alguien familiar. Su preocupación se tornará angustia en cuanto se pregunte también por el paradero de su hija y de su nieto.

FICHA DEL LIBRO

Viñeta:                    Autor salvadoreño
Libro:                      La sirvienta y el luchador
Autor:                     Horacio Castellanos Moya
Nacionalidad:         Salvadoreño
Año:                        2014
Total de páginas:     367
Editorial:                 Tusquets
Series:                     Coleccion Andanzas (Book 750)
Idioma original:      Castellano
ISBN:                      978-6074212501











DIVISIÓN DE LECTURAS

Jueves 8 de septiembre de 2016
Viernes 16 de septiembre de 2016
Biografía del autor | 
Primera y Segunda Parte del libro
Tercera y Cuarta parte
Final del libro
Pág. 57 del PDF
Pág. 118 del PDF

RESEÑA 

Pueden leer una reseña que Miguel Huezo Mixco le hizo al libro en el periódico digital Contrapunto aquí.

SOBRE EL AUTOR

Horacio Castellanos Moya nació el 21 de noviembre de 1957, en la ciudad de Tegucigalpa, capital de la república de Honduras. Fue trasladado a San Salvador en los primeros años de su infancia. Vivió en la capital salvadoreña hasta 1979, período en el que tuvo que abandonar también sus estudios de literatura, desarrollados en la Universidad de El Salvador. Tras su salida del país se dio a conocer su antología poética La margarita emocionante, donde compiló trabajos de seis poetas, entre ellos Mario Noel Rodríguez, Miguel Huezo Mixco y él mismo.

Residió durante medio año en Toronto, Canadá, en cuya York University cursó estudios históricos y de áreas comunes. Volvió a su ciudad natal, en cuya Universidad Nacional laboró de marzo a julio de 1980. Establecido en San José (Costa Rica), de agosto de 1980 a septiembre de 1981 se desempeñó como corrector de pruebas en la Editorial Universitaria Centroamericana (EDUCA).

El 18 de septiembre de 1981 llegó a la ciudad de México, donde permaneció por una década y trabajó como redactor en la Agencia Salvadoreña de Prensa (SALPRESS), corresponsal de la revista brasileña Cuadernos del tercer mundo, analista político de la empresa privada ANAFAC y editor de la Agencia Latinoamericana de Servicios Especiales de Información. Entre septiembre de 1986 y enero de 1987 se trasladó de la ciudad de México al pueblo de Tlayacapa (Cuernavaca), donde escribió su primera novela, La diáspora, dedicada a contar las experiencias de los intelectuales salvadoreños exiliados a causa del conflicto armado (1979-1992). Esta obra ganó el Premio Nacional de Novela 1988, patrocinado por la Universidad Centroamericana "José Simeón Cañas". Al finalizar el período bélico salvadoreño (1979-1992), regresó a San Salvador a participar en la fundación del primer medio impreso de la posguerra: el semanario Primera plana (San Salvador, 1995-1996).

Como periodista se ha desempeñado como corresponsal, editor y director de diversos periódicos y revistas en las capitales mexicana y salvadoreña. Sus escritos han sido difundidos por numerosas publicaciones periódicas de Hispanoamérica, entre las que se encuentran el diario La opinión (Los Ángeles, California), las revistas Tendencias y Cultura (San Salvador, El Salvador), el periódico semanal Journal do Pais y Cuadernos del tercer mundo (Río de Janeiro), los diarios El día y Excélsior (México), las revistas Proceso, Casa del tiempo, Plural, Límite sur, Estrategia y La brújula en el bolsillo (México).

Residente por algunos meses en España, después de esa estancia dio a conocer sus obras, entre ellas La diabla en el espejo en 2000, finalista del premio internacional "Rómulo Gallegos", en su edición del año 2001.

Con "El asco" Castellanos Moya logró una repercusión internacional. Es una novela que realiza un homenaje a los personajes de Thomas Bernhard que incluso logró impresionar al traductor al español del escritor austríaco. Se publicó en 1997 y ya lleva siete ediciones en El Salvador, en donde se convirtió en el libro de culto de los últimos años, pasando de mano en mano.

EN 1999 se trasladó a España y desde 2001 residió en la Ciudad de México. Entre 2004 y 2006 vivió en Fráncfort, por la invitación del programa "Cities of Asylum" de dicha ciudad, durante el 2009 fue investigador invitado en la Universidad de Tokio. Actualmente trabaja en la Universidad de Iowa y es un columnista regular para la revista Sampsonia Way Magazine.

Definido por Roberto Bolaño como un "melancólico que escribe como si viviera en el fondo de alguno de los muchos volcanes de su país", El Salvador, Horacio Castellanos Moya es una de las voces más provocadoras y originales de la literatura centroamericana de posguerra. Su obra es una exploración crítica de la temática y retórica de la violencia. La gratuidad del crimen, los abusos de la derecha y de la izquierda, el deterioro de las utopías revolucionarias y el desencanto de los que lucharon por ellas, son algunos de los motivos que aparecen en sus historias, en las que hace gala de un estilo depurado, nervioso y contundente. Un eficaz uso del monólogo y del lenguaje coloquial son dos de los rasgos más característicos de su escritura.


BIBLIOGRAFÍA


Novela

La diáspora (1988)

Baile con serpientes (1996)

El Asco. Thomas Bernhard en San Salvador (1997)

La diabla en el espejo (2000)

El arma en el hombre (2001)

Donde no estén ustedes (2003)

Insensatez (2004)

Desmoronamiento (2006)

Tirana memoria (2008)

La sirvienta y el luchador (2011)

El sueño del retorno (2013)


Cuento

¿Qué signo es usted, niña Berta? (1988)

Perfil de prófugo (1989)

El gran masturbador (1993)

Con la congoja de la pasada tormenta (1995)

El pozo en el pecho (1997)

Indolencia (2004)

Con la congoja de la pasada tormenta. Casi todos los cuentos' (2009)


Poesía

Poemas (1978)

La margarita emocionante (1979)

Ensayo:

Recuento de incertidumbres: cultura y transición en El Salvador (1993)

La metamorfosis del sabueso: ensayos personales y otros textos (2011)


PREMIOS

Premio Nacional de Novela 1988, patrocinado por la Universidad Centroamericana "José Simeón Cañas".


Fuentes: Escritores.org, Amazon.