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Miguel Huezo-Mixco y el Club de la Buena Estrella. |
A las 18:30 Karina nos alertó de la llegada de nuestro invitado, que acudía puntual a la cita, y Loida fue a buscarlo a la recepción. Cinco de nosotros ya estábamos ubicados en el espacio apartado que reservamos en The Green House en San Salvador, donde acostumbramos ver las adaptaciones cinematográficas de los libros que leemos. Al mismo tiempo pero tres horas más tarde, Karen esperaba en el oriental Uruguay la vídeo llamada que estábamos iniciando para acercarla a nuestra mesa, las bondades de la tecnología.
Nuestro invitado se incorporó al grupo, al que ya se sumaban algunos más, y entonces Loida dio por iniciado el evento con unas palabras de bienvenida y una breve reseña de nuestro club de lectura, su historia, su funcionamiento y sus miembros, quienes uno a uno nos fuimos presentando.
Después de casi cuatro años de haber ingresado al Club de la Buena Estrella, fue hasta este jueves 17 de septiembre de 2015 cuando finalmente tuve el privilegio de estar en mi primer conversatorio con el autor de un libro que hemos incluido en nuestra programación de lecturas. Como bien dijo Miguel Ángel Meléndez, ocurre que la mayoría de los autores que leemos, cuando no están a miles de kilómetros de distancia, están al menos tres metros bajo tierra. Qué bueno que nuestro visitante especial vive en nuestro país y tuvo a bien atender nuestra invitación.
A la cabecera de un grupo de catorce asistentes presenciales y una virtual (casi como una representación metafórica de los catorce departamentos -algunos dicen quince-, que conforman esta "angosta cintura volcánica encharcada de sangre en la que [nacimos]"), el autor salvadoreño Miguel Huezo-Mixco respondió muy cortés y animado a cada una de nuestras interrogantes sobre su Camino de hormigas, obra publicada bajo el sello de Editorial Alfaguara en 2014, que posteriormente elegimos como nuestro libro de septiembre en el club.
¿Qué lo hizo pasar de hacer poesía a escribir una novela? ¿Por qué no tiene nombre el narrador? A propósito de un personaje tan libre, decidido y contestatario como Begoña, ¿cuánto de otras corrientes ideológicas y particularmente de anarquismo considera que hubo entre los grupos revolucionarios salvadoreños? ¿Qué fue de "el ángel"? ¿Por qué una mujer como Pepa parece afectar más al narrador que otras mujeres que lucían más importantes y determinantes en su vida? ¿Cuánto de superstición diría que hay en el narrador? ¿Cuánto de secretismo o paranoia persiste en el guerrillero en tiempos de posguerra como para evitar un nombre propio o seguir usando claves como H.P. y "esto es piedra"?
Entre elogios y agradecimientos por su libro, nuestras preguntas pasaron por todos esos temas que dieron pie a interesantes respuestas de Miguel, quien incluso se explayó en anécdotas auxiliares y “secretos” que nos permitieron tener un contexto más amplio de sus narraciones en Camino de hormigas y nos ayudaron a completar el paisaje y los colores que desprendimos de sus relatos.
El autor también nos contó de algunos guiños que hace en su libro a otros escritores amigos suyos, de lo inusitado que puede resultar el proceso de gestación de un libro preconcebido inicialmente como algo totalmente distinto, de lo difícil que es elegir un método narrativo, de decantarse por un narrador involucrado personalmente o por uno omnisciente. La decisión de usar un narrador en primera persona, quien por no conocer todos los elementos de la historia ni su desenlace, también se sorprende, se afecta, vive y sufre, parece la receta perfecta para hacer una narración catártica, donde el autor, sin contar necesariamente su propia vida, llega a desdoblarse en alguno de sus personajes y a sacar algo de sí mismo. Esto por supuesto conlleva la necesidad de crear otros personajes que expliquen cosas, que planteen interrogantes, que hagan juicios de valor y que establezcan posturas. Esta necesidad parece disiparse en otros libros donde se utiliza la figura de un narrador omnisciente, que conoce a todos los personajes, sus pensamientos y sentimientos, pero que nunca llega a involucrarse en la historia en un plano personal.
Miguel Huezo-Mixco también nos hizo algunas preguntas. A la luz de la retroalimentación que recibió de otros grupos donde habían comentado su libro, quiso conocer nuestros puntos de vista sobre cierto giro en la narración que, además de ser una maniobra genial, marca un antes y un después en la manera en que el lector puede percibir al narrador y a la historia misma. Al margen de las respuestas e interpretaciones personales de cada uno, hubo unanimidad en entender ese acontecimiento como un momento crucial de la historia, un verdadero punto de viraje.
Loida también aprovechó para solicitar al autor alguna recomendación literaria para incluir en nuestras lecturas, a lo que Miguel nos sugirió un autor nacional (Róger Lindo), tres franceses (Louis-Ferdinand Céline, Blaise Cendrars y Claude Lévi-Strauss), y algo del Premio Nobel turco que pueda reivindicarlo después de la insípida lectura de La casa del silencio (Orhan Pamuk, Me llamo rojo, libro que Karen y Karina también nos han recomendado ampliamente). Estamos seguros que esos títulos aparecerán cuando iniciemos el período de propuestas para el nuevo año de lecturas.
Vale la pena mencionar que todos tenemos comentarios elogiosos hacia el libro: Que maneja el recurso del titular introductorio como un gancho eficaz, sin demasiadas vueltas ni repeticiones, que no es una novela ideologizada ni propagandística (al margen de que el autor confiese haber necesitado tres reinicios de “borrón y cuenta nueva" para lograrlo), que su novela narra la vida de un hombre, básica y compleja, interesante y ordinaria, lógica y absurda, divertida y trágica; solo llevada a particularidades y extremos por el intrincado escenario de representación que supone la guerra, que sí, que está muy presente en el relato, pero sin aspiraciones de convertirse jamás en el tema central de la narración. El conflicto armado salvadoreño es apenas el marco de circunstancias en el que transcurren las vidas de estos coloridos personajes, pasionales, cobardes, heroicos, promiscuos, moralistas, decididos, confundidos, incrédulos, soñadores, escépticos, supersticiosos, redentores, culpables, duros y melancólicos, tan absolutamente contradictorios como este país que va y viene de la militancia a la apatía, de la causa al despropósito y del malinchismo al patriotismo exacerbado.
Camino de hormigas es una excelente novela que resulta de unir los puntos entre once relatos fluidos, atrapantes, entretenidos y emotivos, que invitan a esperar más narraciones de Miguel Huezo-Mixco, quien, a juzgar por los recursos empleados en este libro, ha probado ser un buen narrador, sin dejar de asomar de tanto en tanto su vena poética.
Estoy seguro que no hablo por mí solamente al agradecer a Miguel Huezo-Mixco, por su amabilidad al atender nuestra invitación, por la grata y enriquecedora experiencia del conversatorio de este jueves, y por lo mucho que hemos disfrutado las interesantes jornadas de lecturas y conversaciones que Camino de hormigas ha generado al interior de nuestro club. Ojalá que tengamos nuevas ocasiones para compartir en el futuro.