viernes, 28 de julio de 2017

El Hierofante Inesperado: Una Carta



San Salvador, 28 de Julio, 2017


Antes de todo debo confesarte que no había tomado las cosas muy en serio. Ponerme una pistola en la cabeza y escupir algunas palabras sobre mi falta de tacto o conocimiento sobre con quién estaba lidiando realmente no es una estrategia para presionarme a escribir. Por un momento, y lo admito, el haber encontrado muertos a unos cuantos compinches estuvo a punto de doblegarme, pero al pensar fríamente sobre el asunto, este juego del homicidio, de cuerpos ensangrentados e hinchados, ya han comenzado a rayar en un convencionalismo que no hace más que incomodarme; y esto, por el hecho de que tales 'masacres' solo me dejan con la incomoda duda de: ¿Quién será el pobre diablo que tendrá que limpiar el asqueroso desorden de estos vulgares ejemplos de maldad? Veo necesario recordarte que el exceso de una facultad, sin importar su índole, siempre termina arrancado los encantos que alguna vez nos pudieron congelar. Por eso, los cuerpos flácidos, los ojos blanqueados y el olor a mierda de los cadáveres que alguna vez fueron vidas que compartieron el tiempo conmigo, y la nota – que me resulto un intento repulsivo de intimidación gansteril de tu parte – “A., Escribe sobre Faulkner”, fue demasiado melodramático, una cosa carente de gusto. Por eso, y te lo hago saber con cierto reproche, no había escrito nada.

Si esta carta está ahora en tus manos es porque que fuiste lo suficientemente aguda, mordaz e ingeniosa, para sacarme del letargo y la apatía que me habían provocado tus presiones y amenazas. Así que no tengo opción, hablemos de Willy.

Primero es necesario volver a aquella covacha y a las reuniones donde salió el tema de Faulkner. Solo recordar el bullicio del lugar, el agua teñida con vegetales que solía pedir y el bloque de levadura barata que servían por pan, aún me provocan nauseas. ¿Lo recuerdas?

Faulkner, de quien a lo mejor se podría decir mucho, solo me interesó en una forma en aquellos días. Podes culpar a mi poca educación o a mi incapacidad de apreciar el arte, pero creo que este interés tiene relación con algo así como los instintos, algo que está amarrado a la fatídica vida que tengo que cargar. 'Santuario', 'Santuario', 'Santuario'. “¿William, en qué diablos estabas pensando cuando llamaste así a tu libro?". Esa pregunta me obsesionó desde el principio, me encerré en eso y nada me movería de ahí. Por ello no puedo mencionar nada más de libro, porque realmente nada más me importa.

Santuario.

La verdadera función de un título, e imagino que lo has logrado sospechar desde siempre, radica en que este deja al descubierto el límite territorial del texto; por decirlo de otra forma, es el ojo con el que se deben de ver las cosas. Es por eso que no creo, en ningún momento, en que haya tal cosa como discordia entre el título y el texto. Si el sumbitch de Faulkner nombró a su texto con una palabra que aún logra connotar a lo sagrado y lo divino, es porque el libro es acerca de lo Sagrado y lo Divino. Dime ¿por qué habría de resistirme a lo que es evidente? Claro, y eso lo sabes muy bien, la disonancia no es entre Faulkner y Faulkner, el problema es entre Faulkner y la concepción de lo sagrado y divino del que se topa con el libro. Haber, contéstame ¿desde cuándo lo sagrado se fundió con la benevolencia o lo moralmente aceptado? Tengo la sospecha que nuestra generación, masa asquerosa de moscas que solo buscan pegarse a la comida, aún no esté lista para aceptar que eso a lo que llaman bondad solo es un mal que se ha logró alzar y puso su negro trasero hediondo encima de nuestras caras. ¡Respiren ahora tontos!

La novela órbita alrededor de Popeye, un tipo simpático, y momento, se lo que puedes estar pensando, con 'órbita' no quiero hacerte creer que no he sido lo suficientemente astuto como para no darme cuenta de que él no es el protagonista. La ramera y el abogadillo, a todas luces, se convierten en ejecutores del proceso narrativo de Willy, pero aún y con sus breves avistamientos, como si se tratara de un cometa milenario, Popeye es capaz de hacer de las suyas en todo el texto aún sin estar presente. Las acciones de Popeye son lo suficientemente colosales para generar grietas en el cuerpo del texto. Ese amorfo ronda los surcos que se hacen entre los párrafos y habla aún sin tener voz. La única forma en que puedo asimilar estas capacidades etéreas es en términos religiosos, ya que en ningún otro lado encontraremos palabras más precisas que nos ayuden a cercar la inmensidad de Popeye.

El libro se convierte en acontecimiento justo cuando Popeye ejerce un acto sobre el plano de la realidad; es decir, y presta atención en esto: El trabajo de Will solo fue el de congregar a todos nuestros personajes en un espacio físico común, lugar al que todos acceden con tal densidad que cualquiera podía apoderarse del libro. La construcción aislada de cada personaje al inicio del libro nos demuestra las capacidades religiosas de Faulkner para crear santos, sujetos ‘apartados’, que se ‘alcen’ por sobre los otros, ya sea por los atrios de la estupidez, la rebeldía, la simpleza del hombre común, del blasón de la justicia o por el sendero de la más brillante de las maldades.

Ahí donde los personajes de William convergen es el Santuario, el lugar donde peregrinan los santos, el lugar donde se alzan los dioses. Y tu y yo, como los necios que somos, solo se nos permite observar. 

En este encuentro de santos, que más lo percibo como un vórtice de deidades, como múltiples colores intentando acomodarse sobre una sola camba, Will, en lugar de ofrecer una respuesta ecuménica, sincretista o algún variante politeísta, escoge la prevalencia de un solo Dios, de un solo color. Dios que al revelarse deja en evidencia la falsedad de los otros santos y profetas. Popeye trepa sobre la divinidad de los otros santos y con esto: La transformación, el juicio, el acto de creación del Dios único. Desde Akhenatón, Heliogábalo, Moisés y Mahoma, la tradición monoteísta se revela en Popeye, que así como sus predecesores no dudó en expurgar el Santuario de otros dioses y de convertir los muchos cultos en uno solo. En este acto, que se apresura a ser tildado de extremista o fanático, existe una doctrina oculta y enmarañada. Hacer que Todo sea Uno, lograr que todas las formas quepan en una, antes que agresión, hacer eso requiere el conocimiento de todas las formas, de sus dinámicas y sus orígenes para poder llevarlas nuevamente hasta la fuente, a la sucia placenta en la cual crecieron.

Lo sagrado siempre será el efecto de la separación de lo Uno por sobre todo lo demás; luego alejarlo, para que solo desde la distancia sea posible su contemplación. ¿Me creerás ahora cuando te diga que no hay cosa más divina que ver a un hombre con una sola pierna? ¿Sabes que es lo que tengo en mente? Averiguar qué tan brillante es la santidad que emana una casa corroída por el tiempo en medio de la nada y encontrar la belleza en un hombre que muere ahorcado cuando lo único que quiere es acomodarse el cabello. Santo. 

Hay más en todo esto.

El monoteísmo en Popeye alcanza registros peculiares. El tema de los sexual es una de las cosas que deseo tratar con urgencia. Cuando Popeye le destruye el chocho a Temple con la mazorca, este deja en evidencia que para estos gajes no se necesita una polla dura, ya que él, como el Único, puede modificar las cosas, la carne, solo con el uso de la palabra. La mazorca es un símbolo, una palabra que representa el contenido que es el falo. ¿Ahora entiendes mejor el porque una palabra puede ser hecha carne? En Popeye convergen las formas del sexo, al estar castrado es Uno que es en potencia todos los sexos, igual que el mariquita de Heliogábalo. No quiero cerrar este tema sin dejar en evidencia que Temple es un Templo hasta que Popeye la fornica con la mazorca. ¿Porqué? Por que hasta ese punto ella se convierte en el espacio donde la palabra de Dios resuena. Hace eco. Tiembla. En este mismo sendero te puedes dar cuenta que Popeye, aparte de Santo, es un espacio simbólico que se sobrepone al espacio físico en el que se da el encuentro, ya que el lugar de la transformación y el Juicio es en Popeye, no más. Todos los personajes, si acaso se relacionan, es a través de Popeye, por medio de los efectos de su palabra y su voluntad.

El resto de santos de madera hueca y de cera ordinaria son modificados por la intervención del Santo, el único. Tommy que intenta esconder su poca utilidad, Lee que lucha por acceder a algo más, Temple que no encuentra la forma de ser lo que desea ser y Benbow que se resiste a admitir la victoria de la oscuridad, son perfeccionados, trabajados en las manos del Santo. Él hace de ellos lo que realmente son. El inútil realmente es un cadáver. La trascendencia es hacer de un don nadie un alguien. Se es ramera siendo La Ramera. La oscuridad siempre fue más que la luz. Hijos de Dios. Marcados desde el nacimiento, hechos para un propósito: Hacer que el Dios, el único, emerja como un Sol y que nada puede ser más allá de su esplendor.

Es un hijo de perra, no puedes contradecirme con ello. ¡William Faulkner es un bastardo!


Por el momento es lo único que puedo escribir, no lo mal entiendas, no es que no pueda comentarte más, pero simplemente hay cosas que vuelven espesa la sangre, que martillan la cabeza y que endurecen el corazón, como los besos de Satanás o como tu acto Sagrado de hacerme escribir.

No puedo cerrar esta carta sin mencionarlo, pero el detalle fue precioso. Haber enviado 'eso' fue lo suficientemente acertado para hacerme escribir inmediatamente. Aquí, junto a mi, esta la mazorca. El color marrón aún parece fresco, y mis piernas se empiezan a podrir por no utilizarlas desde que vinieron los dos gorilas con ese mensaje:


"A., 
creo que no había entendido del todo el asunto. La única forma de hacer que escribas sobre Faulkner, es que seas lo suficientemente puro y digno de él. Así que te ayudaré. Estos dos, llevan una mazorca en el bolsillo. Y bueno, no creo que exista otra forma de hacértelo saber: 
pero solo hay un lugar donde la mazorca puede entrar".



¡Que glorioso fue aquello!



A.




1 comentario :

  1. Gracias por tu aporte Alex, interesante tu perspectiva sobre el sincretismo y alusión a lo divino en el libro. Leeré más sobre el "mariquita" de Heliogábalo... esa visión andrógina de las deidades me llama la atención en sobremanera. Me he reído en un par de párrafos porque noto el marcado sarcasmo y un dejo de comicidad... Ahora tenés pendiente leer ¡Absalom, Absalom! A partir de la decadencia de estas familias Gabo se instruye para sus Cien Años de Soledad.Hasta pronto ☺

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