jueves, 16 de julio de 2015

El túnel, comentario personal

Acabo de finalizar la lectura de El túnel y estoy impresionada. Sé que lo leí en el colegio pero no recordaba nada, ni de la historia,  ni del autor, nada. Creo que, o lo leí a la carrerita, o simplemente en su momento no me impactó tanto como ahora.

Hay muchísimas imágenes que han quedado grabadas inexorablemente en mi memoria, pero sin duda, la más significativa será la del túnel. Ese hombre creyéndose encerrado e incomprendido con la certeza de que el mundo exterior es frívolo, absurdo, disoluto y hasta feliz. Sintiéndose observado y comprendido por UNA SOLA PERSONA sobre la cual él hace sus propias conjeturas, obligándola a aceptarlas como verdades irrefutables, haciendo en su cabeza una novela de intrigas, celos, infidelidades, amores, odios y hasta de lugares fantásticos ¡pintados por él mismo! ¡Yo misma me sentí espiando su túnel por alguna otra ventana!

Otra figura que me parece interesante es precisamente la de la ventana. Es por una ventana donde él se abre al mundo a través de su cuadro y espera que alguien repare en eso. Es una ventana el puente que lo llevó a relacionarse con María. A través de un sueño, tiene una regresión hacia su niñez donde ve a María montando un caballo, pero se ve a sí mismo viendo la lluvia a través de la ventana de un hospital. Piensa que María lo observa a través de una ventana en su túnel y hacia el final, ve por una ventana de su celda, el cielo limpio de un nuevo día, desde donde también es observado por los médicos que confirman su diagnóstico por medio de las pinturas que hace y que según él, lo vuelve más hermético en su infierno.

Por otro lado, sé que me gusta la tristeza. Quizás no vivirla, pero sí como sentimiento humano natural ante situaciones que nos sobrepasan. Así que historias como esta, tan introspectiva, íntima y envuelta en el “subsuelo” de los personajes, me hacen sentir ante una verdadera obra de arte y sentir un respeto absoluto por Sabato. Tengo que leer sus otras dos novelas.

Pienso que el final es magistral. Da para largas conversaciones, pero sobre todo para una infinidad de interpretaciones que sacarán lo que cada uno lleva dentro, de nuestros propios subsuelos. La vertiginosidad del final fue otra cosa de las que más le rescato al libro.  Lo disfruté como pocos libros. No quería que acabara.

También busqué alguna información e imágenes relacionadas, sobre algunas cosas que se mencionan, otras por pura curiosidad solo para hacerme un panorama más amplio del libro y su autor. Por ejemplo, los únicos dos “amigos” o conocidos de Castel: Mapelli y Lartigue, podrían ser en realidad apellidos de pintores famosos contemporáneos de Sabato. El primero español y el segundo Francés (Enrique Mapelli Raggio y Jacques Henri Lartigue).

Encontré una foto muy linda de las torres de San Gimignano erigidas en lo alto de las colinas de la Toscana, en Italia, sobre la cual hace mención Castel a María.
  


También encontré la pintura San Marco salva un Saraceno de Jacopo Tintoretto.


Y finalmente fotos de la esposa de Sabato Matilde Kusminsky Richter más o menos a la edad en la que decidió fugarse con él y luego una foto de ambos ya mayores.




Así que mi valoración final es muy positiva. Le doy 4 estrellas de 5. Sin duda un imperdible.

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