domingo, 31 de mayo de 2015

Finalizando el mes de las madres


Mayo, mes en el que en muchos países del mundo (incluyendo el nuestro) celebran a las madres, esta terminando. Y junto a él, en el Club de la Buena Estrella, estamos finalizando el libro número 100, "Joyita" de Patrick Modiano, cuya protagonista tuvo una mamá que dista mucho de ser la que se pinta en los anuncios que llenan la publicidad de este mes. Pero Suzanne Cardéres no es la única progenitora "peculiar" que se nos ha cruzado en las lecturas de este año; por lo que me pareció un ejercicio entretenido analizar un poco sobre las madres que hemos leído hasta el momento.

Enero nos trajo una muy interesante mujer, "Dita". No nos dicen claramente el tipo de madre que era, y asumimos inconscientemente  (o por lo menos yo lo hice), que debe haber sido como se supone que las madres deben ser: cariñosa, dulce, comprensiva, etc. Sin embargo, reflexionándolo bien, aunque tuviera todas esas características, no es normal que se críe a una hija en el encierro y el cuento de hadas en el que vivía Isolda; que si bien se entiende que todo esto eran excentricidades provenientes de la mente de don Diego, Dita tampoco muestra mucha resistencia a ese tipo de vida, y desde el principio el autor nos deja claro que ella no era ninguna sumisa que aceptaba todo calladamente, por lo que eso me hace suponer que estaba un tanto de acuerdo con ese estilo "especial" de vivir.

La otra madre de "El Mundo de Afuera" es Lida, la mamá de "el mono", que es diametralmente opuesta a Dita en todo: clase, educación, cultura y un largo etc., que vivía en una cómoda ceguera que no le dejaba ver que tenía como hijo a un delincuente, y de la cual no quería salir; en mi opinión, Lida prefería ignorar lo que no era capaz de afrontar y manejar, era más acomodamiento que amor maternal.

Llega febrero con "El amante", que lejos de la tórrida historia de amor apasionado y carnal que se suponía debía ser, nos mostró a una gran escritora que no por gusto es la heroína de la Nothomb, y que nos regaló un libro que además del tema erótico tocaba muchos otros, entre los cuales estaba en un lugar privilegiado la relación que la Duras tuvo con su madre. Tan importante fue este tema, que una conocida de un miembro del club describió el libro como  "la historia de una joven y la relación que tiene con su mamá". La madre de Marguerite era depresiva a más no poder, poco hábil para mantener a su familia, y poco justa para repartir su "amor maternal", cargándolo (según la opinión de su hija) exclusivamente en su hijo mayor, al punto que los otros no alcanzaron ni siquiera el privilegio de ser llamados hijos, ya que solo se refería a ellos como "los pequeños". Una mujer contradictoria que trata inútilmente de sostener su orgullo y su dignidad en lo único que le queda, ser "blanca", pero que no duda en aceptar las comodidades pagadas con el cuerpo de su hija al servicio de un chino.

El tema de las madres tocó fondo en marzo. Nos adentramos a un lugar en el que solo pronunciar esa palabra era inmoral. "Un mundo feliz" nos mostraba una sociedad hecha en laboratorios donde el destino estaba trazado; los Alfas, Betas, Gammas, Deltas y Epsilones eran programados para vivir, pensar y sentir de una manera determinada, sin que una familia fuera necesaria ni siquiera para la concepción. La única madre presente es la desafortunada Linda, enfrentada a una maternidad forzada.

Linda es una Beta que, por cuestiones fuera de su control, tuvo un hijo a pesar de haber sido condicionada para no tener instinto maternal y, por lo tanto, no encaja en una sociedad que se asusta ante cualquier rasgo de anormalidad. Fue escribiendo estas líneas que de repente apareció en mí una empatía hacia este personaje, que en su momento no tuve; ya que se podría decir que yo en  "el mundo real" soy un poco anormal al igual que ella. En un paralelo, yo vengo siendo "una latina que no quiere ser madre, cuando en mi cultura se inculca (¿condiciona?) a que la mayor realización de la mujer es tener un hijo". El pensamiento dominante es ese y cualquiera que no piense así esta mal, punto. Porque nuestro mundo, al igual que el de Huxley, teme y rechaza cualquier cosa que se salga de lo que alguien superior e invisible (y no me refiero a un Dios) ha definido como normal, lo que en mi muy humilde opinión no es otra cosa más que miedo a estar equivocado, porque es más fácil tomar el camino correcto cuando solo hay uno.

Cuando en alguna ocasión he expresado mi poco, o mejor dicho nulo deseo de tener hijos, veo caras de confusión y la mayoría de veces desaprobación, que me hace suponer que mis interlocutores seguro están pensando que algo anda mal en mí, que seguramente alguien cometió un error y puso una dosis extra de alcohol en mi tubo de ensayo cuando aún estaba envasada.

En abril, de sorpresa y golpe conocimos a la mayor cabrona (y no en el buen sentido) de todas las madres, la de Jamie. Nadie del club (por lo menos de los que hemos comentado) que leyó "Mi hermana vive sobre la repisa de la chimenea" salió ileso. Unos (y me incluyo) dimos una de las lloradas más grandes que un libro nos ha provocado, y a otros, aunque la reacción no fue tan dramática, sí les conmovió.

Jamie nos cuenta una vida realmente trágica con la sencillez e inocencia que solo puede tener un niño de 10 años, quien ha sido prácticamente abandonado emocionalmente por sus padres, que espera y agradece cualquier mínima muestra de cariño de parte de ellos aunque sea mediocre, como una persona perdida en el desierto que espera y agradece un pequeño sorbo de agua aunque sea sucia. Es imposible no llenarse de rabia acompañando a Jamie por todo el libro a la espera de ese sorbo de cariño, y ver cómo éste nunca llega de parte de su madre.

No desmerecemos el dolor que perder una hija pueda causar, pero abandonar a sus hijos vivos de la manera que ella lo hizo, haciendo que un niño de 10 años llegue a expresar: "Mamá es una mentirosa y me ha abandonado, y no me va a volver a querer nunca haga yo lo que haga" y que el lector tenga la certeza que eso es verdad, nos llevó a varios miembros del club a no tener otro remedio que decir "la mamá de Jamie es una m....".

En mayo, la Academia Sueca nos presentó a Patrick Modiano, otorgándole el Premio Nobel de Literatura 2014, y de quien primero leímos "En el café de la juventud perdida", dónde encontramos a Louki, una chica depresiva tomada como pretexto para contarnos los dramas existenciales de algunos de los asistentes al café Le Condé y algún otro personaje que la rodea. Ella es el único personaje del cual se conoce a la madre, quien es una persona pasiva y aparentemente con poco carácter, bailarina del Moulin-Rouge, y que quizá por esa razón no se siente con la capacidad moral de amonestar de la manera debida a su hija cuando se escapa. Está lejos de ser la mamá del año, pero a estas alturas del partido, hemos leído de otras madres mucho peores que hacen que la de Louki no quede tan mal parada.

Como opcional de mayo, siempre de Patrick Modiano, algunos leímos "Joyita", dónde le aparece una muy fuerte competencia francesa a la inglesa mamá de Jamie; Suzanne Cardéres, la condesa Sonia O’Dauyé, o como quiera que se ponga, es un verdadero desmadre. Es depresiva como la madre de Marguerite, abandona a su hija de igual o peor manera que la madre de Jamie lo abandonó a él, a veces es pasiva y sin carácter como la madre de Louki, quien también es bailarina, y no me extrañaría que al igual que Linda, la concepción de su hija fuera algo no deseado. Es como si se metiera en una coctelera algunas madres de los anteriores libros, se batiera y saliera un híbrido patético enfundado en un abrigo amarillo y viejo.

Y para no terminar de una manera tan trágica, hice un esfuerzo por encontrar en los libros leídos hasta el momento a una madre que cumpliera el estereotipo: amorosa, amable, comprensiva, etc. y, curiosamente, la única que encontré representa una cultura diferente a la occidental, es la madre de Sunya, la amiguita de Jamie de "Mi hermana vive en la repisa de la chimenea". Una mujer amable, aparentemente sumisa y tranquila, pero que bastó que el padre de Jamie insultara a su hija para que se volviera una fiera defendiendo a su cría. Puede ser que no haya buscado bien, si los miembros del club encuentran otra, favor indicarlo.

Nota aclaratoria: También está el libro opcional de abril, "Mar de Mañana", que justamente trata de la historia de dos madres, pero no es un libro que me haya transmitido mucho y por lo tanto preferí no mencionarlo.

1 comentario :

  1. ¡Stephanie! que buen recuento has hecho de las flamantes madres sobre las que hemos leído este año. Tienes razón en que muy pocas salen bien paradas. Es como si adrede hubiésemos elegido a las peores.

    Sin embargo, voy a defender el librito que propuse como opcional de abril: "Mar de mañana" de Margaret Mazzantini, que si bien es cierto no es un súper libro, narra la historia de dos madres que no están del todo mal.

    De hecho, una de ellas está dispuesta a atravesar el océano para salvar a su hijo de una guerra en la cual ella no tiene como defenderse. Esa madre me pareció que sí se enmarca con el estereotipo ese de los anuncios.

    Yo también me he sentido golpeada por todos estos libros porque con algunos sentí una identificación dolorosa. Esperemos que los que vienen sean menos hostiles en este sentido.

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