sábado, 31 de enero de 2015

El mundo de afuera, comentario personal

¿Qué es el mundo de afuera? ¿El de otros países y tiempos? ¿El de otras vidas en otras condiciones? ¿O acaso el de otras mentes cuyos imaginarios van de lo surreal a lo obsesivo?

Mi humilde valoración de esta lectura es de 7 sobre 10. El mundo de afuera de Jorge Franco, nuestro libro de Enero en el Club de la Buena Estrella, ha probado ser lo suficientemente bueno y entretenido como para gustar a la mayoría de nosotros. Con un estilo narrativo de rápida lectura y fácil asimilación, el Premio Alfaguara 2014 generó buenos comentarios y salió bastante bien librado del juicio particular al que inevitablemente se someten los libros que llegan precedidos de galardones y recomendaciones usualmente desproporcionadas por parte de los jurados y otros autores.

No ha sido la excepción en el caso de El mundo de afuera, libro del que leímos comentarios exagerados de la editorial y de los jurados del premio. Ya la escritora colombiana Laura Restrepo dijo de la narrativa de Jorge Franco que se asemeja a la de los hermanos Grimm y a la de los hermanos Coen, mientras que otro de los jurados, el escritor español Sergio Vila-Sanjuán, aseveró de El mundo de afuera que es “un cuento de hadas con final a lo Tarantino”. Por si esto fuera poco, ya anteriormente el mismo García Márquez le había puesto una pesada carga cuando dijo de Franco que es uno de los autores a quienes le gustaría pasar su antorcha. Más allá de que esto genere interés y de que probablemente incremente las ventas, me parece que en el plano estrictamente literario hace más daño que bien y resulta terriblemente injusto, visto que genera en los lectores demasiadas expectativas que muy probablemente ni el libro ni el autor habrán de cumplir. Después de leer semejantes elogios y comparaciones, es difícil evaluar el libro con independencia y objetividad, pero haré el intento.

En lo personal, creo que El mundo de afuera tiene cosas muy buenas y otras que me disgustaron bastante. Disfruté mucho la naturalidad de los diálogos, tan cargados de la idiosincrasia medellinense, así como la musicalidad con que el autor enriquece el relato. El libro contiene más de 30 canciones de diferentes géneros y épocas que realzan momentos particulares de la historia y contribuyen a perfilar personajes. De hecho, esa suerte de banda sonora se suma al estilo expreso y gráfico que pone de manifiesto la vena de guionista de cine que se le impone por momentos al autor.

Aunque me aburre bastante todo ese rollo de Isolda, los almirajes y demás criaturas fantásticas, reconozco que eso es un asunto de preferencias y para gustos existen los colores. Añadiré a su favor, que Jorge Franco también tiene la virtud de crear personajes desde los detalles, que no por extravagantes o pintorescos dejan de ser creíbles. Me gustó mucho el retrato de señora sencilla, típica y muy natural de la madre del Mono, o la elaboración y el desarrollo del personaje de Twiggy, ese tipo de mujer que se mueve con soltura entre maleantes y aprende a lidiar con ellos, que además libra una permanente batalla entre su naturaleza y su entorno corrientes y su deseo de ser especial y de parecerse a un icono pop. Fue realmente buena la secuencia de Caranga tocando la guitarra de aire y cantando Purple Haze de Jimmi Hendrix en su inglés inventado. Y en esa misma línea aparecen personajes como Marcel (el belga místico), el inepto y oportunista jefe de policía, eternamente presto a saludar con sombreros ajenos, o el loco del parque (que me recuerda al simpático barrendero de uno de los parques de mi ciudad durante mi infancia).

Sin embargo, el Mono Riascos me parece un personaje mal construido y poco convincente, que naufraga como anti-héroe y no cuaja como villano. El ladrón, jefe de la banda, líder cuestionado, novio de Twiggy, homosexual encubierto, alcahuete del muchacho, amante de la poesía, chico obseso por la niña del castillo (como quien se obsesiona más por la belleza como objeto de admiración que por la persona como objeto de deseo), secuestrador sin un verdadero plan ni estrategia, miedoso, supersticioso y resentido social, compone un cóctel que no me baja, que me parece demasiado forzado e insostenible. El Mono presume de líder, de estratega, de macho, de supuesto vengador de la muerte de Caranga, de amenazante pistolero irritado con los hijos de papi que se pasean en su coche último modelo, pero apenas deviene en un borracho patético de pantalones orinados que nunca me logra convencer y mucho menos contagiar.

Hago advertencia de spoiling y paso a señalar que hacia el final el libro se puso mucho mejor y el ritmo se volvió más intenso. La última conversación entre don Diego y el Mono, envueltos ambos en una cerrada neblina, me pareció un escenario inmejorable, una metáfora de los hechos grises y confusos que sucedieron en el cierre de esa fallida operación. No hacía falta ser gráfico en el asesinato de don Diego, algo que incluso entiendo como una forma de respeto del autor para con la malograda celebridad benefactora de su comunidad.

En lo referente a Dita Zur Nieden, parece que hay una polémica en torno a la representación que Jorge Franco hace de ella en el libro. Él asegura que se basa en datos documentales que investigó a lo largo de casi cuatro años. En cambio la gente de la Fundación Biblioteca de Itagüí (que don Diego y Dita donaran en su momento), manifestó su desacuerdo con la imagen de Dita en El mundo de afuera y hasta canceló la presentación del libro en sus instalaciones.

En cuanto al método narrativo, Franco recurre a la figura del narrador omnisciente, ese anónimo omnipresente que nos ha contado tantas historias, de tantos autores y en tantos libros. Pero súbita y esporádicamente, en El mundo de afuera aparece un narrador en primera persona que me generó desconcierto y, debo admitirlo, cierto malestar. Parece que ese choque de estilos no me va bien y solo me evidencia como un lector demasiado ortodoxo. Sin embargo, y de nuevo hago advertencia de spoiling, dado que ese narrador ocasional cobra tal importancia como para ser quien cierra la historia, decidí profundizar un poco en el análisis de ese personaje misterioso.

El caso es que este chico protagoniza la verdadera historia de amor del libro. Un amor infantil, pre-adolescente, inocente y puro como solo podían serlo en otros tiempos, pero amor al fin. El chico que juega en los alrededores del castillo para espiar a Isolda (y que no, decidida y definitivamente no es el Mono), guarda y atesora para sí una mirada y un beso, incluso mucho más que el baile de la faldita roja, ese que se hizo tristemente público y que contaminó esa historia que debía ser solo suya.

Como dato adicional, encontré una entrevista que Jorge Franco concedió a elcultural.es, donde le preguntan qué recuerda de la época, siendo que el secuestro de don Diego ocurrió en 1971, cuando el autor colombiano solo tenía unos 8 años. Franco responde:

"La verdad es que recuerdo muy poco. Tengo vivas ciertas emociones. El impacto de la noticia del secuestro de don Diego, a mis padres comentando... Tengo el recuerdo de algunas visitas al castillo. El paso de la limusina por la loma, que siempre nos generaba mucha curiosidad."

Juzgue el lector si dicha respuesta justifica la aparición del chico que narra en primera persona algunos de los pasajes que a la postre dan sentido a la historia.

9 comentarios :

  1. Gracias Henry por el comentario.
    Wow ese último párrafo es revelador, ¿podria ser Franco el niño misterioso?, eso le daría mucho sentido a ese personaje; lo único que me me siembra la duda es que sí Franco tenía 8 años cuando secuestraron a Don Diego quiere decir que Isolda era mucho mayor que él, pues esta ya había muerto cuando esto paso, pero la verdad esa respuesta retrata muy bien al niño misterioso.

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  2. Gracias Stephanie! Eso mismo pensé, que no hay coincidencia en las edades de Isolda y Franco. Sin embargo, es posible que el autor haya agregado algunos elementos de ficción que completen y vuelvan más interesantes sus vagos recuerdos de niñez, adecuándolos y poniendolos al servicio de la historia que nos relata. Apenas hipótesis, pero no podemos negar que se puso interesante eso del narrador anónimo en primera persona, que no? Saludos!

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  3. Completamente de acuerdo con el tema de los diálogos. En lo personal fue de lo mejor del libro. Nada de forzados. Hasta se puede uno imaginar el tono en que fueron dichos. Perfectos para una película.

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  4. Perfectos para una película, muy cierto. Y seguro que no esperaremos mucho antes de que la lleven a la pantalla! Gracias Loida!

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  5. Muy buen comentario de este libro Henry, en lo personal "Dita" fue el mejor personaje.

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  6. Esa Dita liberada y resuelta, asi como la retrata Jorge Franco mientras ella aun estaba en Alemania y durante el viaje a Colombia, definitivamente fue una gran cosa! Muchas gracias por tu comentario Juan Carlos!

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  7. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  8. Holaaa, estaba mordiendome las uñas por leer este post pero me faltaba un 10% del libro asi que quería leerlo completo antes de comentar para que no hubiera spoiling, jejeje, pues estoy de acuerdo en la mayoría de los comentarios de Henry, pero hubo una parte del libro en que sentí que no avanzaba más, se me volvió cansino y tedioso pero al empezar el último cuarto de libro todo mejoró y se puso emocionante. Para mí, definitivamente el niño es Franco, y mi personaje favorito es Don Diego. Qué caballero!

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  9. Que bueno que ya lo terminaste Karla!. A mi también me agrada Don Diego, pero así ya viejo... más joven no mucho. Algo cuadrado con el tema de la intimidad con Dita! jajajaja El post que puso Henry con la musiquita le agrega bastante a las imágenes que uno obtiene con la lectura. La mayoría son súper bonitas.

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