martes, 28 de enero de 2014

Comentario personal de La invención del amor


"Querría animarle a dar el salto: venga, seguro que puedes. Le empujo otra vez, él se resiste, sigo empujando, intenta aferrarse a la superficie lisa, llega por fin al mismo borde, se vuelca hacia delante obligado aún por mi dedo y se desploma hacia el fondo del patio como una cosa muerta, asustándome con la velocidad de su caída. Se eleva de repente, trazando contra el cielo una curva finísima, como un corte en un papel. Al cabo de muy poco ya no logro distinguirlo de los demás vencejos."

Leí "La invención del amor" de José Ovejero en la primera semana del año, pero me reservé mi comentario para el fin de mes, así como el vencejo, al filo, justo ahora cuando (por lo acordado en el club) ya no es un problema ahondar en detalles, anticipar sucesos o revelar el mismísimo final del libro. 

Hace un par de semanas recibí un mensaje de amazon.com invitándome a calificar nuestro libro de Enero, Premio Alfaguara 2013, el cual había adquirido en formato digital en su departamento de ebooks. Luego de pensarlo un poco, rememorar cuanto de razón o emoción me provocó el paso por sus páginas, juzgar desde mi humilde criterio la calidad literaria, hacer mi balance de lo descubierto y aprendido, y medir la experiencia de la lectura versus la expectativa inicial, terminé por darle 3 de 5 estrellas. Me parece que es un buen libro, genera interés, tiene personajes bastante bien construidos y una historia alternativa que mantiene la atención del lector apelando a su curiosidad y su morbo.

En general, y al margen de las implicaciones comerciales, leer el Premio Alfaguara nos hace bien como club, por cuanto nos permite acceder a una muestra (con algún filtro de calidad) de la literatura producida recientemente en Hispanoamérica. Sin embargo, creo que la inmensa mayoría de los autores hoy en día son demasiado académicos y muy poco vivenciales. Y eso explica de alguna manera el trauma de Leonardo Bazán (personaje principal de "Una misma noche", Premio Alfaguara 2012) a causa de un cateo militar ocurrido en su casa cuando solo era un niño. Y esa es la raíz y médula de su historia. Un cateo y algo más. 

Pienso en eso cuando leo sobre el Samuel de José Ovejero, otro sujeto en la crisis de la mediana edad, que está viviendo ademas la crisis de la economía española, y que decide meterle emoción a su vida al no negarse a una llamada equivocada, asumir una impostura y mentir una y otra vez de manera tan convincente como natural, para sostener la mentira del principio. Y entonces uno entiende porque hay gente en estos países que disfruta tanto de los deportes extremos y busca extraños mecanismos para darle sentido y sentimiento a su vida, mientras que en otros países de nuestro tercer mundo, la rutina diaria es una verdadera experiencia extrema. Y entonces quienes lean esto quizá comprenderán por que razón le doy 3 estrellas y no 4 o 5, porque esa calificación me la reservo para Cervantes mancos lidiando con la inquisición, las concedo a Dostoyevskis epilépticos que sobrevivieron el exilio en Siberia y al pelotón de fusilamiento, o para Hemingways que manejaron ambulancias en el frente en la Primera Guerra Mundial, que cubrieron la Guerra Civil Española, que desembarcaron en Normandy  en el día D y se van de Safari a África hasta que finalmente se suicidan. Escritores vivenciales, vamos.

Pero volviendo a "La invención del amor", paso a analizar un poco el libro en sus diferentes aspectos.

De forma

El ritmo lento y a veces monótono de la narración, obedece a que la historia es contada en tiempo presente y los sucesos ocurren en tiempo real. De hecho, creo de manera muy personal, que quizá ese sea un recurso de Ovejero para mostrarnos hasta el desespero la vida vacía y repetitiva de Samuel, el campo donde germina su necesidad de mentir y actuar su mentira para sentirse vivo. No obstante, la verdad es que Ovejero logra de a poco prender la curiosidad del lector y la mantiene hasta el final. 

Un recurso interesante es contar la historia desde diferentes perspectivas. El perfil de Clara se construye a partir de los recuerdos (o mentiras) que uno a uno van aportando diferentes personajes que asumen temporalmente el rol de narrador: Clara según Samuel, Clara según Carina y Clara según el otro Samuel. Algo parecido a lo que hace Sándor Márai en "La mujer justa".

No me parece un libro con demasiadas frases memorables por si mismas, pero sí que tiene algunas que consiguen emocionar y obligan a recomponerse, porque coronan un argumento que el autor sustenta y explica en varios párrafos previos, sin los cuales la frase no se captaría en toda su dimensión. Ejemplo:

"Sacude la cabeza muy seria, toda ojos y ceño fruncido, toda pesar y dientes apretados. La abrazo. Su cuerpo se tensa ligeramente y estoy seguro de que me va a rechazar, pero poco a poco se ablanda, se abandona y olvida, me acepta al menos para apoyarse y descansar unos segundos en los que ella mira al sur y yo al norte, pero tengo la impresión de que estamos viendo lo mismo."

Quienes hayan leído la secuencia previa sabrán de lo que hablo.

De fondo

Aunque se extiende la tendencia del anti-héroe un tanto soso de los últimos Alfaguara, me parece que con el personaje de Samuel, Ovejero retrata bastante bien la frustración o la indiferencia de las últimas generaciones en muchos de nuestros países, entrampadas en activismos verbales y pajas mentales, algo que Samuel transgrede y lleva más allá de los límites socialmente aceptados, al mejor estilo de un actor del método. 

Por lo demás, el libro abunda en temas de corte introspectivo y comportamiento retorcido para con otras personas: la mentira, la impostura, la búsqueda de emoción, la mediana edad, la soltería, las relaciones, la soledad, el hastío, la vida vacía y ordinaria, la dependencia, el desapego y la culpa. Es interesante que Samuel define como indolencia y poca dedicación a ese comportamiento masculino que las mujeres suelen entender como miedo al compromiso. En el libro también hay algunas menciones a extranjeros con quienes Samuel coincide en su trabajo y vecindario, que por el tono que al referirse a ellos usa el personaje central de La invención del amor, puede llegar a parecer despectivo y hasta xenófobo.

La historia es lineal y es una sola. No hay historias paralelas, pues las vidas de los demás personajes están al servicio del relato de Samuel. Hay algunos esbozos de tramas conexas que no llegan a cuajar ni se robustecen lo suficiente, como la de su empresa amenazada con la quiebra o con la compra de los kosovares. También son de tránsito sus amigos del inicio, Luis el de la llamada equivocada, su madre y hermana, su hermano y su novia Aracely, su vecina, su recepcionista, los chinos, el perseguidor y los trabajadores, quienes apenas muestran cara y no aparecen más.

De los personajes más definidos y recurrentes podemos decir que en su mayoría están bien logrados. Javier, Fran y Alicia ofrecen un buen comienzo para crear atmósfera y poner en contexto. Alejandro será patético pero es creíble. José Manuel es un empresario limitadísimo y cegatón, ¿pero quién de nosotros no tiene o ha tenido un jefe así, uno que no parece enterarse de donde queda el norte, y que encima usa frases motivacionales de manual y lee libros de auto-superación? Personalmente me gustó la también fugaz aparición del personaje del otro Samuel, quien está tan bien descrito y perfilado, que uno puede imaginarlo con detalle, ponerle un rostro y asignarle gestos, poses y movimientos. No es ese el caso del personaje de Carina, que me parece el mas desdibujado y confuso. Curiosamente, Clara es el personaje más descrito, pero probablemente el que menos seguros estemos de conocer. Samuel, en cambio, es visto desde el interior, y uno pudiera considerar que lo conoce desde un plano psicológico. 

¿Es Samuel un sociópata o simplemente un tipo muy aburrido buscando acción con la vida de otro? Según la wikipedia, la sociopatía o TPA tiene entre sus características más comunes la ausencia de empatía y remordimiento, una visión de la autoestima distorsionada, una constante búsqueda de nuevas sensaciones (que pueden llegar a extremos insólitos), deshumanización de la víctima o falta de preocupación por las consecuencias. El egocentrismo, la megalomanía, la falta de responsabilidad, la extroversión, el exceso de hedonismo, altos niveles de impulsividad, o la motivación por experimentar sensaciones de control y poder también son muy comunes.

En lo que respecta al cierre, Ovejero cumple con su regla del juego de ajedrez con el lector, ya que él mueve las primeras piezas, pero deja a nuestro criterio la elección del final. En este apartado, debo aclarar que en la discusión del club del último jueves, todos (excepto este servidor) dijeron creer que Samuel seguirá mintiendo. Yo creo que por fin dirá la verdad. Y no pienso así porque le tenga demasiada fe al personaje ni porque crea y espere siempre finales felices. El caso es que más allá de los síntomas (no muy bien logrados, eso si) que yo interpreto como indicativos de cambio, mi único real argumento es que Samuel miente por la adrenalina, el vértigo y la emoción de dejarse caer en picada justamente como un vencejo; y a esas alturas, ya no le quedan muchos riesgos ni emociones que pueda derivar de seguir mintiendo. Por el contrario, me parece que un verdadero riesgo y nuevas emociones pueden venir del acto de confesar que ha mentido sobre quien es y que ha inventado todo cuanto ha dicho de Clara y de su supuesta relación. 

Me parece que el libro tiene bajones y picadas que el vencejo no logra remontar (como el daltonismo de Samuel). Pero en conclusión, me doy por satisfecho con la lectura. De hecho, sigo considerando que este es el Premio Alfaguara que más me ha gustado de los últimos tres años. Cumplida ya la primera asignatura del Club de la Buena Estrella para este 2014, en Febrero y Marzo volveremos a los clásicos, esta vez con Anna Karenina de Leon Tolstoi. 

Desde ya los invitamos atentamente a seguir su lectura con nosotros.

lunes, 6 de enero de 2014

¿Quién es José Ovejero?


José Ovejero, escritor (12 de abril de 1958, Madrid, España)

José Ovejero según la reseña biográfica al final de la edición Alfaguara de La invención del amor:

José Ovejero (Madrid, 1958) vive en Madrid y Bruselas, donde combina su pasión por la literatura con las colaboraciones periodísticas. Desde que ganara el Premio Ciudad de Irún 1993 con su poemario Biografía del explorador, ha cultivado todos los géneros, siendo especialmente reseñables su libro de viajes China para hipocondríacos, merecedor del Premio Grandes Viajeros 1998, y su novela Las vidas ajenas, ganadora del Premio Primavera 2005. Desde su primer galardón hasta el último, el autor ha continuado cultivando el género narrativo con novelas como Añoranza del héroe, Huir de Palermo y Un mal año para Miki, Nunca pasa nada (Alfaguara, 2007) y La comedia salvaje (Alfaguara, 2009) -que obtuvo el Premio Ramón Gómez de la Serna 2010-, con libros de relatos como Cuentos para salvarnos a todos, Qué raros son los hombres (2000) y Mujeres que viajan solas (2004), y con ensayos como Bruselas (1996) o Escritores delincuentes (Alfaguara 2011). En 2012 recibió el Premio Anagrama de Ensayo y el Premio Estado Crítico por su libro La ética de la crueldad, y publicó su último poemario, Nueva guía del Museo del Prado.

José Ovejero según la página oficial  www.ovejero.info:

Nació en Madrid en 1958. Estudió Geografía e Historia y se licenció con una tesina sobre cultos religiosos egipcios. Poco después se mudó a Bonn, con la pretensión de escribir una tesis doctoral en la Facultad de Egiptología, pero al poco tiempo dejó la Historia para dedicarse a cosas que le interesaban más: la literatura y su familia.

En 1988 se trasladó a Bruselas, donde trabajó de intérprete de conferencias para la Unión Europea hasta que dimitió en 2001. Aunque durante esos años ha escrito sobre todo narrativa, su primera publicación será un libro de poemas narrativos sobre Henry Morton Stanley. Desde entonces ha publicado novelas, libros de cuentos, poesía, teatro, libros de viajes y ensayos, por los que ha recibido premios como el ‘Ciudad de Irún’ de poesía, ‘Grandes Viajeros’ de libros de viajes,  ’Primavera’ de novela, ‘Gómez de la Serna’ de novela y ‘Anagrama’ de Ensayo. Sus libros han sido traducidos a varios idiomas.

Sus artículos y relatos se publican en diferentes periódicos, revistas y antologías, tanto en España como en el extranjero. Ha dado conferencias e impartido talleres de Escritura creativa en universidades e instituciones culturales en numerosos países. En la actualidad, vive principalmente en Madrid.

José Ovejero según reseña biográfica de Poemas del alma:

José Ovejero no es un nombre nuevo en el mundo literario. Es un autor tranquilo pero que trabaja intensamente y que tiene a un gran número de lectores atentos a sus pasos, para leerle. Cabe mencionar que no sólo se atiene al discurso narrativo, sino que también experimenta con la poesía, textos académicos y ensayos.

Él mismo expresa que cada género le es necesario porque le permite explorar y asomarse a otras literaturas y realidades, cuando dice:

"Aunque hay escritores que pueden contar todo en un mismo registro, yo no puedo, soy un camaleón con mis historias respecto a aquello que quiero contar y busco el mejor formato para escribir lo que quiero transmitir."

Entre sus autores de referencia se encuentran García Márquez, Borges, Cortázar y Vargas Llosa. Un poco extraño si pensamos que este hombre nació en Madrid. ¿Por qué ese afán por la literatura hispanoamericana?

Ovejero confiesa que muchos de su generación, entre los que podría incluirse, despreciaban la literatura española a excepción de unos pocos nombres relevantes. Tal vez ahí reside esa necesidad de nutrirse de registros de otros continentes que le aportaran aquello que no encontraba en sus compatriotas. 

En varias ocasiones comentó que la historia de "La invención del amor" le venía rondando desde hacía varios años y que al concluir su ensayo “La ética de la crueldad”, con el que ganó el Anagrama de 2012, se puso a escribirla. Dice que, pese a su aspecto tranquilo, le gusta escribir de pie, como si una cierta prisa le persiguiera. No se percibe dicha ansiedad al leer sus páginas, pero sí puede notarse un movimiento constante, cosa que podría desentonar con el carácter pausado de su autor.

Actualmente, José Ovejero trabaja como colaborador en prensa y dirige talleres de escritura en diversas universidades del mundo.

José Ovejero desde sus propios ojos:

"Autodidacta y bienintencionado, no era un buen escritor"
Publicado en Primera Memoria el 24/04/2009

He sido precoz en muchas cosas, pero desde luego no lo fui en la literatura. Llevaba escribiendo desde la adolescencia y sin embargo había cumplido ya 34 años cuando publiqué por primera vez una obra mía, Biografía del explorador, libro de poemas con el que obtuve el premio Ciudad de Irún. Hasta entonces nadie había querido imprimir ni siquiera un cuento o una poesía en una de aquellas revistas ciclostiladas que no sobrevivían más de dos números a la indiferencia general. 

Podría decir que los editores son unos ignorantes. O que a los agentes no les interesa la calidad de los autores a los que representan. O que el mundo está lleno de idiotas incapaces de percibir una obra maestra aunque se la pongas delante de las narices. Sean o no ciertas esas afirmaciones, lo que sí es cierto es que yo no era un buen escritor. Si no conseguía publicar, no sólo se debía a mi absoluta falta de contactos en el mundo literario y cultural, a que viviese en el extranjero, a que fuese extremadamente perezoso a la hora de mercadear con mis obras. Todo ello es verdad, pero también lo es que la mayor parte de lo que escribí antes de los 30 años era poco interesante. Ya sé que eso mismo podría decirse de un número considerable de libros que recibían la bendición de los editores e incluso de la crítica, pero la mediocridad general no debe ser nunca disculpa para la propia. 

Hoy tampoco puedo estar seguro de ser un buen escritor. Casi todos creemos serlo, y casi todos nos equivocamos. Pero ganar aquel premio significaba que, al menos, un grupo de desconocidos encontraba cierto valor en mi trabajo. Eso era ya un paso considerable después de años de recibir tan sólo negativas o un grosero silencio de las editoriales a las que envié mis libros. Además, el hecho de que en el jurado estuviesen José Hierro, Colinas, Félix Grande y Paca Aguirre me llenaba de orgullo y de esperanza. 

Fui a recoger el premio con Renate, mi mujer. No recuerdo casi nada del acto de entrega ni de la cena con el jurado. Sí recuerdo que, tras llegar ya de madrugada al hotel, mi mujer y yo decidimos dar un paseo. Cuando regresábamos al hotel, Renate vio que, en las escaleras de un aparcamiento, un individuo abofeteaba a una mujer. No se lo pensó dos veces y recriminó al hombre en alemán, ya que en aquella época casi no hablaba español. él debió de comprender, porque, olvidándose de su compañera maltratada, corrió hacia Renate con la intención de repetir la proeza con ella. 

¿Qué podía hacer yo? No me quedó más remedio que interponerme en su camino, lo que dio lugar a unos minutos de insultos, chulerías y violentos zarandeos. En aquel momento eché de menos el trofeo que había dejado en la habitación del hotel: era un castillo de metal con base de mármol con el que podría haber zanjado la discusión de manera contundente y demostrado de paso la utilidad de la literatura. A las emociones de aquella noche les siguió un nuevo período de calma. Publicar un libro de poesía, por muy premiado que esté, no saca a un escritor del anonimato. Al menos no me sacó a mí. Por suerte, sólo tardé dos años en volver a publicar. El nuevo libro también dio lugar a una pelea, epistolar esta vez y no con un energúmeno vociferante sino con una editora desconsiderada. Estaba claro que mis primeros pasos en el mercado literario iban a ser accidentados. Pero eso es ya otro capítulo.

miércoles, 1 de enero de 2014

La invención del amor, José Ovejero



Somos buitres del pasado, habituados a hurgar en la carroña que han ido dejando nuestros errores e insuficiencias. Y como esas aves que regurgitan el gusano o el insecto que han devorado para alimentar a sus hijos, también nosotros sacamos de nuestro interior todo aquello que quedó a medio digerir, como si comiéndolo una y otra vez pudiéramos acabar de metabolizarlo, de hacerlo definitivamente nuestro.” 

José Ovejero

Siguiendo la tradición de años anteriores, nuestra viñeta del mes de enero de 2014 le da la bienvenida al premio Alfaguara 2013, otorgado en esta ocasión al español José Ovejero por "La invención del amor". Les invitamos a seguir de cerca esta historia de amor "para gente que no lee novelas de amor".

FICHA

Mes: Enero
Viñeta: Premio Alfaguara 2013
Título: La invención del amor
Autor: José Ovejero
Nacionalidad: Español
Editor: Alfaguara
ISBN: 088272536X 
B00CLFYIA0
Nº de páginas: 256


DIVISIÓN DE LAS LECTURAS

02/Enero/2014
Biografía de José Ovejero
Capítulo 1
Página 9 en archivo PDF
Posición 173 en el Kindle (6%)
Página 19 en el libro edición impresa.

09/Enero/2014
Capítulos 2-10
Página 43 en archivo PDF
Posición 1156 en el Kindle (32%)
Página 92 en el libro edición impresa.

16/Enero/2014
Capítulos 11-19
Página 83 en archivo PDF
Posición 2339 en el Kindle (65%)
Página 174 en el libro edición impresa.

23/Enero/2014
Capítulos 20-28
Página 118 en archivo PDF
Posición 3358 en el Kindle (94%)
Página 242 en el libro edición impresa.

30/Enero/2014
Buscaremos opciones de película.

SINOPSIS

La invención del amor transcurre en Madrid y relata la historia de Samuel, soltero de 40 años, que es socio de una empresa de materiales de construcción, que se enamora de una mujer que ha muerto. A partir de ahí empieza a reinventar su vida. Esa búsqueda del amor lo lleva a salir de sí mismo y a asomarse al mundo real de la España actual. Según la editorial, "es una novela con solteros y crisis que crece y se ramifica, a partir de la curiosidad por lo inmediato, llegando a tocar el misterio. El narrador protagonista nos hace cómplices hablándonos directamente sobre la soledad, el amor y la capacidad para reinventarse y autoengañarse". Un relato generacional tanto en lo sentimental como social.

RESEÑAS

«Una novela que revela la fuerza transformadora de la imaginación y su capacidad para construir nuevas existencias» (Manuel Rivas / Presidente del jurado del Premio Alfaguara de Novela 2013).

«Una novela que combina la intriga del thriller con la inmediatez del reportaje. Narrada en primera persona, a través de una voz cercana, inquisitiva e irónica, el protagonista va desvelando las imposturas del amor y al mismo tiempo su absoluta necesidad»

«Una historia original y provocadora, en la que la imaginación cobra especial importancia y que ofrece a los lectores reflexiones esenciales para comentar después. Porque una de las mejores sensaciones que puede proporcionar una obra es la necesidad de conversar sobre ella» (María Antonia Moreno / Bibliogtecarios.es)


SOBRE EL AUTOR

Licenciado en Geografía e Historia, ha vivido la mayor parte del tiempo fuera de España. Tras una etapa inicial en Bonn, Alemania, se instaló en 1988 en Bruselas aunque pasa temporadas en Madrid. De 1988 a 2001 trabajó como intérprete. Ha tocado todos los géneros: poesía, cuento, novela, ensayo, libro de viajes y teatro. Entre los premios que ha obtenido destaca el Primavera de novela en 2005 por Las vidas ajenas. También obtuvo el Premio Ciudad de Irún de poesía en 1993 por Biografía del explorador, el Premio Grandes Viajeros en 1998 con China para hipocondríacos, el premio Anagrama de Ensayo 2012 con La ética de la crueldad y el premio Alfaguara de novela 2013 con La invención del amor, sobre el poder del afecto para reinventarse en la vida.

Es habitual colaborador en prensa y conferenciante frecuente en Estados Unidos y otros países. Ha dirigido talleres de escritura en diferentes universidades, como Carleton College y en la Universidad de Berkeley, y en instituciones culturales, como la Casa Biblioteca Concha Meléndez, en Puerto Rico. Ha editado la colección de relatos en audiolibro La España que te cuento y el Libro del descenso a los infiernos.