domingo, 23 de junio de 2013

El viaje de Yonah


El Último Judío es un libro que nos muestra el viaje  de Yonah, que empezó como una huida de la mano implacable de La Inquisición, pero a medida iba transcurriendo el tiempo, fuimos viendo como el recorrer nuevas regiones y conocer nuevas formas de vivir se fueron haciendo parte de la vida de Yonah, hasta llegar al punto en que quiso establecerse y asentarse en un lugar.

Este post es un recorrido pictórico de los lugares que Gordon nos menciona como parte del recorrido que Yonah hace durante el libro.

Donde empieza todo? En Toledo. Yonah Toledano era originario de Toledo, una región conocida por haber sido el centro de desarrollo judío en España. Esta imágen es de la Capilla de Nuestra Señora de la Asunción, en Toledo, que pudo ser parte del Priorato de La Asunción, donde estaba el padre Sebastian Alvarez.

Además, tenemos acá una foto de la sinagoga Samuel Ha-Levi, que es mencionada el libro como la sinagoga en la que se congregaban los judíos de la época en que estaba ambientado el libro.


¿Quién no recuerda el río donde Yonah pescaba con Eleazar? Por los alrededores de ese mismo río se encontró con Bonestruca, sin imaginar que era el asesino de su hermano.  Este es el Río Tajo, que bordea la ciudad de Toledo.

Y Tembleque?  Donde vivía el Conde Vasca, personaje tan importante en la vida de Yonah.  Acá hay una imagen de una edificación típica de esta época en Tembleque.

Nuestro querido Yonah, emprendió su viaje empezando por Castilla y la Mancha, acá les dejo una imágen de la campiña castillana, territorio que Yonah recorrió en su camino a Ciudad Real, el primer lugar en el que se asienta después de su salida de Toledo.


En Ciudad Real, Yonah trabaja en una prisión llena de judíos conversos que han sido condenados a ser quemados en la hoguera, acá les presento una imagen de este pueblo.


Al salir de de Ciudad Real, el libro nos cuenta que nuestro héroe recorre las orillas del río Guadiana en su camino hacia el sur, de todas las imágenes que encontré de esta región esta es la que más se asemejaba a lo que imaginé era el recorrido de Yohan


 Luego Yohan llega a un lugar en Andalucía que se consideraba fronterizo con Portugal y en mi búsqueda por un lugar que pudiera ser al que llegó Yonah, encontré el pueblo de Huelva, que aunque el libro no lo menciona directamente, es considerado un pueblo andaluz fronterizo con Portugal.  Este es el pueblo donde Yonah tuvo por primera vez intimidad con una mujer, como nunca menciona a Yonah visitando el pueblo sino más bien trabajando en una hacienda, escogí una imagen de la zona rural de Huelva.


Luego, nuestro aventurero Yonah, decide emprender su camino de nuevo al norte, atravesándose la Sierra Morena, hacia Salamanca.  Aca tenemos una imagen de un paisaje que muestra la Sierra Morena.


En Salamanca, Yonah trabajó construyendo una catedral, es en esa catedral en la que planea atacar a muerte a Bonestruca, pero finalmente no logra llevar a cabo su plan.  Abajo, una imagen de esta catedral en la que Yonah estuvo trabajando de obrero durante un tiempo.


Después de acá, Yonah decide volver al sur y llega a Coria, lugar donde en una taberna escucha a algunos hombres hablar contra los judíos, diciendo que lo mejor es que se vayan a Portugal.  Abajo una foto de una casa en Coria, que bien podría ser la taberna donde Yonah para a tomar un poco de vino.


Acá hay un punto, donde Noah Gordon me quedó debiendo, pues menciona que al salir de Coria encuentra un pastor moribundo con ovejas que le dice que las ovejas pertenecen a un hacendado de Valladolid, que las ovejas deben regresar a Plasencia.  De Coria a Plasencia hay 347 kilómetros, Yonah coloca el anciano sobre un asno, comienza a recorrer el camino y luego de un tiempo el anciano muere.  Luego dice, Plasencia no estaba lejos. A mi no me pareció verosímil recorrer 347 kilómetros tan pronto.  Abajo,  hay una imagen de la campiña de Plasencia, donde me imaginé podía estar la hacienda de Don Emilio.


Cuando el instinto de supervivencia le dice a nuestro sefardita que debe marcharse, se dirige a Granada, y está será quizá la primera impresión de Granada que tuvo Yonah.



Por supuesto, no podía faltar el Sacromonte donde vivía Mingo y los romanís.


Mingo le muestra a Yonah La Alhambra, abajo una foto deLa Alhambra tomada desde Sacromonte, podemos imaginar lo que vio Yonah en ese momento


Cuando Mingo viaja a Granada con Yonah, le muestra la Puerta de Justicia y entran a La Alhambra, abajo están las fotos de lo que vio Yonah en ese viaje (si recuerdan Yonah dijo que la Alhambra parecía panal)

Cuando Yonah se va de Granada con un par de romanís, Yonah se embarca por el río Guadalquirir




Yonah llega a Cadíz después de haber pasado un tiempo en embarcaciones, acá les dejo un dibujo inspirado en Cádiz del siglo XVI


Yonah se traslada hasta Gibraltar, donde emprende muchas aventuras, acá les dejo unas imágenes de Gibraltar que me trasladaron a varios momentos del libro





Y bueno, ya casi al final de este emocionante viaje, Yonah se traslada forzosamente a Zaragoza, pueblo donde finalmente se asienta.  Abajo una foto de una casa rural típica de Zaragoza y una panorámica de la ciudad



Y por respeto a los que no han terminado el libro, dejo las últimas imágenes sin mayor explicación: Los Pirineos Aragoneses.



jueves, 20 de junio de 2013

Una mirada sobre El último judío

Les comparto la opinión que Stephanie nos envió hoy sobre El último judío, a todos los que la escuchamos nos pareció bastante completa y quisimos compartirla con los demás miembros del club.

La verdad me ha encantado el libro.  Es entretenido, se lee rápido y muestra la historia de una manera bastante interesante sin llegar a aburrir en ningún momento. Me encanta ver como el escritor muestra todos los valores y los vicios que puede llegar a tener el ser humano como tal, no porque sea judío o cristiano, hombre o mujer, rico o pobre, sino sólo por ser humano.

Como comenté la semana pasada, hacía ya bastante tiempo que un libro no me causaba una emoción tan profunda como la que sentí (ahora si ya puedo decirlo) , cuando Ángel Costa mató a Manuel Fierro, ¿cómo se puede ser tan traidor en la vida? Yo no tenía problema con que Ángel odiara a Yonah aunque fuera el protagonista, pero denunciar y luego matar al hombre que lo había dejado vivir en su casa y dado de comer por años, eso solo lo hacen los seres más despreciables del mundo, y lo peor es que la denuncia estaba basada en una sarta de mentiras, lo cual agrava más su ya de por sí, asqueroso proceder, la muerte fue muy poco castigo para esa rata. 

Los hermanos Fierro son cosa aparte, su serenidad para ver la vida, su generosidad, su amabilidad, su tolerancia, son rasgos que los hacen unos personajes carismáticos. Me quedé helada cuando leí que Manuel posponía su huída para dejar una especie de testamento, donde dejaba el dinero del salario adeudado y las escrituras de sus tierras a sus empleados, dentro de los cuales estaba incluso Ángel Costa.

Y Nuño, pues que decir de él, es la mano salvadora que rescata a Yonah de una vida errante y sin futuro y eso lo hace uno de los mejores personajes, pero pienso que sin Manuel, Yonah jamás hubiera llegado a Nuño, el herrero me parece el más generoso y noble de los hermanos. 

Creo que Yonah, resume el papel de los Fierro en la siguiente frase, la cual a mi parecer, es la que define la clave de todo el libro: 
"Hay dos hombres con los que siempre estaré en deuda. Ambos se llaman Fierro y siempre serán mis maestros"

La verdad, sin los Fierro Yonah hubiera terminado como un mendigo cualquiera, andar sin rumbo en la vida puede parecer muy romántico cuando se es joven, pero a medida que pasan los años, hay una necesidad de estabilidad. El mismo Yonah lo dice cuando le pide a Nuño que le enseñe el oficio de médico y éste le pregunta por qué esté interesado en aprenderlo y la respuesta es "Necesito formar parte de algo".

Me gusta la integridad de Yonah, en el momento en que piensa quedarse con el dinero de Manuel, yo pensé "bueno, el hermano no lo necesita, eso le solucionaría la vida, ¿por qué no?, ya hizo bastante llevándole los instrumentos, otro ni eso hubiera hecho", pero si lo hacía algo moría en su personaje, aunque tuviéramos miles de razones para justificarlo, si lo hacía, dejaba de ser Yonah, el íntegro, el judío, el hijo de su abba. No lo podía hacer. 

Pienso además que Yonah. absorbió una pequeña parte de la personalidad de Nuño, se hizo una persona más analítica y tolerante escuchando las palabras de su maestro que como un fantasma aparecía en su cerebro susurrándole consejos, aprendiendo a controlar sus emociones, realmente, no se cómo tenia los riñones para ver a Bonestruca a la cara y no querer ahorcarlo ahí mismo. 

También me gusta la manera de pintar a las mujeres en la novela, no son objetos, no son mujeres desvalidas que esperan que los caballeros andantes las rescaten, son mujeres protagonistas, con decisión y prácticas, que saben qué hacer y cuando.

Lucia Martín, no sale mucho, pero las pocas veces que aparece, muestra que es una amiga leal, como lo era su padre.

La granjera, que decide sobre su vida y su cuerpo, como quiere; no digo que las decisiones sean buenas o malas, solo digo que son suyas y eso me gusta. 

La viuda Cavaller, que tenia claro que Yonah, no era su futuro y no duda en dejarlo cuando tiene la oportunidad de casarse con el carnicero. 

Reyna que tiene claro como comportarse en cada momento, cuando es la empleada, cuando es la amante, cuando es la mujer que reclama, incluso cuando es una especie de mamá de Yonah, a pesar de ser la empleada y amante de los tres doctores, nunca la percibí como un objeto, para mi siempre fue "la mujer de la casa".

Las frases que más impacto han generado en Stephanie son:

"¿Que saben ellos de Jesús?" -El Dr. Espina al hacer referencia a la Inquisición. 

"¿Qué plan divino puede exigir que tantos de nosotros seamos hombres colgados?" -Yonah.

"Los hombres de todas las religiones piensan que Dios solo los escucha a ellos" -Mingo.

"A menudo creo en Dios pero en ocasiones pierdo la fe". Nuño Fierro. 


Bueno, uno puede elegir a sus amigos, pero no a sus ancestros...







Amigos,
Encontré esta entrevista que le hicieron a Noah Gordon en 1999 en relación con "El último Judío". La transcribo tal cual para ustedes.








ENTREVISTA CON NOAH GORDON
Ana Peláez

Nos reunimos en "La Senda de los Elefantes" (TheElephant Walk), un agrada­ble restaurante en Brookline, barrio predominantemente judío de Boston. Mientras degustábamos una deliciosa comida vegetariana, el autor me fue desve­lando sus principales motivaciones para escribir una novela sobre la historia de España, las experiencias que vivió en nuestro país y el proceso creativo de su best-seller El último Judío.

¿Por qué decidió escribir sobre la expulsión de los judíos en España? ¿Por qué sobre este capítulo de nuestra historia?
Me encontraba en España en 1992, fui a San Sebastián a recibir un premio lite­rario. Como usted sabe, durante ese año España observaba, que no "celebraba" (como muchas veces se ha empleado esta palabra erróneamente), dos aconteci­mientos históricos. Uno era el descubrimiento de América y el otro la expulsión de los judíos. Yo sabía que se habían escrito muchos libros sobre el descubri­miento de Colón, pero no sobre la expulsión del pueblo judío, y pensé que podía ser un tema muy interesante. Sin embargo, durante ese año estaba trabajando en otro de mis libros, y no fue hasta 1995 cuando pude comenzar a trabajar en El último Judío.

¿Cómo empezó la investigación para empezar a documentar el libro?
Hablé con dos grupos diferentes de personas, que resultaron muy difíciles de localizar. Uno lo constituían los descendientes de españoles que se convirtieron al cristianismo en 1492 o antes, y el otro grupo lo formaban los descendientes de judíos que no se convirtieron y, por lo tanto, tuvieron que abandonar el país. Es decir, mientras este último grupo era todavía judío - sefarditas el grupo anterior lo formaban católicos que lo habían sido desde hacía muchas generaciones. Pensé que el estudio y análisis de estos dos grupos se convertiría en una tarea muy inte­resante. Un año más tarde fui a España y pasé un año viajando por su país, que me encanta. (Creo que este sentimiento queda muy bien plasmado en su libro cuando habla de la ciudad de Toledo y sobre los paisajes españoles).

¿Se identificó usted con los judíos españoles que aparecen en su libro?
En cierta forma sí, ya que mi familia es de origen judío europeo. Pero la cultu­ra que estaba descubriendo era completamente nueva para mí. En algunas ocasio­nes tuve que tomar mis propias decisiones en relación a hechos históricos o a cos­tumbres judías, ya que las fuentes historiográficas que consulté no coinciden en ciertas cuestiones. Por ejemplo, no coinciden en el número de judíos que se con­virtieron, ni en el número de judíos que tuvieron que dejar el país.

Un dato que me pareció de gran interés es que, cuando empecé a hablar con gente de universidad sobre la población de España, en diferentes ocasiones me informaron de que, solamente un siglo después de que fueran expulsados de España, hubo un descenso en la población de un 25%-30%. El número exacto de los judíos que dejaron el país y de los que se convirtieron es inexacto. De lo que sí estamos seguros es de que fue la única conversión en masa de la historia del pueblo judío. Quizás en 1492 entre 150.000 y 200.00 judíos tuvieron que dejar el país y un número similar optaron por la conversión. Cuando se considera que la población en España durante este período histórico no era muy grande, y tenien­do en cuenta que durante los siglos que siguieron los conversos se casaron con cristianos viejos, es lógico pensar que la mayoría de las personas con las que yo me cruzaba por las calles de España tuvieran genes judíos.

Algo muy curioso me ocurrió cuando estaba en Barcelona cenando con mi familia política. Un anciano historiador judío me había dicho: "si encuentras a un español con un apellido muy católico, como De la Cruz, hay muchas posibilida­des de que proceda de judíos conversos que adoptaron el apellido más católico que pudieron encontrar". Resultó que, en esta velada, una cuñada de mi hijo, que está casado con una catalana, se apellidaba De la Cruz y era de Toledo.

Toledo es uno de los mejores lugares para estudiar este momento histórico. Háblenos de sus experiencias allí.
Mi hijo Michael y yo pasamos tres días muy interesantes en Toledo. Allí ven­den varios artículos típicos para los turistas judíos americanos e ingleses. El museo Sefardita está muy bien diseñado, aunque tuve una sensación extraña cuando vi objetos judíos de mi infancia expuestos en las vitrinas del museo, objetos que for­man parte de la vida cotidiana del judío americano.

Como parte de la investigación, Michael y yo decidimos intentar localizar a personas en Toledo que fueran descendientes de judíos, y que posteriormente se hubiesen convertido; solo encontramos a uno. La aventura fue muy curiosa pero un poco frustrante. Fuimos a una de esas tiendas donde se vendían artículos judí­os, me presenté como escritor americano y les pedí que me ayudaran en mi inves­tigación. Me indicaron que fuera a una tienda no muy lejana, donde me asegura­ron que la familia era descendiente de judíos. Tras muchas preguntas y de ir de un lado para otro, no encontré a nadie que admitiera sus orígenes judíos.

Después de tres días de búsqueda infructuosa, le dije a mi hijo: "Al demonio con todo esto, utilizaré otro medio de investigación". Cuando estábamos a punto de irnos, pasamos delante de una tiendecita que tenía alguno de mis libros. Sonreí, cogiendo un ejemplar, y dije a la propietaria: "¿quiere que se lo firme?", a lo que ella contestó: "¿cómo dice?". No me creía, por lo que tuve que enseñarle mi pasa­porte. Empezamos una conversación amigable y le expliqué lo que había estado buscando. Esta amable señora me confirmó, sin género de dudas, que un amigo de ella que trabajaba en la Catedral de Toledo era descendiente de judíos. Por fin me estaba acercando a la meta.

Desgraciadamente, cuando lo localicé, el caballero negó de forma contunden­te este hecho. Me enfadé mucho con él y le dije que de donde yo vengo era un motivo de gran orgullo ser judío, a lo que él me respondió: "Bueno, uno puede elegir a sus amigos, pero no a sus ancestros". Después de calmarnos por ambas partes admitió algunas de las cosas que yo ya había observado. Lo que les había ocurrido a los conversos es que, en primer lugar, habían temido por sus vidas durante muchas generaciones, y, en segundo lugar, para poder tener una posición de seguridad en la sociedad tenían que convertirse en el máximo exponente de cristianos viejos.

Para terminar esta historia de forma positiva, tengo que decir que cuando estu­ve en España hace unas semanas para promocionar El último Judío, firmé muchos ejemplares y no puedo calcular la cantidad de gente que me admitió que eran des­cendientes de judíos.

El último Judío se va a publicar en mayo en Estados Unidos. ¿Piensa que va a tener la misma aceptación que ha tenido en España y Alemania, los dos países donde primero se ha publicado el libro?
No tengo suficientes datos para saberlo. Creo que Europa es mucho más sofis­ticada con respecto a la Historia, y a la novela histórica que Estados Unidos. Para ponerle un ejemplo, mi libro Shaman recibió un prestigioso premio de la Sociedad de Historiadores Americanos pero no llego a ser un best-seller en América.

¿Cuáles fueron sus principales fuentes historiográficas?
Leí todo lo que pude encontrar. He sido periodista durante muchos años y por esto sé muy bien cómo investigar una historia. Tengo que alegar que sin la ayuda de ciertos historiadores españoles no podría haber realizado el libro con tanto rigor histórico como lo hice.

¿No cree que ha creado una atmósfera un tanto maniquea en su libro?
Creo que había una época en que las cosas eran blancas o negras. En la España del siglo XV o eras un católico practicante o eras ajusticiado. Se necesitaba mucho coraje para poder practicar otra religión que no fuera la oficial.

¿Qué ciudad tomó como referencia para el pueblo de Prado-Grande?
Uno de los presidentes del grupo Zeta me presentó a su hijo, quien me contó que era descendiente de judíos y que su familia llegó a Francia en 1492. Pero yo sabía que en Francia solamente admitían a los conversos, así que deduje que la familia estuvo en Francia como conversos a lo largo de varios siglos y generacio­nes. En 1700, cuando la Inquisición actúo con menos fuerza en España, volvieron a España y se instalaron allí. Mencionó un pequeño pueblo donde la gente se escondía para poder practicar libremente su religión. Basándome en este pueble- cito me inspiré para crear Prado-Grande.

¿Cuáles fueron sus razones para incluir un epílogo que se desarrolla en la España de hoy en día?
Para mí era tan importante transmitir la idea de que hubo muchos españoles judíos que se convirtieron al catolicismo, como el hecho de que hubo otros espa­ñoles judíos que sobrevivieron en otras partes del mundo.

¿Qué me puede decir sobre el personaje de Bonestruca, el sacerdote asesino y corrupto, que llevaba una conducta adúltera?
No sabía cómo se iba a recibir. Una vez escribí un libro sobre una doctora cató­lica que practicaba abortos, La Doctora Colé. La verdad es que tuvo un buen nivel de ventas, y fue aquí en Boston donde recibí más críticas, muchas más que en la católica España. Bonestruca es un sacerdote y también un ser humano, pero el per­sonaje tiene su lado negro.

¿Cree que se transmite la verdadera historia en relación a la expulsión de los judíos?
Mientras estaba visitando la sinagoga del Tránsito en Toledo le pregunté al guía, "¿Qué le explica a los turistas sobre la historia de la sinagoga?". El me contestó: "Antes fue una sinagoga judía y en 1982 se transformó en un museo sefardita". No se explica nada sobre la historia real de la sinagoga, no se explica que fue toma­da por la fuerza y que los judíos lucharon por conservarla.

Para concluir, la cubierta del libro es preciosa. ¿De dónde proviene?
La editorial alemana encontró este cuadro de 1490 titulado Tres Doctores en Toledo. Creo que es muy significativo de ese periodo histórico.

Boston, diciembre, 1999.

domingo, 9 de junio de 2013

Conociendo a Noah Gordon



Yo nací el 11 de noviembre de 1926. Pasaron muchas cosas ese año. Al Smith fue electo gobernador de Nueva York y mucha gente tenía la esperanza de que él se convirtiera en el primer presidente católico de los  fue nombrado cabeza de la sucursal de Berlin de un grupo político sin una descripción, el partido Nazi.  En Italia, el dictador Benito Mussolini volvió a instaurar la pena capital.  Henry Ford estableció el precio de su modelo T en $350 y la gente murmuraba acerca de las primeras películas con movimiento y sonido, las películas “habladas”.  El ingreso promedio percapita anual era de $1313. Una hogaza de pan costaba $0.09 y un galón de gasolina $0.10.
Estados Unidos.  En Alemania, Paul Joseph Goebbels

En un apartamento de la calle Providence en Worcester, Massachusetts, el Día del Armisticio, La esposa de Robert Gordon dio a luz a su segundo hijo en su casa.  Fui llamado Noah en memoria a mi abuelo, Noah Melnikoff, quien había muerto unos pocos meses antes.  El había sido un encuadernador y, como decían todos, un hombre maravilloso. Su viuda, mi abuela, Sarah Melnikoff, vivió el resto de sus años de vida con nosotros y fue como una segunda madre para mí.

Crecí en un barrio de gente de clase trabajadora de Worcester. No recuerdo en qué año fue tomada esta foto en el Union High School, en la calle Dorchester. Tal vez  cuando estaba en tercer grado. Soy el pequeño chico en la segunda fila desde el frente, quinto desde la derecha (parado junto a las chicas).

Esta foto es de unos pocos años después. Yo tenía 15 años y era estudiante del Grafton Street Junior High School cuando Estados Unidos entró en guerra. Recuerdo sentirme seguro de que la batalla se terminaría antes que yo tuviera la edad necesaria para ser reclutado, pero los años de matanzas sangrientas pasaban uno tras otro y para febrero de 1945 los combates seguían igual de cruentos, justo cuando yo me estaba graduando del Clasical High School.


Yo quería prestar servicio en la naval, pero usaba antejos y no sabía distinguir los colores.  Había escuchado que si alguien se ofrecía como voluntario para el campo, el podía elegir servir en la naval. Así que me ofrecí como voluntario y en pocos días era parte de las filas de la Infantería de los Estados Unidos.
Después del entrenamiento básico de la compañía A del batallón 26 de entrenamiento de infantería, en el Camp Croft, South Carolina, fui enviado al batallón "Replacement Depot #2”  en Fort Ord, California. Nos dieron jabón de agua salada y nuestros paquetes de provisiones y marchamos hacia los buses mientras la banda tocaba, nuestra sorpresa fue que en vez de llevarnos a los barcos, los buses nos llevaron al presidio de Monterrey. Después me di cuenta que fuimos destinados a formar parte de JASCO (Join Assault Signal Companies), JASCO estaba conformada por oficiales de infantería entrenados a cubrir a los oficiales del Signal Corps mientras estos establecían sus primeras comunicaciones durante las primeras invasiones. Los Estados Unidos se preparaba para invadir Japón. Pero de repente armamento de última generación fue lanzado sobre Hiroshima y Nagasaki, y la guerra se terminó. Terminé mi servicio sin heroísmo como un oficial del ejército  en un trabajo aburrido en San Francisco, agradecido de que sobreviví y que nunca tuve que matar a un ser humano.

Junto con millones de otros nuevos civiles, luego de terminada la guerra, dimos gracias por el programa para veteranos de la fuerza armada (GI BILL) y me fui a la universidad. Mis padres, que  jamás hubieran podido pagarme una carrera de medicina, nunca me presionaron por estudiarla. La profesión en medicina representaban el tipo de seguro financiero que mi familia nunca tuvo, y ellos sabían  que en algunos de los campos de concentración los médicos son los últimos judíos  que eran enviados a las cámaras de gas. Yo, de hecho, cursé un curso pre-médico por un semestre y luego cambié mis estudios al periodismo sin decirle a mi madre y mi padre. Desde que era un niño siempre albergue dos ambiciones: Quería escribir en un periódico y anhelaba escribir el tipo de novelas que me hacían amar los libros. A mediados de mi carrera en la Universidad de Boston, conocí a una estudiante de Clark University llamada Lorraine Seay. Después de esto, el mundo nunca fue igual.

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En 1950 me gradué de “Bachelor of Science in Journalism degree”.  El siguiente año hice una maestría en Inglés y escritura creativa siempre en la Universidad de Boston y Lorraine obtuvo su título de Bachiller en Artes con grado en Alemán de la Universidad de Clark.  Me fui a Nueva York y obtuve un trabajo como editor junior en el departamento de publicaciones de Avon Publishing Co y Lorraine y yo nos casamos.  Trabajé en Avon dos años y luego en una revista pequeña llamada Focus.

Pensamos que era romántico vivir con muebles armables en un pequeño ático en Brooklyn, como vivían los poetas en un desván de París, pero cuando nació nuestro primer hijo empezamos a añorar nuestra casa y regresamos a Massachusetts.


Después de un año tratando de sobrevivir como un periodista libre, me fui a trabajar como reportero del periódico de mi pueblo, The Worcester Telegram, éste fue el inicio de una vida de satisfacciones laborales.  En 1959 fui contratado por el Boston Herald, que era un periódico de circulación matutina.  Por un tiempo, fui un reportero que cubría temas generales, pero estábamos en una época de adelantos en el área de medicina y ciencia, y empecé a soñar con obtener reportajes asignados sobre estos temas.  El Dr. Richard Ford, encargado del departamento de patología de la escuela de medicina de Harvard, me invitó a observar varias autopsias y  hacer preguntas, fue allí que me gradué en vestirme de enfermero y pararme junto a cirujanos que cortaban a personas vivas.  Durante el tiempo que estuve en el Herald, también fui editor de The Journal of Abdominal Surgery. En corto tiempo fui nombrado el editor del área de ciencia del Herald.

Publiqué dos libros de bolsillo sobre enfermería y uno de ellos se convirtió en la novela que aparece en la contraportada de la Reedbook Magazine.  Además, empecé a escribir artículos libres sobre medicina y ciencia, publicados por The Saturday Evening Post, Coronet, The Saturday Review, The Reporter, Medical World News, Medical Tribune y en otros periódicos.

Yo nunca perdí mi sueño de convertirme en un novelista más serio, escribí un bosquejo de novela y se lo entregué a Patricia Schartle, mi agente literaria.  Para mi alegría y temor, ella volvió  con  un contrato de una editorial que ofrecía un pequeño financiamiento por un año para escribir, esto nos enfrentó a Lorraine y a mí a una difícil decisión, pues para ese tiempo nuestro matrimonio había sido bendecido con tres maravillosos hijos, teníamos que pagar la hipoteca, los carros y todos los usuales gastos en los hijos: educación, salud, vestido, lo que Zorba El Griego habría llamado  “toda la catástrofe”.  Pero en ese momento, como ahora, Lorraine comprobó que sabía ser la esposa de un escritor, “si quieres hacerlo, hazlo” me dijo.


El Rabino, inspirado en mis experiencias como miembro de una familia judío americana obtuvo excelentes críticas y estuvo en la lista de los libros más vendidos por el New York Times durante 26 semanas. Mi segundo  libro fue El Comité de la Muerte, acerca de los años de formación de tres jóvenes médicos dentro de un Hospital para prácticas de Boston.  Como parte del proceso de investigación, asistí a conferencias sobre mortalidad en dos de los más importantes hospitales de Boston.

Después de varios años de publicar en La Opinión Psiquiátrica, me pidieron publicar una investigación exhaustiva sobre el stress humano.  Para esto, formé una junta editorial internacional de alto nivel con renombrados científicos y publiqué “The Journal of Human Stress”.  En poco tiempo, me di cuenta que estaba teniendo un exceso de oportunidades en el campo de la investigación, me encantó hacer las dos publicaciones, pero esto no me permitía seguir escribiendo novelas, por esto, en 1975 mi esposa empezó a cargar con el peso de las publicaciones científicas, liberándome a mí para escribir El Diamante de Jerusalén, la historia de una piedra preciosa y la vida de las personas que fueron afectadas por ella.


Nuestra casa en Framingham me permitió tener dos ocupaciones que me llenaron de satisfacción mientras no escribía: la pesca y la horticultura.  El Sudbury River, con sus maravillosas truchas, estaba a minutos de casa y además, me convertí en un jardinero dedicado. Nuestra casa estaba construida sobre muy buen suelo, inclusive durante un tiempo el terreno fue una huerta de manzanas. Recordé los momentos maravillosos que había vivido mi familia durante la Segunda Guerra Mundial en el jardín de mi padre, denominado Jardín Victoria, cultivado en patio trasero de nuestra casa en Worcester. Mi jardín en Framingham crecía cada año.


Nos mudamos a Ashfield y la ciudad me encantó, trabajé en un pequeño espacio sobre la cochera de nuestra casa, desde allí tenía vista a las montañas, era un lugar con ambiente pacífico para escribir. En este lugar hice un bosquejo y luego escribí una trilogía sobre las diferentes generaciones de la familia Cole, una dinastía de médicos que data del siglo XI.  El primer libro de la trilogía fue El Médico, en este libro se sigue la vida de Robert Cole desde su infancia en Inglaterra, pasando por Europa hacia una escuela árabe de medicina en Persia y más allá.  La segunda novela de la serie fue Shaman, en esta Robert Judson Cole viene de su nativa Escocia a la frontera americana, en este lugar él tiene que enfrentarse a las depravaciones contra los indios y la guerra civil de los Estados Unidos de Norte América.  En el tercer libro de la serie, denominado “La Doctora Cole”, la doctora Roberta Cole debe lidiar con los desafíos con los que cualquier médico joven se enfrenta en estos tiempos. 

Me gusta pensar que alcancé mi mayoría de edad como un contador de historias con mi cuarto libro “El Médico”. Su publicación tuvo muy mala suerte al coincidir con el momento en que mi editor abandonó la compañía para trabajar en otra.  Había escuchado que era terrible que un autor se quedara “huérfano” en una editorial de esta manera, pero nunca lo creí, siempre pensé que si un libro era lo suficientemente bueno se abriría paso por sí mismo. Lo cierto es que El Médico vendió 10,000 copias en los Estados Unidos, fue un desastre para una novela y mi corazón estaba destrozado.

Aproximadamente un año después, un publicista alemán llamado Karl H.Blessing leyó el libro en Nueva York, le encantó y lo compró. Se aseguró que cada dependiente de una librería en Alemania tuviera una copia y el resultado fue un fenómeno de ventas de “El Médico” en ese país, las ventas llegaban a los 8 millones de copias. Al  mismo tiempo un fenómeno similar ocurría en España, y a medida las noticias de este éxito llegaban al resto de Europa, todos los demás países se iban uniendo, teniendo como resultado que “El Médico” ha sido el libro que se ha vendido más entre los ocho libros que he publicado.

Escribí “El Médico” basando mi investigación en libros, para mis dos últimos libros “El Último Judío” y “La Bodega” fui afortunado de poder hacer varios viajes a España para investigación.  Las calles y escenarios de la vieja Girona han cambiado muy poco. Mi viaje a Toledo me ayudó mucho al visitar los lugares exactos sobre los que estaba escribiendo.



Considero que la vida de escritor trae consigo algunos momentos difíciles, que sin duda Lorraine y yo hemos tenido que pasar, pero me siento afortunado por la aceptación que he recibido como escritor, yo soñé convertirme en un periodista y escritor, y eso fue lo que fui.

Fuente: www.noahgordonbooks.com

sábado, 1 de junio de 2013

Noah Gordon, El Último Judío

Mayo nos dejó la oportunidad de conocer un poeta latinoamericano reconocido como fue Pablo Neruda.  Junio nos va a dejar la oportunidad de conocer un suceso importante en la historia mundial:   la expulsión de judíos de España.  Noah Gordon nos muestra la vida de un judío en la España del siglo XV, sus costumbres, sus luchas y todo lo que debió sacrificar por mantener su identidad y lo que le define como persona. 


El último judío (The Last Jew) es una novela del estadounidense Noah Gordon publicada en 1999.
Después de completar la trilogía sobre la familia Cole, Gordon se adentra a un territorio mucho más familiar para él, la historia judía.  Entrando en un tema relativamente poco explorado, esta historia nos habla sobre  los judíos sefarditas, quienes fueron expulsados de España en el año 1492 y han recibido poca atención dentro de la literatura e historia. La atención se ha concentrado en los judíos asquenazís de Alemania y el este de Europa.  Se encuentra mucho más texto Yiddish (idioma de judíos alemanes) que Ladino (idioma judeoespañol), es por esto que se habla mucho más de los linchamientos judíos en la Rusia del siglo XIX que de la expulsión de los judíos de España (Para los que no lo han hecho, les recomiendo leer los cuatro  posts sobre los judíos que nos compartió Chent).
La magnitud de holocausto no encuentra ningún acontecimiento que pueda compararse en atrocidad dentro de la historia judía, sin embargo, hubo tiempo atrás una época en que los judíos vivieron bajo mucho sufrimiento, persecución y perdieron gran parte de la riqueza de su civilización, y esta época es de la que nos habla “El Último Judío”.  Este es el período de la Inquisición Española durante el cual los judíos fueron enfrentados a la conversión o el exilio. Los judíos que sucumbían a la conversión (Cripto Judíos) eran después perseguidos bajo la acusación de ser herejes.
El Último Judío es una novela muy bien documentada que encuentra la manera de presentarnos una realidad por demás cruel y dolorosa en medio de las aventuras, el suspenso y el amor que vive el personaje Yonah. Sin embargo,  desde un inicio nos queda claro que Gordon no pretende hacer la versión judía de El Nombre de la Rosa, más bien Noah Gordon  sustituye la violencia del antisemitismo y  la Inquisición por los obstáculos que tradicionalmente enfrentan los héroes andariegos que se pueden encontrar en la típica novela picaresca española.


Mes: Junio
Viñeta: Novela Histórica
Título:  El Último Judío
Año: 1999
Autor:  Noah Gordon
Nacionalidad: Estadounidense
Editor: EDICIONES B,1999
ISBN: 84-406-9453-9
N.º de páginas: 447









DIVISIÓN DE LECTURAS 

Al 6 de Junio del 2013
 Parte 1 a Parte 3
Edición para Kindle: hasta el 24% posición 1676

Al 13 de Junio del 2013
Parte 4 y parte 5 hasta capitulo 27
Edición para Kindle: hasta 51%  posición 3600

Al 20 de Junio del 2013
 Hasta capítulo 35
Edición para Kindle: hasta 74% posición 5191

Al 27 de Junio del 2013
Hasta el fin

La película propuesta para ver el 27 de Junio es “El Último Sefardí”, un documental de Miguel Angel Nieto sobre la situación actual de la cultura sefardí que nos detalla qué está pasando en este tiempo con los judíos sefardíes en el mundo.

CRITICAS

“Este es un excelente y abundante tapiz de una novela histórica que mantendrá a los lectores en el borde de sus asientos”-The Providence Journal

“Consistentemente excelente….la nueva novela de Gordon deja entrever su fuerza como escritor de una provocativa narrativa de ficción histórica”-The San Francisco Chronicle

“(Noah Gordon) muestra las opciones que la historia impone sobre los individuos-y, no incidentalmente, crea una gran e informativa aventura y un atractivo retrato, libre de cursilerías, sobre una época turbulenta”-Publishers Weekly

“Gordon es un contador de historias por naturaleza, y, dado el entorno fascinante de la novela y un más que encantador héroe, este novela histórica superior debiera tener un lugar en todas las librerías”-Library Journal



SINOPSIS

En el año 1492, la Inquisición tenía toda España bajo su poder. Después de siglos de linchamientos motivados por la Iglesia, los judíos son expulsados de España por un edicto de la corona española.  Bajo este contexto, Yonah Toledano, el hijo adolescente (de apenas 15 años) de un famoso platero, ha visto a su hermano morir, víctima de un asesinato que ha pasado casi desapercibido en un tiempo caótico.  Esta historia  nos plantea en un inicio un misterio que no tarda en ser develado: ¿Quién mató al hermano de Yonah y robó el relicario que su padre había elaborado para el prior del pueblo?
Yonah, atrapado en España por diversas circunstancias, está determinado a honrar la memoria de su familia al no abandonar sus creencias religiosas y cultura judía.  Bajo el sobrenombre de Moise, este joven fugitivo emprende una odisea a través del territorio español en búsqueda de un lugar donde poder establecerse sin tener que renunciar a lo que es.  Los cambios continuos de identidad y de oficio son difíciles de enfrentar, pero las dificultades le ayudan a forjar su personalidad y reafirmar sus orígenes. Esta novela es una mirada al pasado, una auténtica historia de aventuras, ternura y amor.