lunes, 25 de febrero de 2013

Buena Estrella en el teatro

"Retornar al lugar en el que nos escondimos y comenzamos a olvidarnos. Reconocernos dentro de ese escondite al que llegamos quizá jugando, quizá por miedo, quizá sintiéndonos extraños. Un ropero, una esquina, la bolsa del pantalón, una mentira, uno mismo. Buscarnos como cuando éramos niños y armábamos con un enredo de ramas una guarida en la que nadie pudiera entrar, escondiéndonos sin escondernos, escondiéndonos para que nos encontraran. Terminar el juego, liberar lo esencial, lo que quedó de nosotros en el escondite."

Este domingo 24 de Febrero, Judith, Stephanie, Vicent, María Ofelia, Karla, Mike, Loida y este servidor, integrantes todos del Club de la Buena Estrella, asistimos a la última fecha de presentación de la comedia dramática "Escondites", escrita por Alejandra Nolasco (El Salvador) y dirigida por Enrique Valencia.

"Escondites" es la primera obra de la temporada 2013 del Teatro Luis Poma; una representación de las divagaciones, recuerdos y reflexiones de una mujer que regresa al lugar donde siempre se escondía de niña, primero como un juego, y luego por miedo, por vergüenza, por el deseo de estar sola o, finalmente, por la necesidad imperiosa de un refugio o de un lugar para el duelo.

Alejandra Nolasco, escritora y actriz principal, cuenta que la fuente de inspiración de su idea, fueron las opiniones y ocurrencias de sus alumnos, niños de 4 a 9 años. Luego de escuchar cómo ellos ven y se explican el mundo, Alejandra dice haberse sorprendido de la sabiduría detrás de la inocencia de los pequeños, al tiempo que experimentó un sentimiento de nostalgia por su propia niñez. De esas historias se nutre "Escondites", que también es el producto de un proyecto que recibió el premio Ovación del año 2011, cuando ella inició un periplo que la llevó a Buenos Aires a recibir talleres de dramaturgia y teatro. Cuenta particularmente su experiencia en el taller de Sergio Mercurio (El titiritero de Banfield), donde convergió con un grupo de 18 personas, talentos de diferentes edades, historias y lugares de origen. Ahí realizó ejercicios grupales y personales que la ayudaron a identificar y seguir su intuición para escribir, adaptar y depurar "Escondites". Asegura que ver las cosas desde fuera también fue de gran ayuda. Y aun cuando no es autobiográfica, la obra implica una regresión a la niñez con la que le resultó prácticamente imposible no involucrarse de manera muy personal. Montada en un escenario oscuro y de luces tenues, "Escondites", según dice Alejandra, es una historia en colores rojo y sepia. 

"Escondites" nos muestra a la mujer adulta que, en determinados momentos y situaciones, se replantea los conceptos y opiniones que se formó durante su niñez sobre temas tan profundos como la ausencia, la pérdida, la muerte, el abandono, la soledad y el desequilibrio; sobre las cosas que se rompen cuando somos niños y nos marcan de por vida. La regresión tiene humor, pero también tristeza y dolor. No pocos encontraremos algo nuestro escondido en ese ropero simbólico, en el árbol, en aquel techo, en el baúl de los recuerdos. "Pertenezco a una casa que acumula cosas y no tiene ventanas", "Pertenezco a un lugar que tiembla de miedo". 

Aunque no puedo decir que me gustara toda la representación, si es cierto que me gustaron muchas cosas y, en el balance, lo positivo es bastante más. A diferentes niveles, los de nuestro grupo nos mostramos conmovidos al final. Y es que creo que a todos nos pega en algo. ¿Cómo olvidar los ojos de mi abuela que se iban poniendo de un azul cada vez más claro en tanto más viejita se hacía? Con la edad nuestros colores se desvanecen. Es un síntoma inequívoco de nuestra inminente desaparición.

Luego, la escena de la protagonista abrazándose a un traje tendido, oliéndolo, es conmovedora. Aunque he de decir que ya la he visto antes. Probablemente se basa en el acto "Storm" de Slava Polunin y Yuri Medvedev en la temporada "Alegría" del Cirque Du Soleil.

Las cosas tienen un olor. Las personas tenemos un olor. Pero al caer en el olvido perdemos el olor y nos desteñimos. Regresar al escondite es refugiarse en el olor del pasado. Algunas veces el escondite es ropa vieja, nuestras propias prendas de otro tiempo. En otras, serán las prendas que nos dejó alguien que ya no está.

Eso me evoca una escena hacia el final de la película "American Beauty", ganadora del Oscar a la mejor película en 1999, en la que puede apreciarse la frustración y el desgarro que provoca la pérdida de alguien cercano. Ver al personaje de Carolyn (Annette Benning) aferrándose a la ropa colgada de su difunto esposo Lester (Kevin Spacey), es una escena que golpea. Note por favor el lector que no me refiero a la pérdida de un ser querido. ¿No es cierto que algunas veces un ser querido deviene en un ser odiado? 

La protagonista de "Escondite" encontrará sosiego y paz. Recuperará su olor, no se desteñirá más. O si lo hará, pero sólo hasta que llegue su tiempo, como con la luz desvanecente del final. Antes es preciso entender que la historia no se puede borrar o escribir de nuevo. Hay que reconstruirla y reconciliarse con ella. Hay que hacer las paces con las cosas. Por que estamos hechos de todo cuanto nos ha pasado, sea esto bueno o malo.

¿Cuántos de nosotros nos hemos refugiado en una bitácora personal, en un blog o en una libreta de apuntes? ¿Cuántos nos hemos escondido en la prosa o la poesía? ¿Cuántos en un libro? ¿Cuántos en un club de lectura?

Una letanía desesperada y ansiosa nos trasladó desde el mero principio la angustia de quien urge de un refugio: "Papel y lápiz para escribir, papel y lápiz para escribir, papel y lápiz para escribir, papel y lápiz para escribir...papel y lápiz..." 

Vaya inicio. Uno que persiste entre nosotros aun después del final.

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